ANONADADA NOCHE INTERIOR...

jueves, 10 de julio de 2025

HIPPIE

 



 
El sitio no era muy grande, en ese pequeño espacio, bien acomodados, unas veinte sillas y una pequeña tarima donde había una banqueta y un micrófono. Un foco lanzaba haces de color dorado hacia la banqueta. Arrimados al mostrador de madera dos chicos de edad indefinida conversaban con el camarero, los tres llevaban el pelo un poco largo y vestían despreocupadamente. Uno de ellos, el más aspaventoso, lucía pantalones amplios de mil rayas y una camisa blanca de cuello mao.

Había llegado pronto, en realidad me había tropezado con una pizarra que indicaba una sesión de cuentacuentos. El trabajo me había dejado exhausta, sentarme allí en una de las últimas sillas, zona del bar penumbrosa, con una botella de cerveza, disminuía mi cansancio. La barra estaba muy cerca con lo cual casi podía oír la conversación de los tres chicos. Palabras sueltas a las que no pude dar un significado pero me gustaba el tono de sus voces.

Comenzó poco a poco a llegar gente, fueron sentándose en las sillas de forma aleatoria. Hasta mí llegaron los efluvios de una colonia cuya composición incluía el pachuli. Evidentemente esas notas de pachuli correspondían al chico de los pantalones mil rayas. La fragancia llegaba suave, como una pequeña ola que se deshace sobre la arena. Al olfato, se sumó el sentido del oído: un murmullo de gente conversando en voz muy baja. Comencé a sentirme bien y a decirme que entrar allí había sido una gran idea. Siempre me había gustado que me contaran historias.

Las sillas se habían llenado por completo, la convocatoria había sido un éxito. A quién no le gusta que le cuenten un cuento antes de irse a su casa? Llegar con una historia en el corazón mutaba el día.

El chico que estaba al otro lado de la barra, salió de allí se subió a la tarima y cogió el micrófono. Presentó a Eduardo apodado el "Hippie", el contador de cuentos. El título era Un viento azul. El Hippie, con sus pantalones mil rayas, tomó asiento en el taburete y comenzó a narrar la historia. Su voz era muy agradable. Y yo me perdí junto con mi imaginación en lo que contaba, algunas veces solamente a mí.

La gente aplaudió mucho y yo que también aplaudí lamenté que terminara el cuento. Pagué mi cerveza salí a la calle y encendí un cigarrillo, todo lo hice automáticamente ya que mis sentidos habían quedado atrapados por la trama del cuento.

Caminé hasta mi casa y mi último pensamiento esa noche fue ir al rastrillo y comprarme unos pantalones mil rayas. La colonia con pachuli había puesto una pincelada nostálgica en mi conciencia. 





jueves, 3 de julio de 2025

AROMAS

 



Esos no son mis olores, huele a pulpa de tomate. Pienso en un tomate fresco y siento náuseas. No es el tiempo de sus aromas frescos del mediodía, es medianoche. La luz de las luciérnagas marca en el calendario una noche de aceite crudo. La noche debería tener un aroma feliz de jazmines, como en el sur. Otras veces el ajo dentro del aceite elimina el encanto del atardecer, borra el olor del salitre. Si puedo entro en los comedores donde la variedad de las comidas no impregna el aire. El mundo, irónicamente, se vuelve comida mientras en algunos sitios la gente muere de hambre y de fragancias pestilentes de cuerpos putrefactos.

Viene a salvarme el incienso con sus efluvios maderosos. Pone otro sentido a los sentidos del alma. La noche se calma y la oscuridad despide a sus fantasmas.

En las mañanas poso mis pies sobre la hierba recién cortada, mis pasos en la alfombra etérea, en tanto digo las palabras que te recuerdan. Convoco a la dama alucinada que será la luna de esta madrugada con el aroma a sándalo. La madera perfumará mi morada en el sueño de plata.

Los seres inmortales huelen a flores y a escarcha y tienen alas transparentes de vivos colores, que indican la senda por dónde vamos a partir.

