jueves, 30 de abril de 2015

HILACHAS


A ratos, estos ratos desasistidos, hilachas de una jornada, componente de otra, pienso en abandonarme en el interior de un baúl. Como un recuerdo al que se volverá en otro tiempo o no se volverá sino con intención de vaciarlo. Otra opción deseable sería enviar baúl y contenido a algún lugar lejano del mapa. Del mapa del mundo, por supuesto.

Porque son esos segmentos al borde del lecho, cuando el espacio que separa del mismo es mínimo. El último café sobre la mesa, quizá el último literalmente. Ya se han tomado las notas pertinentes sobre los quehaceres del día siguiente y no parece más que una continuación absurda de todo.

Entonces viene la plegaria. De rodillas frente al ara del azar. Peticiones de un hecho fortuito que desarme este ensamblaje. Algo distinto y agradable.

La música distrae a la oración, la desmadeja, la fragmenta en imágenes, disloca cada articulación del pensamiento. El pulso quiere seguir la fantasía de las melodías, apartarse de sintaxis o significados, desmoronarse entre notas…

Es el vuelo repentino sobre encumbradas nubes. Roza las copas de los árboles. Atiende a la piedra grabada. Emula la brisa, mece hierba y flores. Abre un sendero sigiloso entre la noche soñada y los precipicios alejados. Expulsa su aliento, atravesando los intersticios de las murallas. Recorre la forma ondulada del horizonte y lo moldea en rectas líneas inalcanzables. Suelta pólenes en las cabelleras reposadas sobre las almohadas, bendiciones fértiles. Llega a los acantilados donde se ha tendido la culpa del oleaje y salta hacia un mar indudablemente extenso de emociones. Admite el mudo deambular de una historia inconfesable y rema contracorriente. Vaga desde el no al sí, mientras teje un sin embargo o un pero. Enciende el faro de las visiones nocturnas.

Confieso. Confusiones. Cataratas. Cantos. Cuentos. Cambios. Cúspides. Contratiempos. Cámaras. Corazonadas. Corazas. Catarsis.


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