jueves, 22 de julio de 2010

SIN DIARIO X


Madrid extiende sus escaleras de cemento a los pies de la mujer que se reencuentra y espera. Los viajes acuden al borde de la barandilla de la terraza y se despeñan. Caen al vacío pedazos que no pueden repararse. Ardiente, el aire está quieto y aún así algo roza el brazo de Amanda.




De pronto la ciudad es Barcelona y el lugar una habitación de hotel cercano a la Plaza de Cataluña. Alberto ha salido de la ducha.

-Mientras te duchas tú, yo llamo al niño. No tardes, nos esperan a las 11:00h.

Amanda saca su neceser de la maleta y entra en el baño. Mira Alberto, que ya se ha puesto un pantalón y hojea su agenda telefónica, antes de cerrar la puerta. Al enfrentarse con el espejo descubre un gesto que comienza a grabarse en torno a sus labios. Desde la habitación llega la voz de Alberto. Busca el cepillo de pelo dentro del neceser y en uno de los bolsillos descubre un billete de cinco mil pesetas. Abre el grifo de la ducha e intenta recordar cuándo y por qué ha puesto ese billete en su neceser.

La presión del agua de la ducha deshace nudos y todas las preguntas sin respuesta inmediata pueden aplazarse.

Al salir del baño, Alberto habla todavía por teléfono, aunque ya ha terminado de vestirse, y la conversación termina con una seca despedida.

-¿Cómo está el niño?

-Había salido con mi padre. Hablé con mi madre y dice que está feliz, como siempre que se queda con ellos. Ya sabes que se convierte en el rey de la casa y hace con ellos lo que le da la gana.

-¿Con quién hablabas ahora?

-Con mi madre, ya te lo he dicho. Te espero tomando un café abajo.

-Vale.

Alberto sale de la habitación y Amanda abre el armario. Deja la puerta abierta y se acerca a la ventana, aparta un poco la cortina y ve que está lloviendo. Vuelve hasta el armario y abre por error el cajón donde Alberto ha colocado sus jerseys y sus camisas. Entre la ropa asoma una pequeña caja rectangular de color rojo. La curiosidad, conoce todos los objetos de Alberto menos ése, conduce su mano y la abre. En el interior, un bonito bolígrafo de plata con una inscripción. Amanda lee y vuelve a colocar la caja donde estaba. Abre el cajón de abajo y saca un jersey de cuello vuelto de color negro y descuelga de una de las perchas unos vaqueros.

Se viste de prisa. Frente al espejo del baño suelta su melena, la cepilla y acerca su cara para revisar ese gesto recién descubierto. Una lágrima resbala sobre su mejilla. La seca, apaga la luz y sale del baño pensando cuándo y por qué puso ese billete de cinco mil pesetas en su neceser.

Cuando llega a la cafetería del hotel, Alberto ya ha tomado su café. Ella se sienta frente a él y saca un cigarrillo, sus manos muestran un ligero temblor que Alberto no aprecia. Extiende su mechero y le da fuego.

-¿Te pido un café?

-Sí y una tostada.





ME GUSTA

Seguidores

"Te podría contar..."




Archivo del blog