Hay un fragante destino en mi almanaque.




viernes, 4 de abril de 2025

RUPTURA


 



una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página
(Julio Cortázar - "Ahora escribo pájaros")

No, no es tan sencillo. Se ha roto, hacía mucho tiempo que no se rompía un vaso en casa. Fue un golpe. La fractura no fue inmediata. Sucedió por la noche. El vaso estuvo intacto hasta la mañana siguiente. La fractura se estuvo fraguando en el silencio.

Pensé en el Kintsugi.

Recibió el impacto de otro utensilio y no dio muestras de ninguna consecuencia. Sabía que había quedado herido, a pesar de su apariencia indemne. Permaneció allí, en la misma posición, arrimado a otro vaso de color amarillo, vacío, de transparencia impecable, como si nadie lo hubiera usado.

Se apagaron las luces, era esa hora en que toda actividad deja de tener obligatoriedad. Cuando se cierran las celdas y preparas la mirada para seguir las letras del libro que te espera. Un tiempo de reposo y de ficciones.

Noche engarzada a viejos laberintos con espejos multiplicando las figuras. El vaso fingiendo estar sano, en la permeable imaginación de la salida, ofreciendo un contenido embriagador.

Acude a la pequeña celebración la imagen fantasmal de aquel primer brindis. Una escena muerta. Reencarnándose en las blancas paredes donde una mano atrevida escribe su nombre.

Los caracteres hacen resonar la voz del pasado y dan un salto enorme hacia el futuro.

Después los párpados bajan su telón en busca del sueño añorado. El vaso sigue allí esperando el amanecer.

A la mañana siguiente:

Guantes de goma, jabón y una esponja. Tomo el vaso sin grieta entre mis manos y todo se rompe. 





jueves, 3 de abril de 2025

MARGARITAS AMARILLAS





En sus tiestos, todas las plantas
desconocidas, nuevas,
me miraron de pronto
como seres benignos
que pedían respeto
dándome su cariño.
(Ida Vitale - "Invernadero")


A menudo pienso en un mundo nuevo, en el latido cercano que nos dejaste, en tus manos atrapadas por la tierra, en tu sonrisa hacia el verde o el colorido camuflaje de los parterres...

Pienso en regalarte mi amor tan secreto y enterrarlo a tu abrigo, que custodies ese pedacito de mi alma y las margaritas amarillas.

Creo que ha llegado el momento de embarcar tu risa hacia el horizonte marino. Podremos ponernos junto a ti bajo la bóveda celeste y unirnos en una plegaria de flores silvestres. Es posible que nos cuentes cómo se agita el oleaje nocturno, transmitiéndote los sueños de los viajeros. Tú misma atravesaste un océano ilusionada con el misterio de otras costas. Fuiste allí a buscarnos sin saber que llegaría la despedida. También encontraste el amor y danzaste con él hasta que los dioses vinieron a buscarlo.

Te llamamos algunas veces sin darnos cuenta de que te has ido al lugar de los abrazos, donde la luz te acoge. Te nombramos una y otra vez como si todavía pudieses participar de nuestras dudas y aflicciones, esperando que de algún modo te pronuncies y nos aconsejes.

Vivimos en la utopía azul de tu mirada que nos protege aún desde alguna parte, como si fueras a abrir la puerta y sentarte entre nosotras.

Sin embargo, tu ausencia crece y madura en nuestro pensamiento, dispuesto todavía a errar y situarte en el presente. Eres suma de recuerdos cuando evocamos tus pequeñas hazañas y también las grandes.

Nos enseñaste la lucha vital y nos aferramos a tu ejemplo, para no decaer en las situaciones difíciles. Guardamos tu legado en nuestros pequeños cofres, donde palpitan los días.

Tu nombre se llama amor en nuestros labios.





sábado, 29 de marzo de 2025

EL CISNE

 




Olvida, sí, el delirio
de luchar con augures
y escombros. Mira sin afirmar.
El futuro no es tuyo.
(Ida Vitale - "Olvidar la distancia")


Escribe con tu plumaje blanco sobre la lámina azul de la ría: bríndame un verso de belleza nívea para la noche que acecha con su oscuridad tremenda. Bate tus alas sedosas y abrígame las palabras soñadoras.

