Como peldaños,
la cúspide de los edificios
recorta el celeste firmamento.
Me acompaña tu idea y el color de tus ojos.
Mírame, soy sola ante un destino incierto,
soy superviviente de tus entrañas.
Ahora no hay excusas que me eximan de la vida,
que se atesora en los rincones donde te encuentro.
He de ser otra,
la que fui ya no te tiene.
Tus manos, nidos de consuelo en cada caricia,
me dijeron adiós desde ese lugar
que habitabas como centinela de tu estirpe.
Mírame, en el secreto baldío de la noche,
que sigilosa te menciona.
Mírame, anuncia la mañana
la nueva estancia donde respiro
y te hago partícipe de la herida sanando.
Ahora que tus azules se cerraron para siempre,
te digo hasta promto porque la rueda gira y gira
y nos arrastra por mundos incomprensibles.
Mírame, ya estoy dispuesta a enjugar mis lágrimas.