jueves, 27 de mayo de 2010

Imagina XV




 
GATTACA, 1997 (Andrew Niccol)



Esta es una hermosa película de ciencia ficción donde afortunadamente el guión cuenta más que los efectos especiales, algo que no es muy común últimamente. Sin quitarle importancia a las películas que sí llevan efectos.

Da gusto de vez en cuando encontrarse películas como ésta donde toda la atmósfera se consigue por medio de un guión de hierro (que describe una sociedad a camino entre la nuestra propia y la de "Un mundo feliz" de Aldous Huxley), los personajes (desde luego la historia de amor es muy buena sin caer en edulcorantes innecesarios) y unos decorados fríos y funcionales que bien se merecían la nominación al Oscar que recibieron.

La película además conlleva temas importantes que se están empezando a desarrollar ahora mismo, llamándolo a este proceso como una vida de "tecnología extrema", en donde no se considera el esfuerzo humano, sus esperanzas, sus deseos, su fuerza interna, su espíritu. Es una sociedad en donde sólo se considera una cosa, las muestras y los números que allí aparecen. (http://www.monografias.com)

“For someone who was never meant for this world, I must confess I'm suddenly having a hard time leaving it. Of course, they say every atom in our bodies was once part of a star. Maybe I'm not leaving... maybe I'm going home”.(Vicent Freeman, protagonista)

“There's no gene for fate”.



Domingo (18h)- Dunia abre los ojos y sonríe mirando al techo. Dos lágrimas se desprenden de sus ojos y se enredan, tibias, en el cabello. Extiende el brazo hacia la mesilla de noche y coge su móvil. Al encenderlo, saltan varias llamadas perdidas, todas de Walter.

Se levanta y va hasta el salón, sube la persiana y contempla el cielo entretejido de nubes, disponiéndose a anochecer entre añiles y carmines. Después pone música.

-Walter, soy yo, acabo de despertarme, lo siento.

Walter finge una preocupación y enfado equilibrados y no se altera cuando Dunia se excusa, diciéndole que necesita estar sola. En ese instante, Walter, pone en funcionamiento las cámaras, ve a Dunia sentada en su sofá.

Se despiden cariñosamente y acuerdan cenar juntos al día siguiente.

“Carol, Carol…” Greg toma un sorbo de vino y alza la copa como si brindara al aire. La voz de Ray Charles cantando Georgia, choca contra las paredes de la pequeña sala. Algo semejante al deseo viene con el nombre pronunciado y sumerge a Greg en la incertidumbre.





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