sábado, 5 de febrero de 2011

LVIII (58)


09:00h-Una variación en las costumbres. A las 6h, no fue Ron el que rascó a mi puerta, como suele hacer desde que ha regresado al dormitorio de su dueño, supongo que como compensación a su relativo abandono. Acordamos dejar las puertas algo entornadas, así estos paseos de Ron no alteran demasiado nuestro sueño, a las 7h suele volver al dormitorio de Raúl. Esta mañana, asomaron la nariz y el hocico ambos. Con un ojo cerrado, apoyado en la almohada, y el otro abierto en dirección a la puerta, les vi. “¿Preparo café?” No, no estaba soñando, era mi hermano quien lo decía.

A las 7h estábamos los tres en la cocina. A las 7:10h, Ron, sin café, salió hacia el dormitorio, seguro de que no había llegado el momento de su salida.

“Silvia y yo nos habíamos inventado un juego.”

Después de esta frase, Raúl se detiene con una sonrisa dibujada en sus labios y la vista puesta en el estampado del mantel “mandala”, regalo de nuestra Pitonisa y bautizado así por ella. Yo sigo con mi café y ya estoy convencida de que esta vez los posos van a dejar en el fondo de mi taza un ojo y en el de la de Raúl una flor. Mi sonrisa se amolda al borde de la taza, mientras miro su expresión ensimismada. Me temo que otra Silvia ha venido a visitarnos de la mano de mi prima y de la abuela, que cada noche le contará un nuevo secreto a su nieta Mada.

“En el recreo casi siempre estábamos juntos. Algunas veces con otros compañeros, pero casi siempre los dos solos.”

Raúl vuelve a perderse en el “mandala”, del que su memoria extrae la paciencia de ir recuperando los detalles.

“El juego nos lo inventamos una tarde volviendo a casa. Yo le dije que me gustaban las antiguas películas de detectives y ella dijo que le encantaban. Cuando sea mayor voy a ser detective, dije por decir, algo emocionado con la coincidencia. Yo seré detective y pintora, dijo ella. Tenemos que empezar a practicar, le dije yo.”

A las 7:30h Ron entra en la cocina, momento en que comienza a vislumbrarse el ojo en mi taza y Raúl se detiene en un lugar turquesa del “mandala” mantel. ¿Crees que nuestro amigo peludo podrá esperar hasta más tarde, si quieres yo lo llevo?, le dije al abstraído Raúl. Puede esperar, anoche salimos a las 2h a dar una pequeña vuelta, lo llevaré alrededor de las 9h. ¿Salisteis a esas horas?, pregunté extrañada. Los dos estábamos algo inquietos, me desperté soñando con la abuela y el abuelo. Así que no se me ocurrió nada más sensato, bajé con Ron a dar una vuelta.

Vaya, dije, otro con los sueños y los símbolos. Anda, cuéntame.


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