No
hay una única puerta, además están las ventanas, la habitación me
incluye en el silencio cerrado y gris. Abriré cada una de las
puertas y cada una de las ventanas, eludiré ese silencio y daré
entrada al sonido.
Por una de las ventanas se acerca, libre,
una canción que de alguna manera me nombra. Las palabras amigas
construyen un hilo que sigo y salgo a la luz brillante y rosa de un
atardecer despejado. Camino por la orilla de espuma y veo cómo la
tarde saluda en despedida al sol.
Ya he salido. Ya miro los
diferentes paisajes que conforman este espacio abierto, donde la
ventana es un horizonte, un lomo de agua al que seguir y alabar. Un
posible sendero libre.
En el rostro de la playa se dibujan
sombras de huellas que ya partieron hacia otro mundo. Cuántos mundos
probables a donde dirigirse, cuál de ellos se ajusta a los
principios de la libertad a la que aspiramos: todas las puertas
abiertas, todas las ventanas un paisaje.
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