miércoles, 28 de octubre de 2009

APUNTE III







Sí, aquel día sintió miedo. No de él. Gris oscuro, el cielo bramaba en silencio. Había leído el mensaje anónimo y no supo cómo interpretarlo. Tal vez fuera una "broma" de cualquiera de sus amigos.

Al acostarse, el lecho se convirtió en un desierto poblado de fantasmas. Se dijo que su actitud era infantil, que le estaba dando importancia a una nimiedad.

Al fin y al cabo qué sabía de él, volvió a repetirse, dudando. Y sin embargo, el temor procedía de otro lugar. De algún recóndito sitio dentro de sí misma.

Finalmente se durmió... Y él bailó con ella.







2 comentarios:

  1. Tu página es una magnífica página.
    Este universo blog es tan extenso que maravillas como la tuya quedan perdidas entre la inercia de lo conocido.
    Y es una lástima.
    Pero es que el tiempo es tan escaso.
    Y los ombligos son tan, tan grandes.
    El mío es una obra de arte de una partera anónima pero ni tiempo tengo de verlo (aunque sé que está ahí)
    Te envío mi saludo en esta tarde que bien parece de primavera. Aunque está tan oscuro…

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  2. Agradezco tu comentario, aunque me parezca desmesurado.

    Que nadie te diga que las cosas se pierden en la inercia de lo conocido, es cierto que el tiempo es escaso y no se puede conocer todo, pero algunas cosas sí, por ejemplo tu estimulante blog.

    Tu ombligo no lo conozco, si es una obra de arte no estaría mal que le hicieses el honor a la partera y nos dejases ver una foto, jajajajaja... El mío no es muy grande, pero ya no tiene nada que ver con la habilidad de la partera, esa es la razón por la que siempre que adjunte fotos de ombligos serán otros, grandes o no.

    Siempre te leo, Pedro, aunque no deje huella (a veces te leo con los guantes puestos).

    Un beso grandote.

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