jueves, 30 de enero de 2025

CASI LLANTO




Aquel murmullo que era casi llanto
era tu rezo, madre.
(Piedad Bonnett - "Días de algodón")


Tu voz es látigo en la mañana a pesar de la sequedad que atora las palabras. Suenan ráfagas de viento en las comisuras de una boca que te traga y no te devuelve viva, el sueño ha mortificado tus ojos y la mirada se inflama. Sobre el espejo una lámina con un rostro y su pena descolorida. Una noche siniestra. Un bebedizo amargo preparado momento a momento. En la oscuridad un parto de llanto y un lamento que nadie escucha.

Naufragaste en la noche como siempre y en el halo matutino ascendían tus cuitas por empinadas escaleras sobre los escombros de tus sentimientos.

Recurres a un brebaje y a los libros, sanadores inmaculados de tus días. Confías en el hechizo que te otorgan, crees que te salvan porque el peso de las horas es cada vez más liviano. Entre tus manos los textos adquieren mágicas proporciones y propiedades curativas: la jaula se abre y el ave retorna a su paisaje, las manos de la brisa rejuvenecen y acarician el lomo de las colinas,  esos animalillos salvajes enseñando su amaestramiento...

A tu mente acuden los paisajes erosionados, el mar y el viento lamiendo las costuras de las rocas para que ahora se muestren así, suaves con una piel de siglos.

Casi has olvidado la noche, hasta que el reloj, con sus manecillas inocentes, te demuestre que tus pesares quedaron agazapados bajo las mantas.

Alguien te ordena secar esas incipientes lágrimas.




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