lunes, 15 de marzo de 2010

DIA(RIO) S/N



“Un Actionman, en contra de lo que piensa todo el mundo, no es lo mismo que un Geiperman. El mío me lo trajeron de Londres cuando aquí lo más fabuloso que se había visto era la caja grande de “Todos los soldados del mundo de Comansi”. Un Actionman no sólo es más resistente que un Geiperman, sino que además agarra mejor. Al Geiperman se le acaban cayendo las pistolas y las linternas y los catalejos de las manos porque las tiene blandas y tontas””. (LO PEOR DE TODO, Ray Loriga)

* * *

Hoy era domingo, digo era porque siento que ya me duermo sobre el lunes. Aunque no lo parecía era domingo, y no lo parecía porque no llovió nada.

A las 09:30h me senté con el café frente al ordenador y leí unos artículos. Después revisé el correo y pensé que por fin a través de la ventana entraba un augurio de primavera. Y me dispuse a salir.

Algunas incidencias domésticas retrasaron mi salida. El agua caliente se había acabado misteriosamente, uno de los grifos debe gotear a traición. No me gusta salir a pasear sin ducharme y menos un domingo de pre-primavera, un domingo sin paraguas y con gafas de sol.

Subí la cuesta de Moyano hacia el Retiro, parándome en alguna de las mesas a revisar los libros de segunda mano, resistiendo la tentación de comprar.

Caminé hasta la glorieta del Ángel Caído. Allí me senté y saqué el libro que estoy leyendo. El sol entibió mis hombros y leí un capítulo con una sensación de serenidad que hacía tiempo no sentía. No me entretuve más, se había hecho tarde y emprendí el camino de regreso observando el colorido de los niños que patinaban o caminaban de la mano de sus padres.

Sobre la hierba, debajo de unos pinos un grupo de palomas picoteaban la tierra. Entre ellas un loro emitiendo fuertes sonidos, como si les reclamase algo. Luego voló hacia una rama insistiendo en su discurso rabioso. Le silbé y entonces el loro voló hacia la rama de otro árbol más alejado y el sonido se duplicó. Busqué con la mirada entre las ramas y en otro árbol contiguo, otro loro, que tal vez fuese lora, le seguía en sus gritos imperiosos. Tuve la impresión de que estaban felices. Fue la primera vez que vi loros libres.

Sonreí. Hasta aquí fue un domingo sin reproches.

Y ahora sin noticias ásperas, como si el mundo se hubiese tomado un descanso haciendo las paces consigo mismo, me dormiré sobre el lunes.

Y si me disculpan soñaré.



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