miércoles, 16 de septiembre de 2009

Miguel Hernández



ANTES DEL ODIO



Beso soy, sombra con sombra.


Beso, dolor con dolor,


por haberme enamorado,


corazón sin corazón,


de las cosas, del aliento


sin sombra de la creación.





Sed con agua en la distancia,


pero sed alrededor.


Corazón en una copa


donde me lo bebo yo


y no se lo bebe nadie,


nadie sabe su sabor.





Odio, vida: ¡cuánto


odio sólo por amor!


No es posible acariciarte


con las manos que me dio


el fuego de más deseo,


el ansia de más ardor.


Varias alas, varios vuelos a


abaten en ellas hoy


hierros que cercan las venas


y las muerden con rencor.


Por amor, vida, abatido,


pájaro sin remisión.


Sólo por amor odiado,


sólo por amor.





Amor, tu bóveda arriba


y no abajo siempre, amor,


sin otra luz que estas ansias,


sin otra iluminación.


Mírame aquí encadenado,


escupido, sin calor,


a los pies de la tiniebla


más súbita, más feroz,


comiendo pan y cuchillo


como buen trabajador


y a veces cuchillo sólo,


sólo por amor.





Todo lo que significa


golondrinas, ascensión,


claridad, anchura, aire,


decidido espacio, sol,


horizonte aleteante,


sepultado en un rincón.


Esperanza, mar, desierto,


sangre, monte rodador:


libertades de mi alma


clamorosas de pasión,


desfilando por mi cuerpo,


donde no se quedan, no,


pero donde se despliegan,


sólo por amor.





Porque dentro de la triste


guirnalda del eslabón,


del sabor a carcelero


constante, y a paredón,


y a precipicio en acecho,


alto, alegre, libre soy.


Alto, alegre, libre, libre,


sólo por amor.





No, no hay cárcel para el hombre.


No podrán atarme, no.


Este mundo de cadenas


me es pequeño y exterior.


¿Quién encierra una sonrisa?


¿Quién amuralla una voz?


A lo lejos tú, más sola


que la muerte, la una y yo.


A lo lejos tú, sintiendo


en tus brazos mi prisión,


en tus brazos donde late


la libertad de los dos.


Libre soy. Siénteme libre.


Sólo por amor.

viernes, 4 de septiembre de 2009

DIARIO XIII

Pudor. Letra estertor de “streapper”. Tanto tiempo vacilado, pendiendo del hilo de la lluvia que amaga y después... Tejado ardiente: fervores, furias, fe, funambulismo, flaqueza, fusión, fetiche, “farol”, filamento, festín, festones, foulard, fiebre, foso, ficha, fanatismo, “fresco”, fonética, “fonostone”, football, fobias, favores, frenos, frenopático, falta, “fantasma”, fiar, “frena-doll”, “fiu-fiu”, forma, faz, falacia, foto, ferrocarril, farragoso, felino, flauta, fragancia, follón (sin comillas)... Y que nadie me asome a MR. FREUD a esta ventana discreta. El rubor me da en la diana, con acierto y desconcierto; luna otra vez clareando las penumbras de las azoteas.

Postergando esta costumbre de posar oraciones, convertir el folio (otra efe) en altar y redimir la deuda conmigo, he ido deshilachando el diario en puntos suspensivos. Sin embargo, sin olvidar los acontecimientos a la espera, “hoy es para mí”, ordené a la tinta y, así, con un apunte, un esbozo, un ejercicio de pulso, de equilibrio o desequilibrio (siempre a gusto del consumidor) en la palabra, sucumbo a la tentación de izarme bandera blanca y ondear en el espacio que me obsequio. Porque decir, ahora, literalmente, sin los aspavientos, elipsis, metáforas y demás artilugios que velan desvelando, no sería posible tras un silencio amenizado con susurros y préstamos a fondo perdido.

Abordar la hora, el oportuno momento, el instante ficticio, realmente imaginado, implora el requisito introductorio. Amalgama de ingredientes reales: fantasía, voz templada en el rincón silente, el cimiento real del que emerge el instante, una pizca de arrogancia, dos cucharadas de valor y la necesaria exclusión de un objetivo útil o práctico. Que el reproche simulado y clandestino, ese “bicho” que censura con su lógica aplastante, pierda fuerza y parcialidad, en la medida en que también esconde su cobardía.

Hace meses que abandoné la máscara y con ello asumí el riesgo y ciertos condicionantes que adquiere el nombre propio, por más que éste sea el más anónimo de los nombres.

La reja abre de cuando en cuando sus barrotes de auténtico hierro, con óxidos del tiempo –nunca hubo jaulas de oro- y deja salir bocanadas de aliento, duramente cosechado en la intemperie solitaria.

A determinadas horas del día, con la frecuencia de un anuncio de prometedora crema anti-edad, vienen los recuerdos, que jamás hallan edad concreta para instalar sus “aparecidos” entre la escoba y el libro, o la videoconsola y la rave...

