"Aquí, la muerte es amarilla como el sabor del pan." Julio Llamazares.
Desde
este contrariado contratiempo pongo mi afán en el olvido. Destiempo
para pensar en los sentimientos que acuden. Soy contrariedad a ratos,
lo que sucede no se puede detener, es la ley de la naturaleza. Sólo
cabe reflexionar de forma positiva sobre lo que está ocurriendo. Se
está yendo. El reloj de arena agota sus granos hora a hora,
elaborando una despedida que no deseo triste, sino como el fin de su
etapa vital cumplida con creces.
Os hablo poco y muy despacio
desde que tenemos conocimiento de lo que sucede. Estoy preparada,
aunque contrariada porque el hecho que va a tener lugar no se puede
evitar, pero lo acepto. Y os hablo de lo que siento. Y me habláis de
cómo os sentís vosotras.
En algún lugar de este sendero
está también nuestra parada, como si bajáramos de un autobús en
un sitio desconocido y nos costara cierto tiempo orientarnos. Pero
eso lo dejaremos al sueño, que agita sus hilos nocturnos.
Ahora
estamos sentadas en una sala de espera donde predomina el blanco y
conversamos en voz muy baja. Murmuramos, aunque no es necesario. El
ocaso de su vida baja nuestro tono de voz, vosotras también estáis
preparadas, el contratiempo nos ha proporcionado espacio para la
aceptación serena. Porque todos partiremos cuando llegue nuestro
instante.
Él también se irá pronto, la edad ha construido
un castillo de naipes cuya dimensión va cediendo a la ley
gravitacional. Sus paredes están desmoronándose poco a poco. Los
cimientos fallan en su equilibrio cotidiano. El sol lo llama y él
retrasa su llegada.
Todas las vidas disminuyen. Desde que
nacemos somos temporales y caminamos contra el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario