sábado, 29 de marzo de 2025

EL CISNE

 




Olvida, sí, el delirio
de luchar con augures
y escombros. Mira sin afirmar.
El futuro no es tuyo.
(Ida Vitale - "Olvidar la distancia")


Escribe con tu plumaje blanco sobre la lámina azul de la ría: bríndame un verso de belleza nívea para la noche que acecha con su oscuridad tremenda. Bate tus alas sedosas y abrígame las palabras soñadoras.

Nada, perseguido por tu estela mágica, hasta la orilla silente donde se escondió mi grito. Deja allí el sedimento de tu hechizo y sálvame de la agonía penumbrosa y la impotencia que residen al borde del abismo.

Adorna con tu silueta ese paisaje que sospecha del límite nocturno en el que habitas cuando llegan las sombras. Cuéntame tu infancia triste frente a los espejos y cómo la bondad del tiempo renovó tu reflejo.

Muéstrame las caricias de tu vestido adulto al que el agua toca sin dejar huella. Alza tu cuello nevado y otea el horizonte con el orgullo de lo divino.

Yo tengo tu retrato en la infancia cuando aspirabas a ser bello y todos los símbolos decían lo contrario. Hoy miras el objetivo con lujuria desde tu querencia y tu cabeza hermosa se inclina en una reverencia.






viernes, 21 de marzo de 2025

AHUYENTANDO EL MIEDO


 



Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado/

como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.
(Julio Cortázar - "Nocturno")


La necesidad surge imperiosa, el miedo desciende y la habita después de la medianoche. La incertidumbre viaja de aposento en aposento con un pasaje de ida y vuelta y  la atmósfera asfixia a las ventanas. Es también en la noche que la soledad esgrime su mejor discurso. Aún es una soledad infantil, apenas balbucea frases ya gastadas.

Su letra no se asusta, despierta a intervalos regulares y toma notas: el invasor es un mal verso, intentando deconstruirle el placer poético a la madrugada.

Dibujó el sueño en el aire tibio del embozo y lo guardó a buen recaudo en el lugar que ocupa su colección onírica. También puede tramar sueños sin soñarlos.

A veces la oscuridad le trae un amor y la noche se calma. Otros días es la música la que aconseja a sus sentidos. Rememora el baile bajo los tejados en la ciudad que la preñó de canciones.

Desata nudos en las tertulias aflojando la desmemoria. Ilumina la esquina de los enamoramientos atenta a los añiles nocturnos. El oxígeno purificado respira el canto de los grillos.

Enmudece una voz avinagrada pronunciando  exabruptos que rebotan en las paredes y trepan hasta las cornisas. A veces se oye un himno de paz saltando de farola en farola llamando al baile a las sombras que caminan.

Hay un acuerdo campestre en los sonidos de esa parte de la urbe, alejada de los gritos y las promesas de venganza.

Ya nadie quiere derramar el rojo elixir de los latidos.





domingo, 16 de marzo de 2025

SE CAE DE SUEÑOS


 




Le cortamos el pelo del llanto,
las uñas del banquete, las pestañas del sueño/
(Julio Cortázar - "Sueñe sin miedo, amigo.")

Se levantó de la cama y se frotó los ojos para borrar las últimas imágenes de un sueño terrorífico. Necesitaba un café cargado con urgencia. Estaba asustada, había soñado vívidamente y ahora no sabía cómo despertar por completo.

Se puso una bata roja y salió al pasillo que le pareció más largo y más tétrico. Las telarañas de la pesadilla enredaban sus pensamientos. Ya en la cocina puso agua y café en la italiana y pensó que nunca había investigado el porqué de llamarse de esa forma. Simplemente no le había interesado. En unos minutos el sonido típico del café cayendo dentro del recipiente superior la sacó de ese estado, en cierto modo, catatónico. Se sirvió el café y encendió un cigarrillo. Dio una calada profunda y vio cómo el humo la rodeaba al exhalarlo. El aroma del café brasileño entró placentero en ella al dar un largo sorbo.

Fue al baño con la taza en la mano y se miró en el espejo. Las ojeras marcaban y hablaban de la noche terrible que había tenido.

Volvió a la cocina y apagó el cigarrillo en uno de los ceniceros apilados en un rincón de la estantería. Se sentó y terminó su café tomando conciencia de la hora, si no se daba prisa llegaría tarde al trabajo. Miró sus manos y observó un ligero temblor. El miedo aún no la había abandonado.

En la ducha revivió el sueño: corría desesperadamente por una calle oscura y detrás de ella iba alguien con un cuchillo en la mano, se despertó cuando la alcanzaba.

Ya era libre, estaba despierta.


Foto: Paula Toral

jueves, 13 de marzo de 2025

PERSONAL E INTRANSFERIBLE



Tratas de no saber y sabes
que ya está todo maniatado,
                                                  allí
donde pernocta el irascible
lastre del desamor, sombra
partida por olvidos, desdenes,
llave que ya no abre ningún sueño.
(José Manuel Caballero Bonald - "Desencuentro")



Miro la foto del cisne, ajena ya al paisaje, sobre mí se confabulan las nubes y el sol dibuja un arcoíris. Es simple, termina el paseo, los ojos que se entretuvieron con el azul y el verde, del agua y la vegetación respectivamente, ven ahora los emblemas que acunarán el recuerdo.

