miércoles, 22 de abril de 2009

FRAGMENTO (poesía)




Roberto Appratto

(Uruguay, 1950)

[De Levemente ondulado]



Es la voz de tu conciencia la que te habla

Y te dice: no has de sufrir.

Has de pensar en ti sobre todas las cosas,

Es decir en mí: sin distraerte

Con las ansiedades y los sentimientos de pérdida

Que te acechan a cada paso. Escucha:

Es la voz de tu conciencia la que te pide

Concentración y seriedad

Para pensar en tu vida.

Ésta es la voz de tu conciencia que te exige,

Desde ahora,

Escribir un poema por día.

Un poema.No es una broma

Ni una exageración: un poema por día

Te ayudará a limpiar tu espíritu

Para no sufrir. Repito: no has de sufrir

Por problemas amorosos, sino

Amar a ese poema que escribirás

Para no sufrir. La voz de tu conciencia

Vuelve a hablar: escúchame: no te pierdas

En los trajines del día.

No duermas tanto.

No vayas al cine

Sólo por pasar el rato.

Debí haber hablado antes. Debí

Haberte prevenido contra todo esto,

Pero esperaba que actuaras

Por ti mismo. De modo

Que me mantuve en silencio. Hoy,

Con una voz ronca, tal vez por el desuso,

Pero fuerte,

He decidido hablar, y por eso me estás escuchando,¿me estás escuchando?

Hablo con una voz pausada, serena, para decirte

Que te quedes así,

Sentado, si es posible, en actitud de cumplir

Estrictamente mis palabras: es en presente,

Es en imperativo, que te digo que te concentres,

Que te mantengas alejado del alcohol

Y de las malas compañías; que estés solo,

Profundamente solo,

Aun en presencia de los otros,

Que no harán sino molestarte

Con textos imprecisos, torpes, mal puntuados,

La expresión indirecta y borrosa de sus almas;

La voz de tu conciencia te dice que no los escuches,

Que limpies tus oídos,

Que te pongas de una vez

A escribir el poema. Ése es el llamado.

El poema permanece en ti como una fuerza invisible,

El ritmo de un contrabajo que va y viene

Sobre las inclinaciones de tu espíritu, hasta el otro día,

En que escribirás otro poema,

Como si nunca hubieras escrito antes:

Con una pose ingenua ante la salida libre,

Indómita, de tus palabras. Yo las guiaré, yo,

La voz de tu conciencia, capaz de ver el dolor

Y la imperfección en lo que has hecho.

Me dirás que es tu vida, pero es también la mía;

Tengo derecho, por tanto, a decirte que te calles.

La voz de tu conciencia exige, perentoria,

El respeto del silencio,

Del ejercicio espiritual

De un poema por día, y lo seguirás aun cuando

Los demás te indiquen otro camino:

Serás un hombre si puedes desoírlos y hacer

Solamente lo que te estoy diciendo:

no pienses en otra cosa; sobre todo,

No pienses en eso. La voz de tu conciencia

Piensa por tí

para que no confundas el ritmo de tu vida

con el de tu corazón.

Te lo dice, sólo por hoy,

esta voz, que advierte el desorden

en el uso inútil, operático,

de la fantasía, de la memoria,

de la ensoñación.

Deja que tu pasado,

a menudo abrumado por el dolor,

por la incertidumbre,

por la entrega absoluta a causas imposibles,

por la lenta pero implacable corrosión de tu orgullo

se evapore. Por eso te dice, una vez más,

la voz de tu conciencia que te quedes así, quieto,

y no sufras. Escribe tu poema, firme, sólido,

impasible, galvanizado en tu soledad, y estarás bien.

Ahora, con un gesto desprendido y generoso,

Con una sonrisa de aceptación, sin otra cosa que tu propia fuerza,

Escribe lo que te dictaré: empieza así:

***


“Los días de lluvia volvieron a convertirse en días dormidos sobre la mesa del viejo boliche, tallada de círculos brillantes, hasta que el neón rojo de la esquina la mortificaba con su taquicardia de noche alterada...”

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