miércoles, 16 de febrero de 2011

LXI (61)



Sí, Mada, Raúl y Silvia persiguieron a la señora del bolso raro durante una semana, dice Amanda a su prima por teléfono. Un día, sentados en el portal frente a su casa, la vieron entrar con una pierna debajo del brazo. La mujer resultó más sospechosa todavía. Raúl y Silvia anotaron en sus cuadernos de investigadores en ciernes: las actividades a las que se dedica la mujer, objeto de esta investigación y sospechosa de tráfico de animales en vías de extinción, son más complicadas de lo que suponemos, hoy entró en su casa a las 18h con una pierna que no era suya.

La conversación es interrumpida por la risa de las dos primas, a cada lado de la línea.

Todo terminó cuando una de esas tardes, en que los detectives esperaban agazapados detrás de un coche, a que la señora saliera de una mercería, vieron cómo entraba en la misma la madre de Silvia. Poco tiempo después, salieron las dos conversando amistosamente. Siguieron, de todos modos, a las dos. Cuando se despidieron, Raúl y Silvia, acordaron que ella interrogaría a su madre al respecto, no creían de ninguna forma que la madre de Silvia y Vampi estuviera implicada en asuntos delictivos.

Al otro día, en el patio del colegio, sentados en el banco debajo del árbol, Silvia le comunicó a Raúl el resultado del interrogatorio. La señora en cuestión llevaba, efectivamente, poco tiempo en el barrio. Había venido desde el pueblo a cuidar a su hermano enfermo, éste algo mayor que ella, había tenido un accidente laboral en el que había perdido una pierna. La pierna, necesitaba algunos ajustes ortopédicos y mientras el hermano estuvo convaleciente de una fuerte bronquitis, la señora se encargó de llevarla a la ortopedia, razón por la que la habían visto entrar con la prótesis bajo el brazo.

¿Y qué pasaba con su bolso extraño, encontraron los detectives alguna explicación?, pregunta Mada entre risas.

Por lo visto Silvia le comentó a su madre que el bolso de la señora era muy raro. La madre le preguntó qué era lo que le parecía tan raro. La niña dijo que era un bolso de víbora y las víboras de determinadas clases están protegidas. A la madre de Silvia le dio un ataque de risa y le explicó que aunque esa clase de víbora estuviese protegida, no le importaría a nadie, ya que era una víbora de plástico. Es decir, que el bolso era una imitación de los de serpiente. El bolso debía de ser bastante feo y llamativo, por algo los niños se fijaron en él.

Amanda, dijo Mada, me encanta lo que os está pasando a los dos. Raúl me contó su sueño, es muy significativo.

¿Significativo?, pregunta Amanda. ¿Qué quieres decir?

Sobre todo, contesta Mada, es significativa mi presencia y el aplauso. Eso se explica fácilmente, mi grupo de teatro, los aplausos que suelen venir al final de una representación. En realidad, la higuera puede relacionarse con el árbol del colegio y mi presencia, de alguna manera aprobando lo que ocurre en la escena, está ligada a cuando le dije a Raúl que buscara su llave, que era una llave antigua y la ha encontrado en la infancia.

Prima, dice Amanda, me dejas perpleja. La verdad es que visto así tiene cierta lógica. Pero qué me dices de mi llave, yo encontré una llave, literalmente.

Eso es lo de menos, dice Mada. La llave encontrada no tiene importancia, lo realmente importante es la llave que abre tus puertas, las de tu alma, las de tu corazón.

23:32h-Abriendo y cerrando puertas la casa apacigua sus movimientos.

Está más cerca aquella lluvia impenitente. La piel crecida del diario olvidado, bajo la cortina transparente. Corríamos a resguardarnos, aquella tarde llovió todo y el sonido fervoroso de la tormenta fue nuestra banda sonora.

Ya no temo abrir las puertas de mi viejo diario y encontrarte, ahora te busco como fuiste y me busco como fui, quizás comprenda lo que somos.

Tal vez todo haya regresado, incluso tú.



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