jueves, 7 de diciembre de 2023

SIN TÍTULO - XV

 


    El cielo bajo gris, se oye el llanto de los pájaros escondidos, se oculta también el astro y las manos se clavan en los bolsillos vacíos. Qué decir desde este rincón solitario, todo queda al arbitrio de los jueces metereológicos.

    Ayer lloró mi alma.

    Qué pena me asiste con un grito desgarrado en la garganta y después la paz. Como si hubiera expulsado a Lucifer, el ángel del mal. Viene además la distancia y el sentimiento, paso a paso dado en la dirección equivocada, se corrompe. Fragancia marchita de las flores abandonadas. Qué espejo se atrevería a reflejar el fondo turbio del estanque donde moramos.

    Las horas se pierden en un abismo de emociones maltrechas.

    Me arrimo al árbol de los libros y atisbo entre sus ramas una plegaria sanadora. Cómo vislumbrar lo cierto o lo incierto de este camino. Sin embargo persiste y me lleva a seguir tus huellas de amor incondicional. Sofocan las palabras de la debilidad y los rituales aparecen necesarios como una danza tribal. Mientras los designios de los símbolos se esperan con entusiasta devoción. Asumo parte de la ceremonia y no miento, son reminiscencias de la infancia.

    Qué haría con mis dudas frente a él que me ignora. Tal vez ya sea tarde para predicar con el ejemplo, será por esa causa que miro al cielo tormentoso y callo. Todavía no he osado inmiscuirte en los rezos acostumbrados, como mantras que me sirven de escudo.

    Sólo volver a verte con tiempo para medir tu indiferencia y saber si puedo incluirte en la oración hechizada.





miércoles, 6 de diciembre de 2023

SIN TÍTULO - XIV

 



    Evocación: medía la luz celeste cuando iba a verte. Destello tenue era triste como un pajarillo temblando en cualquier rama. Y estaban esos gorriones que daban diminutos saltos cuando llegábamos.

    Ahora te descubro de otro modo, sin la caricia de tu presencia. Haré un viaje hasta ti y para ello debo vencer al monstruo que se esconde y habita entre las cortinas. Anidaré bajo tu auspicio en tu punto cardinal de la rosa de los vientos.

    Hoy, el día, es un ápice de muda, como la sierpe titubeante que suelta su caparazón en un rincón del olvido, a veces carezco de la fortaleza necesaria para cruzarlo con entusiasmo y se desdobla.

    Soy como una exiliada de tu norte y ansío la llegada a mi verdadera estancia.

    Guardo tu promesa como un tesoro heredado.










lunes, 13 de noviembre de 2023

- XIII -

    Acudieron todas, por sorpresa, mis palabras de antaño. Las oía desde tan lejos, desde tan amado tiempo, desde tan certeros cantos...

    Mi voz calla hoy las consonantes, las vocales y la esencia de lo que fueron mis textos de luna creciente, menguante y el plenilunio dulce y magnífico sobre el lomo del mar.

    Ahora es hoy en costas pacíficas del Atlántico. El azul grisáceo de la placa marina y los encajes de la orilla.

    Oí esas canciones con mis palabras preferidas, el hechizo de la playa y su rocosa silueta adentrándose en la ventana oceánica. De este modo, colmándome de paisaje, descubrí las palabras del pasado enamorado. Un amor sin respuesta, mientras se sucedían los plenilunios.

    Hoy te cuento entre los seres que una vez habitaron mis vocablos, formaron oraciones y se fueron sin despedirse.

    Hoy la paz y mis palabras nuevas, oyen las pasadas y escuchan mares dentro de las caracolas que dictan el murmullo benéfico de las olas.

    Ayer fueron esos retazos de inspiración mundana y amorosa, hoy suenan renovadas vivencias y sobre todo las inquietudes del horizonte cesan cada día que celebro el cumpleaños de nuevos sentimientos.

