miércoles, 28 de febrero de 2024

XXI


 


    Como un vocabulario la piel también crece. Adherida a los huesos recita, siembra la semilla del aliento y los adjetivos más esplendorosos se deslizan vértebra a vértebra por el camino de la noche. No te nombra más que el silente tacto de las estrellas lejanas. Qué diría un verso transgresor y evanescente rodeando la cintura de la playa, en la que se imprimieron nuestros pasos juveniles.

    Éste es otro tiempo suspendido sobre la cornisa del edificio en el que yace la piel joven. No nos acercamos a él sino con un pensamiento nostálgico, que deriva de nuestro cabello nevado.

    Las manos alejadas de cualquier acto de ternura, se muestran parcas en susurros y ya no enseñan caricias o saludos de ahora. Brindan aplausos huérfanos de emociones y se esconden en los bolsillos de otras pieles del pasado. ¿Por qué arrebatarles un posible futuro?

    Hay, en clave, un enigma que pretende con su magia instalarse en un presente ilusionado.



martes, 20 de febrero de 2024

XX

 


    Mañana plomiza con tentáculos al cuello: un tempo de promesa primaveral. Vestimenta confusa, las calles se disfrazan con una gama de abrigos y chaquetas. Las temperaturas sufren desvaríos y caen escalón a escalón en un mínimo calor húmedo. Sobran guantes y bufandas.

    Mi pensamiento está exento de ramas desnudas, sólo el verde me alcanza.

    Mis ojos ven la vitalidad en la calle: caminantes, apenas el sol envía sus rayos. Cuando la casa aprieta y las paredes se acercan demasiado voy. Ellos pasean bajo los árboles de la peatonal.

    Pienso en esos amores que surgen al dar vuelta a la esquina de la vida. Era otro tiempo:desmesurado almacén de emociones.

    La taza de café humea y vuelvo a la juventud, cuando pensaba que allí se escondía el genio. Frotaba la cerámica y calentaba mis manos por la promesa silente de hacer acto de presencia. ¿Qué le diría al genio sobre los deseos del presente?

    Le hablaría de mi pequeña vida. De las horas enamoradas de los segundos y de los minutos. Quizá de un tiempo deformado por la sensación de acelerar en los relojes: una carrera de números simbólicos.

    Una pequeña vida sin hadas madrinas salvadoras. Porque ahora es distinto, mis manos y mis ojos sienten de otra forma las maneras de los días, sencillos como entonces, pero sentidos esencialmente diferentes.





sábado, 17 de febrero de 2024

XIX

 

    Cuando se incrustan las horas en el frío, y todo es invierno, sumo temblores de monedas en el bolsillo. Dejo entonces de amar el norte helado y rememoro el cielo de mis noches infantiles: veranos sin capillas, en el sur del hemisferio sur.

    Silbaba como los chicos y mis rodillas arañadas trepaban árboles con respeto.

    Ya pasaron muchos relojes de arena, dunas de años mayores desde aquella playa y sus aromas silvestres.

    Ahora mi estirpe vira y trae azogues desvaídos. Los ciempiés del latido emocionado al borde de un abismal concierto de días, sobre la meseta de las almas tardías.

    Cuando amaina el rostro del frío, navego contracorriente y giro a una primavera ancestral en la soledad de los cuartos.

    Una canción desciende cayendo en las sospechas de los siglos. Cuánto tiempo enfrascados en la bella mentira que sujeta el pasado. El presente da vueltas y engaña al ojo con un centrifugado que marea: baja y con rocas colmadas de vida, donde aparecían las estrellas de mar.

    El sol pone sus patitas de escarabajo sobre las lomas del horizonte y yo me rindo entre las páginas de los libros que me cercan: templos templados, plegarias y otras historias.





martes, 13 de febrero de 2024

XVIII

 



    Habla mucho este silencio herrumbroso de goznes oxidados. Murmura tras los espejos, el silencioso tiempo, con sus señales dibujadas en el rostro y en las manos. Silencio que silenciosamente exhibe discursos en clave recorriendo, de una en una, las ventanas. Alcanza los patios con una imitación de nocturnos grillos, las palabras amorosas esconden sus alas bajo los lechos habitados por sueños diluidos, como de agua tibia. Me dice secretos pasados. El oráculo de su voz presagia una vida plena y madura. Los colores de este silencio se extinguen en la madrugada con un rumor de aves dormidas.

    Soy dueña de mi silencio henchido de nombres, saludos y versos a deshora.




domingo, 4 de febrero de 2024

SIN TÍTULO - XVII

 


    Las primeras horas del día eran primordiales para mantener la calma de ese mar proceloso, que tendía a levantarse contra la playa, agitando los sentimientos. El graznido de las gaviotas, reiterativo, pronunciaba ecos en la lejanía de las barcas que regresaban con sus tesoros, mientras ella paseaba, plegando sus brazos en un gesto que abarcaba sus propias tormentas.

    El sueño vendría intacto de la mano de los sonidos de la luz adormecida, extendiendo imágenes poéticas en la noche prodigiosa que había atendido a los ruegos enviados. Fiebre de los últimos años añorando veladas plenas de significado.

    Nocturnidad fantasma y miedo transparente, otorgando la escasez a sus noches esquivas y presas del maltrato del ladrón que habitaba los recodos sin luz, cultivando la guerra, muerte de la paz.

    Qué objetivo triste y vano perseguía el acosador no invitado al banquete de los sueños eternos y simbólicamente bellos.

    Ella, así, dormida en el rompeolas, olvidaba la locura de su enemigo e intentaba continuar viva para sanar su alma y romper sus grilletes. Eso estaba claro, el enemigo sólo aspiraba a la muerte, pues todo fallecía bajo sus torpes manos.




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