“… una muñeca sin cabeza, un paquete de donde salía una cola de pescado. Los albañiles, los estudiantes, la señora, el clochard, y en la casilla como para condenados a la picota, LOTERIE NATIONALE, una vieja de mechas irredentes brotando de una especie de papalina gris, las manos metidas en mitones azules, TIRAGE MERCREDI, esperando sin esperar al cliente, con un brasero de carbón a los pies, encajada en su ataúd vertical, quieta, semihelada, ofreciendo la suerte y pensando vaya a saber qué, pequeños grumos de ideas, repeticiones seniles, la maestra de la infancia que le regalaba dulces, un marido muerto en el Somme, un hijo viajante de comercio, por la noche la bohardilla sin agua corriente, la sopa para tres días, el boeuf bourguignon que cuesta menos que un bife, TIRAGE MERCREDI. Los albañiles, los estudiantes, el clochard, la vendedora de lotería, cada grupo, cada uno en su caja de vidrio, pero que un viejo cayera bajo un auto y de inmediato habría una carrera general hacia el lugar del accidente, un vehemente cambio de impresiones, de críticas, disparidades y coincidencias hasta que empezara a llover otra vez y los albañiles se volvieran al mostrador, los estudiantes a su mesa, los X a los X, los Z a los Z”. (RAYUELA, Cap.: 23, Julio Cortázar)
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Entonces vine yo, Maga, a jugar limpio, tú lo sabes. Pero ellos siempre lobos hambrientos. Tu niño llora y lloras tú. El amor de Oliveira no creo que haya sido. Sólo fue el tuyo, devotamente y con tanta admiración que te hacías imprescindible…
La vereda de entonces ya no está. Por ésta, de vez en cuando, sueltan un gato o una gata sucia y apenada y yo siempre me acuerdo de vos. Son sus ojos, Maga, esa profundidad de agua oceánica, donde a veces se hunde el sol desde lo alto. (En él los ojos son nocturnos, de mesa de café, cigarrillo y poemas. De tertulia con exposición de fotografía b/n al fondo y de música para hipnotizar serpientes, caracoles y todos esos bichos que se arrastran, adheridos a la tierra).
Contra cualquier conclusión concluyente, fuiste amada, Maga, de otro modo nada sabríamos de ti.