domingo, 30 de mayo de 2010

With or without you.





Carver se sienta a su lado. Sabe que ha leído casi todos sus cuentos y la contempla indecisa, revisando un catálogo de libros... Ve que la ventana está abierta, algunas nubes dibujadas sobre celeste. Ella dice a veces “un cielo tipo Magritte”, mirando distraída.

Por la mañana, bastante temprano, la acompañó hasta un café y le habló de “Neighbors”, mientras ella miraba las marcas tatuadas sobre la mesa de mármol, como si pudiese interpretarlas o adivinar lo sucedido en los instantes en que se grabaron. Sabe que está pensando en otra cosa y ni siquiera ha reparado en esas marcas. Él le habla de todos modos de ese cuento, al fin y al cabo, es un intruso convocado por azar, un fantasma.

Ella toma el café, sin más, no hace nada por disimular ese aire melancólico.

Cuando salen a la calle, ella se detiene un momento delante de la puerta y Carver aprovecha para besarla en la frente. Caminan despacio y él le sigue hablando, ahora de su convivencia con ella. Le cuenta cómo le convocó con un sueño extraño, cuando releía uno de sus libros y cómo precisamente ese cuento le había convertido en su huésped. Le dice que a la mañana siguiente, cuando ella salió hacia su trabajo, él se sentó en su sofá y, sin intención alguna, encontró debajo de un cojín el diario. Se disculpa por la intromisión, por invadir de ese modo su intimidad, aunque sabe que los actos de los fantasmas no tienen ninguna consecuencia en el mundo de los vivos. Aparentemente no la tienen. Ella le mira un momento, sabe que no le ve, y sin embargo...

Le jura que pensaba marcharse al día siguiente, es lo que suele hacerse en estos casos, pero no pudo, porque ella esa noche tuvo otro sueño, no con él sino con otro hombre. También había sentido curiosidad por seguir leyendo su diario, qué daño puede hacer un fantasma leyendo las confesiones de una desconocida.

Ella para un taxi, Carver se sienta al lado del conductor y sigue contándole por qué se había quedado. El conductor la observa por el espejo retrovisor y le pregunta si le molesta que lleve la ventanilla abierta. Ella le dice que no. El conductor menciona el buen tiempo que está haciendo, Carver se remueve en su asiento con impaciencia, le molestaría bastante que ella le siguiese la conversación, quiere seguir hablándole de su estancia y de ese hombre con el que sueña abrazos. Ella le dice al conductor que sí, que la temperatura es agradable, que para estar en mitad del otoño no hace frío. En la radio comentan algo sobre un incendio y el conductor dice algo acerca de la responsabilidad de las autoridades. Carver gira en su asiento y le dice al conductor que si continúa le dará un puñetazo. No recuerda si era violento en su vida anterior, al parecer como fantasma y en esa circunstancia se altera un poco. Ella mira hacia donde está sentado Carver como si le hubiese oído y él le explica que no pasaría nada, el puñetazo de un fantasma no lo siente ningún vivo, ni los demás fantasmas tampoco. Para tranquilidad de Carver, ella no hace comentario alguno y el conductor desiste.

Cuando iba a reanudar su confesión el conductor dice que ya han llegado. Están delante de la puerta de un edificio extraño. Carver sigue los pasos de ella cuando se bajan y entran en el edificio. Es un hospital. Se dirigen al ascensor y suben hasta la tercera planta. Caminan por un pasillo casi hasta el final y ella abre una puerta con el número 323. Sólo hay una cama y junto a la cama una mujer de pelo blanco. Se saludan cariñosamente. En la cama yace un hombre inconsciente, conectado a varios aparatos. Las dos mujeres cruzan unas palabras y ella le dice a la mujer mayor que se quedará un par de horas, que puede irse tranquila a comer algo.

Carver comienza a sentirse incómodo, ella le habla al hombre que está inconsciente, le dice que lo extraña, que ha vuelto a leer aquel cuento del que hablaron la última vez, antes del accidente... Sigue hablándole y las lágrimas resbalan por sus mejillas. Entonces Carver lee, en un papel sobre la mesa que hay junto a la cama, el nombre del paciente, el nombre que ha visto en varios libros de la estantería de la casa de ella. Y entonces, apenado y cabizbajo, decide salir de la habitación, del hospital.

En la planta baja ve a la mujer mayor hablando con un médico y se acerca. Cuando llega a su altura, escucha: “si sigue estable, hay bastantes posibiliades de que despierte del coma, no puedo decirle más de momento..."

Esa noche, cuando ella está dormida, Carver se sienta en el borde de la cama, con uno de los libros del hombre inconsciente entre las manos y le lee. Unas horas más tarde, regresa al hospital y visita al hombre que yace en coma. La mujer de pelo blanco duerme en un pequeño sofá. Carver toma la mano del hombre y le habla. Le cuenta lo que ha leído en su libro, lo que ella ha escrito en su diario sobre él, todo lo que ha hecho en esos días desde que llegó a su casa y le habla de “Neighbors” y de los sueños de ella. Habla sin parar durante un tiempo sin medida y ve el sueño de él y el sueño de ella, como una memoria premonitoria.

Antes de salir de la habitación, ve que el hombre abre los ojos, mira hacia la mujer que duerme en el sofá y vuelve a cerrarlos.

Ya en la calle camina hacia una confluencia luminosa, comienza a amanecer...









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