No descarté del todo el abrazo, eso es cierto, aunque tampoco pude descartar del todo el temor. Y eso que apilé tanta palabra “amorosa” en el castillo de naipes, que nadie hubiese previsto mi involuntaria adscripción a la desmemoria del lugar en el que están situados los ases. Tal vez, la extensión de una construcción, cuyo material esencial es el sentimiento debiera ser más breve, o figurar en los planos con sus coordenadas y su rosa de los vientos correspondientes, a resguardo de huracanes y tornados.

Aún así, algunas noches plenas de plenilunio metódico, dentro de la anarquía en su forma de presentarse, sin fecha fija, veo latir un horizonte de luces. Y quiero creer a pesar de la distorsión que impone la distancia, que el pronóstico de sus matices coronados de ópticos haces, es un pronóstico halagüeño. Sólo algunas de estas noches, logran todavía una excepción majestuosa frente a tanta regla o norma mal aplicada. Sin embargo, sé, por encima del afán con que me capturan estos imaginarios hechos, que las columnas que los sustentan son de férrea realidad.

El apasionante vocablo que se ha dormido entre las páginas de tantos libros y tantas imágenes de películas, ese animal mutante en racional e irracional bajo el yugo de las emociones, tiende al exhibicionismo descarado, al protagonismo, suele mostrarse egocéntrico y llamar la atención dentro de cualquier historia e incluso de la Historia. ¿Podría, yo, desarmada, salvarme de sus caprichos y excluirlo o desterrarlo de la confusión de párrafos que engarzo? ¿Podrías, tú, aunque la duración del término (sin “acritú” ni segundas intenciones se limitase a la “conquista” y su materialización ecuestre, tú, prócer de lo romántico?

Puesto que este desliz de tinta, este secreto con “tintes” colegiales y caligráficos, no tienen más objeto que aplicarme en el discurso escrito, envolver el verbo entre palabras de regalo y transformarlas en presente, sería tarea inútil la interpretación del mismo. Y aún así, un resquemor casi imperceptible me impide declarar su total inocencia. Lo que sí puedo es asegurar que no hay alusiones directas, sólo elipsis o espirales..., de lo cual debería deducirse que no hay, pues, aludidos.

Finalmente (otra f), mirando hacia atrás, hasta ese punto aplazado, donde abandoné la continuidad del diario, no logro dejar de sentir la impresión de evasiva actitud, al posponer la noche anterior, tú nombre que me situó aquí de nuevo y la inclinación que siento, unida al compromiso, de centrarme en acabar el cuento de Alberto.

(00:00h- Esta vez no supe dejarme arrastrar por la corriente. La sensación que precedió al encuentro, se convirtió más tarde en un temeroso conflicto, revistiéndome de una materia que modificaba la estructura de mi piel, aferrándola al análisis.

Huí del tacto que el aire me había propuesto.)

Tejado alunado: frágil, filarmónica, fleco, falda, flaco, feliz, faneca, fundar, filántropo, Foucault, fuerza, fatídico, frondoso, foca, following (que no es lo mismo que fall low in), “fetuchini”, falsario, feroz, firme, fantástico, “fouciño”, fantoche, flamante, fortaleza, felpa, fieltro, frazada, “farruco”, fondear, faro,... ¿fin?




miércoles, 2 de septiembre de 2009

¡CONTINUARÁ!...




"Quizás la mayor preparación para sobrellevar la vida fuera aprender el arte de romper con todo lo que nos resulta atractivo o nos parece imprescindible...convertirse en un perito de las despedidas. " (Enrique Vila-Matas)

martes, 1 de septiembre de 2009

¡CONTINUARÁ!...


¡Todo era amor... amor!
Oliverio Girondo






¡Todo era amor... amor!

No había nada más que amor.

En todas partes se encontraba amor.

No se podía hablar más que de amor.

Amor pasado por agua, a la vainilla,

amor al portador, amor a plazos.

Amor analizable, analizado.

Amor ultramarino.

Amor ecuestre.

Amor de cartón piedra, amor con leche...

lleno de prevenciones, de preventivos;

lleno de cortocircuitos, de cortapisas.

Amor con una gran M, con una M mayúscula,

chorreado de merengue,

cubierto de flores blancas...

Amor espermatozoico, esperantista.

Amor desinfectado, amor untuoso...

Amor con sus accesorios, con sus repuestos;

con sus faltas de puntualidad, de ortografía;

con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.

Amor que incendia el corazón de los orangutanes,

de los bomberos.

Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,

que arranca los botones de los botines,

que se alimenta de encelo y de ensalada.

Amor impostergable y amor impuesto.

Amor incandescente y amor incauto.

Amor inderformable. Amor desnudo.

Amor amor que es, simplemente, amor.

Amor y amor... ¡y nada más que amor!




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