miércoles, 18 de agosto de 2010

SIN DIARIO Y CON DIARIO XXV


Vampi utiliza algún truco, Amanda está convencida. Es la tercera mañana que encuentra libre el asiento a su lado. Se sienta y le mira por encima de las gafas, las mañanas siguen nubladas y no ve demasiado bien con esos cristales oscuros. Le pregunta. Y él le cuenta...

Querido diario: no sé qué pensar, Vampi es un ser extraño, un poco extraterrestre, diría yo.

Esta mañana le he preguntado si usaba algún truco para lograr que el asiento a su lado estuviese libre, es la tercera mañana que puedo sentarme con él. No sé qué haría si no lo estuviera, no sé qué haría él, quiero decir.

Tengo poderes, me dijo. Mi pensamiento es tan fuerte que al rato de sentarse, quien sea, tiene que levanarse. Nadie excepto tú puede soportar lo que pienso.

A mí me dio la risa, tan escandalosamente me reí, que toda la gente nos miraba.

Él no se reía, estaba serio, como si le hubiera ofendido mi risa. Me quité las gafas y lo miré, esperaba que dijera algo. Él se sacó las gafas unos segundos, me miró tan serio y de una manera tan profunda...

No le había ofendido, no me lo dijo pero lo sé, lo vi en sus ojos. Y vi algo inexplicable. Fue como si me hubiese resbalado de nuevo hacia adentro. Un deslizamiento suave, mientras se detenía el tiempo, hasta que volvió a ponerse las gafas. Me cogió la mano, miró hacia la calle y sabiendo que me había quedado en babia, me avisó que estaba a punto de llegar a mi parada. Hasta mañana, me dijo. Hasta mañana.

Querido diario, hasta mañana.
 

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