miércoles, 28 de octubre de 2009

APUNTE III







Sí, aquel día sintió miedo. No de él. Gris oscuro, el cielo bramaba en silencio. Había leído el mensaje anónimo y no supo cómo interpretarlo. Tal vez fuera una "broma" de cualquiera de sus amigos.

Al acostarse, el lecho se convirtió en un desierto poblado de fantasmas. Se dijo que su actitud era infantil, que le estaba dando importancia a una nimiedad.

Al fin y al cabo qué sabía de él, volvió a repetirse, dudando. Y sin embargo, el temor procedía de otro lugar. De algún recóndito sitio dentro de sí misma.

Finalmente se durmió... Y él bailó con ella.







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