
-¿Te desperté?
-No. ¿Qué pensabas hacer?
-Iba a calzarme las deportivas y salir a caminar un rato.
-Si me das unos minutos, me tomo un café y te acompaño. Eso sí, tienes que prometerme que no recorreremos toda la ciudad ni intentaremos batir ningún record de velocidad.
Se lo prometí todo, por supuesto, y disimulé las lágrimas a punto de despeñarse de emoción.
23:00h- Raúl duerme plácidamente y Ron ha logrado un rincón a sus pies.
(Las mismas hojas de los mismos árboles aleteando nuevos verdes, recogiendo reflejos más esperanzados. Se perfila un horizonte en torno a la voz que me sostiene, tu voz. Tuve que vivir –vivirte- secuela intensa. Guardo por ello un puñado de palabras, cuyo deseoso contenido esboza el abrazo.)
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