viernes, 4 de abril de 2025

RUPTURA


 



una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página
(Julio Cortázar - "Ahora escribo pájaros")

No, no es tan sencillo. Se ha roto, hacía mucho tiempo que no se rompía un vaso en casa. Fue un golpe. La fractura no fue inmediata. Sucedió por la noche. El vaso estuvo intacto hasta la mañana siguiente. La fractura se estuvo fraguando en el silencio.

Pensé en el Kintsugi.

Recibió el impacto de otro utensilio y no dio muestras de ninguna consecuencia. Sabía que había quedado herido, a pesar de su apariencia indemne. Permaneció allí, en la misma posición, arrimado a otro vaso de color amarillo, vacío, de transparencia impecable, como si nadie lo hubiera usado.

Se apagaron las luces, era esa hora en que toda actividad deja de tener obligatoriedad. Cuando se cierran las celdas y preparas la mirada para seguir las letras del libro que te espera. Un tiempo de reposo y de ficciones.

Noche engarzada a viejos laberintos con espejos multiplicando las figuras. El vaso fingiendo estar sano, en la permeable imaginación de la salida, ofreciendo un contenido embriagador.

Acude a la pequeña celebración la imagen fantasmal de aquel primer brindis. Una escena muerta. Reencarnándose en las blancas paredes donde una mano atrevida escribe su nombre.

Los caracteres hacen resonar la voz del pasado y dan un salto enorme hacia el futuro.

Después los párpados bajan su telón en busca del sueño añorado. El vaso sigue allí esperando el amanecer.

A la mañana siguiente:

Guantes de goma, jabón y una esponja. Tomo el vaso sin grieta entre mis manos y todo se rompe. 





jueves, 3 de abril de 2025

MARGARITAS AMARILLAS





En sus tiestos, todas las plantas
desconocidas, nuevas,
me miraron de pronto
como seres benignos
que pedían respeto
dándome su cariño.
(Ida Vitale - "Invernadero")


A menudo pienso en un mundo nuevo, en el latido cercano que nos dejaste, en tus manos atrapadas por la tierra, en tu sonrisa hacia el verde o el colorido camuflaje de los parterres...

Pienso en regalarte mi amor tan secreto y enterrarlo a tu abrigo, que custodies ese pedacito de mi alma y las margaritas amarillas.

Creo que ha llegado el momento de embarcar tu risa hacia el horizonte marino. Podremos ponernos junto a ti bajo la bóveda celeste y unirnos en una plegaria de flores silvestres. Es posible que nos cuentes cómo se agita el oleaje nocturno, transmitiéndote los sueños de los viajeros. Tú misma atravesaste un océano ilusionada con el misterio de otras costas. Fuiste allí a buscarnos sin saber que llegaría la despedida. También encontraste el amor y danzaste con él hasta que los dioses vinieron a buscarlo.

Te llamamos algunas veces sin darnos cuenta de que te has ido al lugar de los abrazos, donde la luz te acoge. Te nombramos una y otra vez como si todavía pudieses participar de nuestras dudas y aflicciones, esperando que de algún modo te pronuncies y nos aconsejes.

Vivimos en la utopía azul de tu mirada que nos protege aún desde alguna parte, como si fueras a abrir la puerta y sentarte entre nosotras.

Sin embargo, tu ausencia crece y madura en nuestro pensamiento, dispuesto todavía a errar y situarte en el presente. Eres suma de recuerdos cuando evocamos tus pequeñas hazañas y también las grandes.

Nos enseñaste la lucha vital y nos aferramos a tu ejemplo, para no decaer en las situaciones difíciles. Guardamos tu legado en nuestros pequeños cofres, donde palpitan los días.

Tu nombre se llama amor en nuestros labios.





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