    Las campanas tañen un discurso antiguo, que fue mío y ya no dice la verdad. Mas fue verdad entonces. Y todavía puede serlo.




sábado, 28 de octubre de 2023

SIN TÍTULO - XII



oscurecido, el cuarto, parece más pequeño,

las paredes se acercan en sombras unas a otras,

el ocaso de otoño pone luz de tormenta,

mis sentidos confusos trepan por las siluetas sombreadas de los muros...

se acerca la noche sin amenazas,

apenas está agotándose el día,

el azogue turbio del crepúsculo sólo devuelve mi espíritu,

hoy también te eché de menos

y desmadejé los fósiles de tus mentiras,

nada es recuerdo ya sino testimonio incierto,

en los rincones de la habitación bajo la penumbra

se asientan todas las dudas de otro tiempo,

invoco, a veces, tu forma exacta y me disuelvo en arrepentimiento,

tú no dices nada, ni siquiera los Oniros te traen,

un ser nocturno adelanta su paso

y ríe ante el templo del oráculo


la oscuridad lo ha cubierto todo, incluso tu nombre





lunes, 16 de octubre de 2023

SIN TÍTULO - XI

 

 

La ventana, que da a otras ventanas,

reprime un sofoco veraniego y mira

al centro del patio vecinal con un sueño de otoño.


Aparece un hombre vencido de vestimenta negra,

me besa en los labios y luego sonríe despidiéndose agradecido.

El sueño es indescifrable, el inconsciente duerme conmigo.


Las cortinas se niegan al baile porque alguien ha encerrado la brisa.

Y ese sueño sigue latente en el anonimato más absoluto,

resguardado en la nubosidad extrema.


Tal vez mis manos tiemblen nerviosas al recordar al desconocido.

Cómo se ha atrevido a surcar velas al viento por mi noche serena.

Decido que el miedo es inservible, los ritmos de Morfeo son inocentes.


Que tu palabra siga la ruta de las estaciones.

Si no deseas los sueños a cambio de la negrura de las noches infernales,

no seré yo quien te contradiga.


El terciopelo azulado del firmamento con sus brillantes dones,

me salvará de la muda calma de las simas.

Allá para tu regocijo no se sueña jamás.

Tampoco se adivina.

 

 

 

 

 

viernes, 13 de octubre de 2023

SIN TÍTULO - X

 

 


un misterio confuso se extiende a lo largo de la mañana

llueve

acude la esperanza de alejarnos de la sequía

y de este otoño tan cálido como tus ojos

tal vez seas tú el nombre silenciado

y esta lluvia se concentre sobre nuestros pensamientos

acontece un verso oscuro y lánguido

como si tuviera necesidad del borde de la noche

esta temporada mi edad camina por el eje del vértigo

asumiendo circunstancias que abandonan posturas juveniles

todavía es pronto y puedo mirarte en el pedestal nocturno

nadie lo sabe y llueve

la canción que hablaba de tormenta baila alrededor de tus pies

es una danza chamánica y te dice

la tarde tendrá voces de amigos que no te conocen

en el aire se funden los reflejos de todos los espejos que visitamos

soy hoy otoñal emblema de lo que nace en el templo tardío

nuestras manos se entrelazan con la efeverscencia de la mañana

así en el centro del vértigo

nos sentimos libres sin tenernos




 

miércoles, 4 de octubre de 2023

SIN TÍTULO - IX

 

 


Las habitaciones vacías tienen los secretos al aire.

Qué ráfaga de viento dice el nombre de antiguos habitantes.

La casa llora por nosotras y guarda un silencio añil

de promesa verdadera.

Mis manos acogerán los bienes y regresarán mis sueños.

Seré, clara expectativa en un susurro

y las rendijas de las noches emitirán los sortilegios más hermosos.

Estarás conmigo, compañera y viajera ausente.

Serás, de algún modo, cada poema escrito en tu sutil presencia.


 

jueves, 28 de septiembre de 2023

SIN TÍTULO - VIII

 

 

El poeta siempre se sienta a la última mesa del café,

donde los veladores imprimen rasgos sutiles a los tertulianos.

Yo, sólo por verles como en mis ensoñaciones,

me siento frente al trampantojo.


Junto a mí se abre una puerta,

de espaldas,

un hombre contempla absorto el mar.


Pronto caigo en el ensueño

y cierro mi libro.

Fijo mi mirada, presa de una cálida vaharada,

en el horizonte

y me alcanzan los murmullos del discurso del poeta.


Estoy sola,

el café abre sus puertas a la mañana.

Busco compañía y paisaje,

el último cuento de los contertulios

y la voz grave con subyugantes versos.


