lunes, 16 de agosto de 2010

SIN DIARIO XIV


Ligera brisa. Movimiento imperceptible en el aire y de nuevo eco, la voz rejuvenece.

Susurra a tientas lo que aún permanece intacto y enaltecido en los diarios de la niña. Primeros atrevimientos, sobre la piel del cuaderno, la piel de ella. Los verbos, luego, acomodando su cuerpo en la almohada y el sueño. Una mayúscula siempre en lo soñado y el nombre requerido en tantos renglones de la todavía infantil caligrafía.

Rodaban lunas como notas imprecisas fuera de su pentagrama, buscando compases y tiempos en el pulso acelerado, en las noches expectantes.

Minúscula llave, a buen recaudo, abriendo el secreto, su corazón de papel y tinta. Casi siempre en el silencio fortaleza de la habitación adolescente, abrir el instante, cada vez más segura, cada vez con más entusiasmo y mientras crecía el amor, crecía la intención de contarlo.

Como en una cápsula de tiempo inadvertido, aquellos momentos ejercitaban la voz desconocida de la niña y su sentimiento, que hallaba allí entre las páginas de su cuaderno, abrigo y permanencia.

Querido diario: Vampi también me quiere. Escribió un día. Leyó varias veces la escueta frase. Cerró el diario. Y antes de dormirse pensó en lo que significaban esas cuatro palabras. Tan pocas y tan grandes. Se dijo que serían las palabras más grandes y más importantes que escribiría, jamás podría escribir nada como eso.

Y antes de cerrar los ojos y entregarle la mirada al sueño, supo que aquella frase era sólo el inicio de algo mucho más extenso.

Amanda toma la mano de la mujer presente en la azotea y enciende una estrella que no estaba.

El humo asciende dibujando la silueta conocida.



ME GUSTA

Seguidores

"Te podría contar..."




Archivo del blog