miércoles, 29 de mayo de 2024

EXTRAÑEZA


La casa no era ésta ni la otra,

era tránsito entre todas

y la extrañeza de sus hábitos,

cuando el borde de los sueños afilados

se diluía.

Sentía la esfera y sus manecillas

en el centro del pecho

con una melodía y el llanto.

Escapaba del intervalo mortecino de la lámpara,

persiguiendo sus propios dedos

sobre el plano de los días,

con su discurso vespertino

y el temor de que la voz se astillara,

pronunciando la magia del gracias,

que consolaba

cuando el rincón de la ventana se abría

a la pausa.

Llegaría la apenada sombra del miedo,

cada día venía con aspavientos y veneno

a imitar un sollozo reprimido dentro del puño

y la paz

ganada en los múltiples desvelos.


Era la casa de los antiguos duendes

y la ceremonia del valor,

para seguir la orilla de un mar atrapándola

en la mudez de la medianoche.

Así, desarmada,

despertaba y buscaba

bajo la almohada el as que había soñado.





martes, 21 de mayo de 2024

GANAR AL MOSAICO

 

Beso, aire, manos, ruido, golpe,

todo, parte...

Mido las teselas de ese cuaderno,

que me guarda desde tantos años atrás.

Impresiones transfiguradas de los recorridos

al acecho por los rincones:

mis pies acalorados,

refrescados en la fuente de la plaza.

Veranos derramando mercurio,

poniéndome un sombrero.

Una mujer camina

y abre surcos en los desfiladeros de brillo solar

y reza

bajo una sombra

que memoriza y salva del miedo.

No sé si su legado pertenece

a las palomas refugiadas

entre los árboles.

Magníficos colores en el sueño

de una mañana o una tarde

en la que sintió el triunfo

y tuvo palabras soberbia

después de éxito.

Estaba segura de ganar

al mosaico eterno

en mis maletas y mochilas.

Mis huellas fueron otras

sin el horario que ella menciona

desde su tribuna triunfante:

admirable en la letra pero no en el corazón.





miércoles, 15 de mayo de 2024

CARÁCTER DIFÍCIL

 

Siempre había tenido un carácter difícil, tosco... También era de pocas palabras. Esa forma de ser no le había proporcionado muchos amigos y desde que falleció su mujer su soledad se había acrecentado. Su único hijo había dejado el pueblo cuando era muy joven y durante esos años se habían comunicado escasamente. Se vieron una vez al año en las fiestas navideñas, en el pueblo, él se había negado a abandonar su casa para visitar a su hijo, y a la mujer de éste, en la ciudad.

El hijo le dio la noticia por teléfono y él sin demasiado entusiasmo le había dado la enhorabuena. Sin embargo, cuando colgó el auricular, no sintió nada especial, todo seguía siendo igual para él. Tal vez notó más vacía que de costumbre la casa.

Los días y los meses pasaban con su rutina silente, hasta que por fin el hijo volvió a llamar. Le dijo que todo había ido bien, que en un mes aproximadamente irían a visitarlo. Sintió algo parecido a la ilusión y salió a la finca a recoger unos tomates.

El día de la visita llegó sin que él advirtiera ningún cambio. Ese día, después de mucho tiempo, se miró curioso en el espejo, tratando de reconocerse.

El claxon le anunció que la familia estaba allí. Salió a recibirlos.

Su hijo se acercó a él con la hija entre sus brazos, para que la tomara en su regazo y él la tomó.

Aquel ser diminuto abrió los ojos, él pensó que lo miraba con mejor intención que el espejo. Un escalofrío le recorrió las vértebras al sentir la cálida temperatura de la niña.

Miró a su hijo mientras le resbalabandos lágrimas tibias por las mejillas. Soy abuelo, dijo.




lunes, 13 de mayo de 2024

PLAGA

 


No exagero al decirlo: el techo del salón se había convertido en un encuentro festivo de mariposas marrones. Se habló de una plaga proveniente de África. En el balcón sucumbían las plantas devoradas por esas maestras del aleteo.

En aquella época, mi gatita Freud tenía aproximadamente cuatro meses, lo cual, ante mi asombro, no le impedía trepar a los muebles más altos en un inútil intento de cazar alguna. Su pose de cazadora felina al acecho nos hacía mucha gracia y no perdíamos ni uno solo de sus movimientos.

Las mariposas tarde o temprano volaban, con el supuesto propósito de abandonar la casa, puesto que su apetito voraz ya había sido satisfecho. Ese vuelo atolondrado por alcanzar el exterior le daba una oportunidad a la gatita y sus primeros pasos en el arte de cazar insectos. Con sus patitas las alcanzaba y de un golpe las tiraba contra el suelo, donde agonizaban.

Las pocas mariposas que quedaban enganchadas al techo, poco a poco abandonaban el territorio del animal felino y nos dejaban en paz.

Freud era un victorioso repelente contra insectos.




ME GUSTA

Seguidores

"Te podría contar..."




Archivo del blog