Esos
no son mis olores, huele a pulpa de tomate. Pienso en un tomate
fresco y siento náuseas. No es el tiempo de sus aromas frescos del
mediodía, es medianoche. La luz de las luciérnagas marca en el
calendario una noche de aceite crudo. La noche debería tener un
aroma feliz de jazmines, como en el sur. Otras veces el ajo dentro
del aceite elimina el encanto del atardecer, borra el olor del
salitre. Si puedo entro en los comedores donde la variedad de las
comidas no impregna el aire. El mundo, irónicamente, se vuelve
comida mientras en algunos sitios la gente muere de hambre y de
fragancias pestilentes de cuerpos putrefactos.
Viene
a salvarme el incienso con sus efluvios maderosos. Pone otro sentido
a los sentidos del alma. La noche se calma y la oscuridad despide a
sus fantasmas.
En
las mañanas poso mis pies sobre la hierba recién cortada, mis pasos
en la alfombra etérea, en tanto digo las palabras que te recuerdan.
Convoco a la dama alucinada que será la luna de esta madrugada con
el aroma a sándalo. La madera perfumará mi morada en el sueño de
plata.
Los
seres inmortales huelen a flores y a escarcha y tienen alas
transparentes de vivos colores, que indican la senda por dónde vamos
a partir.
Hay
un fragante destino en mi almanaque.
❤️ A mí tampoco me interesa mucho el tomate.
ResponderEliminar🤣
EliminarA mí no me interesa a medianoche
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