lunes, 19 de abril de 2010

Y sin embargo, te quiero.



“Éste era el amor que él había planeado, y hasta que este plan suyo tuviera el más mínimo atisbo de poder cumplirse, no tendría más contacto con Mónica, porque si en algo no podía ya equivocarse era en esto, porque si a alguien quería a estas alturas de su vida era a Mónica, aunque no la quisiera en absoluto. Y no porque ella no lo mereciera, sino porque él estaba ya enamorado y hasta la muerte de otra mujer. En fin, que este asunto del querer se le estaba complicando a ojos vista y ya no sabía dónde había dejado los guantes ni qué hacer con las manos.” (YA SÓLO HABLA DE AMOR, Ray Loriga)



* * *

Sauce. Llorón. Los almendros en flor y el jardín pintado, un jardín solitario. Ése al que no accede la reja de la ventana. Me siento en el suelo, hago garabatos en un papel. Ya no dibujo lunas. El beso se perdió con el mensaje. Escribo “tequieros” que de nada sirven. Tengo dos corazones rotos, uno en cada mano y un mirada perdida en la oscuridad.

Y sin embargo, te quiero.

Había una guitarra detrás de la puerta de una de las casas, o en varias. Las mudanzas fueron frecuentes y el riesgo de otra siempre enseña sus garras. Nadie tocaba la guitarra, nadie sabía tocarla.

Los sauces llorones pertenecen a la infancia y a un jardín de verdad. Un jardín al que se le cortaba la hierba y se regaba. El mismo de las luciérnagas nocturnas.


¿Qué hora? La del centro del sofá. Noche/Interior/Pantallas. Una, dos. Estoy en la primera, una, sola, o contigo y con ellos.


Y una vez más haciendo garabatos... para no escribir tu nombre.


Leí en los posos del café. El reflejo está sumido en un sueño que golpea el cristal y entra. Era el ave revoloteando con su idea, una fijación en todos los términos que acuerdan y disienten. Curvas paralelas entrometidas, vierten su delirante imagen sobre el rectángulo, como un himno acunado en el eje de toda expresión. Desatado. El nudo renueva su fortaleza y, sin flaqueza, ata sutilmente.

Y sin embargo, te quiero.


Ahora te recorre lluvia, baja desde tus hombros y seduce, sol herido, alejado. Sólo una débil gota hasta el vértice, rememora la lágrima del placer en el sentimiento. En tu costado, más cálido hoy que nunca, se adormece, tibio, aquel atardecer.

Te quiero, sin embargo.
 
 





ME GUSTA

Seguidores

"Te podría contar..."




Archivo del blog