“...porque me estoy quedando sin respuestas para tantas preguntas siniestras y porque tengo la sensación de que con la punta de los pies, estoy pisándome el talón de mis propias botas.
Finalmente me quedo dormido a su lado, aunque ella por supuesto lleva ya varias horas soñando con dios sabe qué otras cosas igualmente peligrosas”. (TOKIO YA NO NOS QUIERE, Ray Loriga)
* * *
Raúl está tumbado en el sofá de la sala y Amanda sentada en el sillón que está enfrente. Raúl le habla en un murmullo con lo ojos cerrados, divaga. Amanda ya no recuerda exactamente cómo comenzó la conversación, sólo atiende a las señales vitales en las frases de su hermano. Cuando el sopor ralentiza más aún las palabras de Raúl, le oye decir algo sobre un viaje, lejos, muy lejos... Y menciona algunos lugares casi indescifrables, porque el sueño se lleva las coordenadas y apenas deja sílabas sueltas. Le pareció que el último sitio apagado en los labios de su hermano era Japón.