Nada, perseguido por tu estela mágica, hasta la orilla silente donde se escondió mi grito. Deja allí el sedimento de tu hechizo y sálvame de la agonía penumbrosa y la impotencia que residen al borde del abismo.

Adorna con tu silueta ese paisaje que sospecha del límite nocturno en el que habitas cuando llegan las sombras. Cuéntame tu infancia triste frente a los espejos y cómo la bondad del tiempo renovó tu reflejo.

Muéstrame las caricias de tu vestido adulto al que el agua toca sin dejar huella. Alza tu cuello nevado y otea el horizonte con el orgullo de lo divino.

Yo tengo tu retrato en la infancia cuando aspirabas a ser bello y todos los símbolos decían lo contrario. Hoy miras el objetivo con lujuria desde tu querencia y tu cabeza hermosa se inclina en una reverencia.






viernes, 21 de marzo de 2025

AHUYENTANDO EL MIEDO


 



Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado/

como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.
(Julio Cortázar - "Nocturno")


La necesidad surge imperiosa, el miedo desciende y la habita después de la medianoche. La incertidumbre viaja de aposento en aposento con un pasaje de ida y vuelta y  la atmósfera asfixia a las ventanas. Es también en la noche que la soledad esgrime su mejor discurso. Aún es una soledad infantil, apenas balbucea frases ya gastadas.

Su letra no se asusta, despierta a intervalos regulares y toma notas: el invasor es un mal verso, intentando deconstruirle el placer poético a la madrugada.

Dibujó el sueño en el aire tibio del embozo y lo guardó a buen recaudo en el lugar que ocupa su colección onírica. También puede tramar sueños sin soñarlos.

A veces la oscuridad le trae un amor y la noche se calma. Otros días es la música la que aconseja a sus sentidos. Rememora el baile bajo los tejados en la ciudad que la preñó de canciones.

Desata nudos en las tertulias aflojando la desmemoria. Ilumina la esquina de los enamoramientos atenta a los añiles nocturnos. El oxígeno purificado respira el canto de los grillos.

Enmudece una voz avinagrada pronunciando  exabruptos que rebotan en las paredes y trepan hasta las cornisas. A veces se oye un himno de paz saltando de farola en farola llamando al baile a las sombras que caminan.

Hay un acuerdo campestre en los sonidos de esa parte de la urbe, alejada de los gritos y las promesas de venganza.

Ya nadie quiere derramar el rojo elixir de los latidos.





domingo, 16 de marzo de 2025

SE CAE DE SUEÑOS


 




Le cortamos el pelo del llanto,
las uñas del banquete, las pestañas del sueño/
(Julio Cortázar - "Sueñe sin miedo, amigo.")

Se levantó de la cama y se frotó los ojos para borrar las últimas imágenes de un sueño terrorífico. Necesitaba un café cargado con urgencia. Estaba asustada, había soñado vívidamente y ahora no sabía cómo despertar por completo.

Se puso una bata roja y salió al pasillo que le pareció más largo y más tétrico. Las telarañas de la pesadilla enredaban sus pensamientos. Ya en la cocina puso agua y café en la italiana y pensó que nunca había investigado el porqué de llamarse de esa forma. Simplemente no le había interesado. En unos minutos el sonido típico del café cayendo dentro del recipiente superior la sacó de ese estado, en cierto modo, catatónico. Se sirvió el café y encendió un cigarrillo. Dio una calada profunda y vio cómo el humo la rodeaba al exhalarlo. El aroma del café brasileño entró placentero en ella al dar un largo sorbo.

Fue al baño con la taza en la mano y se miró en el espejo. Las ojeras marcaban y hablaban de la noche terrible que había tenido.

Volvió a la cocina y apagó el cigarrillo en uno de los ceniceros apilados en un rincón de la estantería. Se sentó y terminó su café tomando conciencia de la hora, si no se daba prisa llegaría tarde al trabajo. Miró sus manos y observó un ligero temblor. El miedo aún no la había abandonado.

En la ducha revivió el sueño: corría desesperadamente por una calle oscura y detrás de ella iba alguien con un cuchillo en la mano, se despertó cuando la alcanzaba.

Ya era libre, estaba despierta.


Foto: Paula Toral

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