viernes, 2 de julio de 2010

Sin diario II


"La niña Krumper me ha dicho, antes de irse a bailar, que hace mucho tiempo, cuando era aún más joven, antes incluso de la gran guerra, la orden que más le gustaba oír en los viejos buques era:

'Visitantes, abandonen el barco'.

Sólo después de esa orden comienza el viaje".
(TOKIO YA NO NOS QUIERE, Ray Loriga)



* * *

Y la idea del viaje da vueltas sobre la alfombra de la sala.

Amanda toma el cuaderno, que no es su diario, y traza garabatos, extraños mapas en los que engarza los pensamientos. Cuando no escribe en su diario, también escribe, el principio sin fin de un cuento. Esa voluntad de encadenar palabras, como si intentara amarrar el barco que navega a la deriva, debería servile para algo más que una relación de días más o menos disfrazados de intención poética en medio del caos que le afecta, que les afecta, piensa. Oye el profundo sonido de la respiración de su hermano.

Quizás un viaje a un lugar lejano le vendría bien a cualquier persona herida, el bálsamo de lo desconocido y diferente, desmontando, al menos por un tiempo, la rigurosa estructura de la rutina ineludible.

Los dibujos abstractos comienzan a apoyarse en palabras inconexas, columnas donde reposar las vértebras buscando nexos y sentido: los sentidos.



 
 


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