Inquietud. La letra tira de mí
hacia el centro de la tarde,
donde el discurso de la noche
logra el tamiz de los colores
y todo se convierte en oscuridad
iluminada con el artificio de las luciérnagas.
Es un preparativo. El tiempo vespertino languidece
adaptando sus huesos a la calma que requiere la nocturnidad.
Te pienso. Ante tu total desconocimiento.
Conjugo voces que son nuestras pero ignoradas.
Bolsillos cargados de secretos. Años de lejanía,
mientras el mar modelaba tu rostro.
Volvía, como de costumbre volvía a no verte.
Ahora estoy aquí con el mismo temor de siempre.