Del aire fresco procede todavía una tenue sensación de libertad que retrasa los pasos contabilizados hasta la noche. Siempre ese miedo al retorno, como si la casa sucumbiera al poder de la distancia. Mis cuitas aspiran a una fortaleza inexpugnable,  que limite las intromisiones del indeseable. Una última ojeada a la marisma revuelve mis nervios y se asienta en la boca del estómago, como una puñalada mortal. Baja de las nubes más cargadas una humedad invasora, quiere llover sobre nuestras cabezas y nutrirnos con remolinos incesantes.

Que no se noten las lágrimas del regreso.

Antes de provocar esta necesidad de exilio llegaba a puerto sana y salva, al refugio de mis pertenencias. En esta época de guerras sin fronteras, atraco en estancias colonizadas por la ira.

Siento ajeno el lecho exento de sueños. Ya no aspiro al abrazo de la noche: soy un alma descatalogada.

Pretendo no equivocar el sentido de mis huellas ni la dirección de mis pensamientos que vociferan mudos reclamos. Mi enemigo, hacedor de infiernos y otras herejías, desmenuza sobre mis ojos cerrados bocados de madrugada triste.

Ha prohibido el llanto. Se aplaude a sí mismo y en sus manos esconde terroríficos homicidios.





sábado, 8 de marzo de 2025

SELENE

 


En mi sueño bebías de un arroyo.
Estábamos los dos.
Yo era la cierva y tú tenías sed.
(Rosana Acquaroni - "18 ciervas")


Vuelvo atrás constantemente, reviso la historia que acumulo y a veces te rescato, como a un sol que viene, en un día húmedo, a absorber las gotas abandonadas por la lluvia. Ya fue, en un apartado hueco del calendario, una vela encendida en cualquier fecha, una palabra con dos significados: el tuyo y el mío.

Porque en la vida todavía existen demasiados olvidos injustificados hablo hoy, ahora sé lo que soy y también lo que no soy, ahora el peligro me aparta de los peldaños afilados. Subo,  y me elevo al borde del aire que te menciona, sin más, simplemente porque hay que decirte y estás en mi almanaque. Vistes de blanco un recuerdo que de vez en cuando se erige en estatua asentada  en el jardín de un pensamiento.

Los antiguos dioses callan y asumen nuestras frases dubitativas, que buscan un equilibrio entre los sueños y la tarde violeta.

Años de mudanzas, somos los mismos y no lo somos. Todavía éramos guapos, triunfábamos sonrientes frente a los azogues y éramos los más valientes en el estío.

Hoy la nostalgia está prohibida, los celos del presente arrasan cualquier sentimiento de antaño. Vivimos como en una cueva donde no entra el aire y escondemos las lágrimas y la tristeza. La calle muda y desconocida nos llama. Es el refugio de nuestros más íntimos deseos.

Oigo, cada noche en el largo laberinto, al que me someto para perderme antes de cerrar los ojos, un grito atroz que huye de la muerte y se anuda en mi garganta.

Te cuento esto porque sé que sabes que sucede. Es el momento adecuado para decirlo y que el culpable no se salve.

Ahora viene el silencio, digo llueve y preparo un paraguas blanco: extiendo mis alas y vuelo hacia un párrafo infinito.





sábado, 1 de marzo de 2025

VIDA PARALELA


 



Si no supiera qué amor eres
ni tú supieras qué amor soy,
habríamos perdido nuestra estrella.
(Joan Margarit - "Amor y supervivencia")

Cerca de ti se le muere la tarde, los días se le convierten en astillas que no lamerá el fuego. Las horas vagan turbias por una esfera de otro tiempo, como si cayera en una eterna despedida, como esa lluvia torpe que deslumbra a los paraguas.

Tal vez no quisiste acuchillar sus pasos y abocarla al tropiezo, tal vez fue la desesperación y la rutina de los secretos olvidados. Tal vez un espasmo del llanto te desquició la noche. Quizá eras así, un grito maléfico, y ella no te había visto la lengua desnuda. Quizá le enseñaron que el otro era el más fuerte y aprendió a vivir debilitada en su silencio.

Hoy busca un permiso para asomarse a la ventana del océano y descansar su mente de tus paradojas. Siembra olas en sus ojos y aborrece el rincón que comparte, sale al viento y al sol y al paisaje que te esquiva. Hoy se nutre de otras vidas, escondiendo su mirada entre las páginas, mientras eleva una plegaria.

A veces ve un camino sin escombros y se siente a salvo del desamor que le ofreces.

Hasta los monosílabos pesan entre sus labios para contestarte a las costumbres.

Apacigua su cuerpo en la danza de un escenario, su corazón hambriento brinca con cada salto de los bailarines, invadido por la celestial música. Sus dedos tamborilean arpegios sobre su regazo. Sus manos quieren ser libres aplaudiendo y te niegan en su pensamiento: son aves sin caricias intentando posarse en alguna rama.

La voz se le quiebra hilando una frase que empieza a alejarse. La quietud de sus formas no desequilibra tus egoísmos, los mantienes en pie sordo a sus reclamos.

El sol baja el telón y acalla su relato, los bosques se visten de negro, las ventanas se cubren de cortinas y discursos interiores.

Va a su cuarto, mulle su almohada y recuesta al libro que dormirá con ella.










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