lunes, 18 de enero de 2010

Imagina.




Fue apenas un pinchazo, la zona había sido insensibilizada y casi no sintió cómo se introducía el fino transmisor M33.


El programa aún estaba en experimentación, sin embargo en los últimos meses habían avanzado lo suficiente y ya podía empezar pruebas con humanos.

Ella no dijo nada, en realidad no sabía que estaba participando en el experimento. Él quiso ir un poco más allá y puesto que se trataba de analizar emociones, reacciones, cambios químicos…, le pareció oportuno añadir el factor desconocimiento del individuo, se habían hecho un par de pruebas con la autorización de los participantes y en algún momento la información proporcionada había desvirtuado el resultado.

Esa misma noche comenzó a registrar las reacciones de ella.

Esa misma noche envió un fuerte impulso eléctrico y su ordenador almacenó la información.

Esa misma noche nevó sin descanso.

Esa misma noche se oyó el llanto desesperado.



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