viernes, 26 de abril de 2024

LATIDOS

 

Eran los últimos meses y hacía mucho calor. Andar era algo dificultoso, aún así salía a caminar orgullosa de mi desfigura. Ya sé que la palabra no existe pero a ella no le importa, lo primero que hará, pasado un tiempo, será inventarse palabras. Mantengo una conversación silenciosa con ella mientras caminamos por el parque. Respirar el aire colmado del aroma de los eucaliptos nos reanima. Sus movimientos son enérgicos, ha crecido tanto que los veo: mi vestido se mueve y cambia de forma. Ahora me suenan las tripas y sonrío pensando en cómo oirá ella ese sonido. Iremos a merendar algo y luego continuaremos el paseo hacia casa. Mañana tengo consulta médica. Desde que está ella me preocupo un poco cada vez que acudo. Tomamos un par de rosquillas y un café con leche. Ya han dejado de croar mis tripas, ella se mantiene a la escucha, pero no le diré nada hasta volvamos a la calle, en el bar hay bastante gente y no me oiría bien. Además, pueden pensar que estoy un poco loca.

Son las ocho y ella ya está despierta, lo he sentido en el estómago, una mano o un pie. La consulta es a las diez.

En la sala de espera no hay nadie y ella está algo inquieta. Nos viene a buscar la enfermera y entramos en el consultorio. Hay luces intermitentes en los aparatos. Me parece que la mayoría son azules, mi color favorito. El médico me saluda y me pide que me tumbe sobre la camilla junto a las luces. Mi vestido sube hacia arriba y su forma queda descubierta. El médico sonríe y me pone una especie de estetoscopio sobre el vientre, activa una palanquita diminuta y las luces azules parpadean rápido acompañadas por un sonido parecido al de un tambor. Entonces nos tranquilizamos, el ritmo veloz de las luces marcan los latidos de su corazón. Mi hija está en buena forma y el mes próximo nacerá.




domingo, 7 de abril de 2024

CITA CON EL PRESENTE



Las páginas del cuaderno repletas de sonidos

que perforan el discurso

de un sol oculto

que ruge y va instalando

en el horizonte su circular perfil.

Nado contra la corriente

de los sillones tranquilos

y va serenándose todo alrededor.

Apenas quedan recuerdos

de las letras que, encendidas,

pronunciaban tu nombre.

Ahora la calma, envejeciendo,

se atreve a imitar una parodia

de amores eternos.

Quién que diga

los eslóganes íntimos

de los abrazos tan perdidos

en las cumbres nevadas

y en las playas

sedientas de bajamar.

Yo cuidando la vida que me rodea

en tanto el horror se aleja de los minutos más desiertos

y de voz más sonora.

La luna aparece

cuando los cuerpos ya laten

en los bordes de las canciones

y se desdicen desde la piel del tiempo.

Qué simulacro

en las visiones vespertinas

del juego vital con una baraja marcada

sobre la mesa de los tahúres.


No hay ganadores ni perdedores

en la cita con el presente.





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