sábado, 5 de diciembre de 2009

05/12/2009 - Sábado.



Claramente, el día había extendido un permiso mágico. Y adjuntó imágenes generosas que hicieron desaparecer, casi en su totalidad, las amenazas de las primeras sombras de medianoche. No es habitual que el reloj se aleje tanto de la línea oscura en el instante del café.

No soñé, inventé un horizonte de nubes azuladas y agradecidas, las fotografié con una cámara enamorada y después adquirí la costumbre de ensamblar segmentos diseminados sobre la alfombra del dormitorio, fabricándome el manual onírico que deseó la piel.

Nadie puede imponer a un pasajero que nunca adquirió su billete en la forma autorizada. La araña trepaba por la porcelana de la bañera y su mundo parecía ése, sin embargo ayer tejía fuera de la ventana con intención de crear una frontera entre la brisa y las alas.

Te abracé, no lo dudes, entre bastidores de la madrugada, mientras los silencios acarician voces de tragaluz que juegan a tomar ciudades dormidas y ríen de los cansados huesos que moran colgados en la pasada fiesta de Halloween. A esas horas nadie entiende nada y menos abrazos furtivos, esquivando disparos de alguaciles y otras formas de control sobre labios y deseos.

Tomé nota del diálogo en penumbra, porque en ocasiones la luz vela palabras clave y contraseñas del amor, cuya terminología puede caer en desuso al menor descuido. Así, practicando memoria, repetí hasta el fondo de la taza, poso premonitorio, cada gesto y cada signo rescatado del estanque, donde peces resbaladizos colorean tus ojos.

No sé, estoy haciendo acopio de los antiguos apuntes y notas, estudiando los indicios del sentimiento, modelando esa apuesta que hice y que no quiero perder.










ME GUSTA

Seguidores

"Te podría contar..."




Archivo del blog