lunes, 7 de junio de 2010

Papiroflexia y bizcocho de chocolate.



“Fantasía” e “imaginación”, siendo palabras formidables, no dejan de pertenecer al corral de la realidad”. (SOMBRERO Y MISSISSIPPI, Ray Loriga)


… Y después de la papiroflexia de anoche, me levanté y desayuné frente a cuatro pajaritas de mayor a menor, dos barcos -ninguno de guerra, los dos de recreo-, tres aviones dedicados a vuelos trasatlánticos, el castillo desmoronado sobre el suelo... y, algo que no mencioné, varias pelotitas con notas que ya no sirven en distintos puntos de la sala.

De ahí hacia atrás, tengo un novio científico (no yo, sino blog abajo rodando), con aparentes buenas intenciones, aunque comienzo a dudar de su cordura, o sea, un científico medio loco. El chico de Blancanieves se quedó comiendo porras en un bar con una tal Andrea, dispuesta a arrastrarlo a una experiencia con muy pocos medios económicos. La experiencia de la crisis es algo contagiosa, como la gripe.

Y la realidad, pienso, son los números rojos, los escribes en negro o en azul y cuando vas al cajero ya están poniéndose rojos, no sé si de vergüenza o debido a las altas temperaturas. En ese momento sonó el timbre de la puerta. Un hombre balbucea algo que no entiendo muy bien y termina en “parker”. Le digo que ya tengo una estilográfica que no escribe y no pienso comprarme otra y cierro la puerta. Es curioso lo que les pasa a las estilográficas en mis manos, ¿será por el estilo o por algo relacionado con lo gráfico?

Volviendo a la papiroflexia y al bizcocho de chocolate, sigo reflexionando sobre si embarcarme y navegar a la deriva o si emprender el vuelo. Es temprano (08:00h) para tomar una decisión sobre algo crucial con las manos manchadas de chocolate.

A pesar de todas estas dudas voy a hacer un recorrido inverso sobre el papel, me digo y me lo digo en voz alta, para que mi “fantasma” se entere, tiene la facultad de leerme los pensamientos, incluso los malos y los pecaminosos (son los que más le gustan), y sepa a qué atenerse de hoy en adelante.


Por debajo del sofá asoma una sombra, una nube enorme y oscura, dice que lloverá. Tú sabrás lo que haces, le digo, no tengo paraguas, lo vas a mojar todo. Pero es que soy una nube, me dice, qué puedo hacer si no. Qué se yo, podías buscarte un viento que te llevara a dar una vuelta, es bueno tomar el aire de vez en cuando, le digo. Noto en su forma y en su color más claro que le ha gustado la idea.

La verdad, aun siendo mentira, es que tengo en casa un lío bárbaro, es decir..., pues eso..., un lío.



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