Había
matado la negra oscuridad encendiendo la lámpara. Todo adquirió su
verdadero perfil. La forma hechicera de los objetos en la noche.
Salió a la calle, caminaba como en un sueño, asombrándose de lo
que encontraba a su paso.
El
afilado cuchillo relucía. Su mano dudaba. Su pensamiento era un
fuego ardiente que le quemaba en las sienes, debajo de la doblez del
gorro de lana. Se lo había calado hasta las cejas para que
disimulara sus rasgos.
No
sabía cuánto tiempo había pasado. Escuchó una música silenciosa,
aunque ignoraba si estaba en su cabeza o fuera de ella.
Sintió
una humedad pegajosa contra su cuerpo y la vio, su ropa estaba
manchada de sangre roja, el cuchillo también.
De
su boca salió una voz muda que dijo cadáver. Dio media vuelta y
volvió a buscarlo. Necesitaba esa prueba, encontrar el cuerpo que
había apuñalado.
Cuando
llegó, las luces azules palpitantes le esperaban, tal vez la víctima
había pedido socorro. No tenía la certeza porque no oía, aquella
música silenciosa estaba en su cabeza, en ese instante lo supo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario