miércoles, 23 de junio de 2010

DIARIO II - DIARIO III



"Mensajeros en la noche anunciaron lo que no oímos.
Se buscó debajo del aullido de la luz.
Se quiso detener el avance de las manos enguantadas
que estrangulaban a la inocencia."

(De LA DANZA INMÓVIL, Alejandra Pizarnik)
***

[…]"Entre el antes y el durante, los puentes son sólidos y están hechos con sentimientos y convicciones, pero entre el durante y el después no hay puentes sino pasarelas estrechas y resbaladizas." […] (De ANDAMIOS, Mario Benedetti)


08:00h- Diluvia. Huele a café, un alivio después de la pesadilla. Fue tan real.



DIARIO III



Burbujas.

Absorbe aire como si estallara hacia adentro, se hunde en la quietud del agua y resucita tras una estampida de burbujas. Le ha costado mucho levantarse. Tuve que pasearme hasta el final del pasillo con la jarra de café humeante, entrar en su dormitorio y convencerle a base de fragancia. Ahora está sumergido en la bañera, parece un pez atrapado en un vaso de agua.

(Ayer. 06:30h- No podía dormir. Decidí ponerme las deportivas y bajar a caminar un par de horas. También me puse tu jersey azul. No sé cómo vino a parar a la maleta entre el resto de la ropa. Ni siquiera lo había lavado. Todavía huele a ti. Conté cincuenta baldosas hasta la esquina, un hábito que me ha sido contagiado, a veces un tic nervioso. Al dar la vuelta me topé con una parejita casi incrustada en la pared. Tan jóvenes. Tan temprano, o tan tarde para ellos. Casi sentí vergüenza del entrevero de manos, piernas, bocas, formando una sola pieza alejada de mi realidad en exceso rutinaria. Recuerdo que a estas horas la ciudad permanecía totalmente dormida. Todo ha cambiado, yo ya no uso calcetines hasta las rodillas y los horarios modificaron sus costumbres. Hay pocas personas todavía pero algunos bares ya han encendido las luces y otros las están apagando. Camino a buen ritmo, a mi espalda le viene bien este ejercicio. Rodeo la playa y después me dirijo hacia el interior, callejeando hasta llegar a casa. Todo está en silencio.

“Abrí las manos al mar como si pudiera detener su estirpe de piratas y agradecí esa calma silenciosa, que había planeado una mañana clara y tibia.”

08:30h- Pongo café y enciendo el ordenador. Hay dos correos nuevos, uno de Charly y otro de Lucía. Aún no contesté los de ayer. Por supuesto, no hay ningún correo tuyo.)

11:00h- Ha salido a dar un paseo, sin demasiada convicción. Está tan pálido. Ron se quedó sentado en el recibidor, hasta que oyó cómo se cerraba el portal del edificio. Después vino hasta la cocina, bebió y fue a acostarse en la alfombra de mi habitación, resignado a la adopción provisional.



(Baldosas y recuento. Los poemas no leídos y la sombra de la apatía, el olvido y la derrota, recostada en un diván lúcido. El tiempo cura las nubes y la tormenta. El horizonte, bandeja de oro, sirve su oráculo. La arena caliente de la tarde simula tu cuerpo: espejismo soñado, tu pecho sostiene la lágrima del éxtasis. Despierta, soy de una palabra que no pronuncio, porque la victoria es siempre el sentimiento.)



00:10h- “AMOR”, me duermo.









DIARIO I


¿Recuerdas cuando entreteníamos los verbos en símiles de astros y sembrábamos plenilunios sobre los interminables espacios que imponía la distancia?

20:00h- El mar y su vaivén, la indecisa costumbre de cosquillear entre las rocas. Te veo, no estás pero te sigo viendo. Aquí se abre la ventana al lomo del horizonte y la extensión del agua ya no me parece infinita, he descubierto la sutileza de su límite infranqueable. De alguna manera, esta ventana abierta no es sino un trampantojo que induce al regreso. Aún así, algunas noches pintan un bellísimo e ilusorio paisaje de brillos sobre la tela negra del agua.


Te busqué en todos los remites, en los extraños “asuntos” y en los confusos mensajes de plegarias e imágenes. Soñé la epidermis de tu espacio en éste tan lejano a tus costumbres, como si te hubieras convertido a la lengua primitiva de mis besos de papel.

21:00h- Los recovecos del cielo siguen siendo un presagio fantástico: es hora de matices, cuando los signos delatan el giro –el centro extraviado- en las variadas tonalidades.


Decía carmines y sé que tú –esperado- esperabas los labios del deseo mítico, traspasando la seda del aire: alientos cálidos fundiéndose, el verso delirante recorriendo el cuello de arena, humedad y salitre.


El faro cumple su estrategia de parpadearle al desamparo marino.

¿Fuimos peces, lo recuerdas? Y caímos en las redes tejidas por nosotros mismos, en intervalos de silencio y ausencia.

Algunos instantes oníricos me depositaron palabra abierta al otro lado y reclamaron sedientos la mano extendida sobre la espalda del mundo que ya no era: tu mano esculpiendo la forma que tendría el gemido al abrirse camino hacia Venus, en la galaxia más remota de alguna madrugada.

A sabiendas de la insalvable distancia y del desconocimiento de los gestos que nos rodearon en ese círculo mágico, la terca ficción impuso leyes atávicas y secretas, desvelando en la invisible piel abrazada el sortilegio del tiempo.

23:00h- A veces el viento, comparte su eco con la voz grave de un buque entrando en la bahía.



 
 

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