Retomo mi ávida lectura

y poco antes del último sorbo de mi brebaje,

regreso a la realidad anodina.

Pago.

Salgo.

Y poco a poco con el viento sobre mi rostro

me acerco al mar verdadero,

silente hoy en su mansedumbre.


 

miércoles, 27 de septiembre de 2023

SIN TÍTULO - VII

 

 

¿A dónde se dirige el barco de la botella?

Navega sin rumbo, como las palomas en el parque.

Entre fotos y latidos del pasado,

fija su proa hacia la pared celeste,

mientras la curiosidad trama un viaje cerca de la luna.


Las tardes infantiles se pueblan de aventureros momentos

mirando la estática figura de la nave en su botella.


No falta ni la triste despedida

en el muelle de su sabiduría:

adioses entre libros que entretienen la distancia.


El mar bravío alcanza el retrato del fugitivo.

¿Qué menesteres lo alejan en el mágico vagabundeo del navío?


La botella contiene los venenos de los mares imprevisibles,

los tesoros que se esconden en las manos de la infancia,

las veleidades de tantas conquistas imaginadas,

los territorios misteriosos allende los mares...


Todo esto, en el eje del imaginario,

forma la constelación de su rumbo en la botella.




 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

SIN TÍTULO - VI

 

 


Inquietud. La letra tira de mí

hacia el centro de la tarde,

donde el discurso de la noche

logra el tamiz de los colores

y todo se convierte en oscuridad

iluminada con el artificio de las luciérnagas.


Es un preparativo. El tiempo vespertino languidece

adaptando sus huesos a la calma que requiere la nocturnidad.


Te pienso. Ante tu total desconocimiento.

Conjugo voces que son nuestras pero ignoradas.


Bolsillos cargados de secretos. Años de lejanía,

mientras el mar modelaba tu rostro.


Volvía, como de costumbre volvía a no verte.

Ahora estoy aquí con el mismo temor de siempre.




 

jueves, 14 de septiembre de 2023

SIN TÍTULO - V

 

 

 

Como peldaños,

la cúspide de los edificios

recorta el celeste firmamento.

Me acompaña tu idea y el color de tus ojos.

Mírame, soy sola ante un destino incierto,

soy superviviente de tus entrañas.

Ahora no hay excusas que me eximan de la vida,

que se atesora en los rincones donde te encuentro.

He de ser otra,

la que fui ya no te tiene.


Tus manos, nidos de consuelo en cada caricia,

me dijeron adiós desde ese lugar

que habitabas como centinela de tu estirpe.

Mírame, en el secreto baldío de la noche,

que sigilosa te menciona.

Mírame, anuncia la mañana

la nueva estancia donde respiro

y te hago partícipe de la herida sanando.

Ahora que tus azules se cerraron para siempre,

te digo hasta promto porque la rueda gira y gira

y nos arrastra por mundos incomprensibles.

Mírame, ya estoy dispuesta a enjugar mis lágrimas.




sábado, 19 de agosto de 2023

SIN TÍTULO - IV

 

 

Su mundo está a salvo en la veta onírica

en tanto se alimenta el temor de mis días.

Mi preciosa puso su hombro en la noche

bajo mi cabeza cubierta de gritos ahogados.

La hermosa luna agotada

tras las nubes constantes de estos dos días.

El tiempo está detenido en la ambición de lluvia.


La tristeza tiene calidad de vida menesterosa en el nombre madre.

El rayo se incrustó de nuevo en la debilidad.

Las plegarias fueron escasas tal vez.

Continúa la lucha por la existencia,

mira desde una distancia inverosímil,

viste la armadura de las batallas más feroces.


Mis latidos acompasados

por las visiones fantásticas de la vida,

nada puede predecirse,

los chamanes se esconden entre nuestros ramajes.

Su misión se cumple.


¿En qué jaula anidaron mis costumbres erróneas?

¿Dónde el amor y sus desaciertos?


La luz eterna de la mañana despierta sobre la piel

secándose en la cumbre de los años.

La noche favorece el pensamiento benigno,

cuando ya se relaja la tarde exenta de astros. 

 

 

 

 

sábado, 29 de julio de 2023

SIN TÍTULO - III

 

 

Es en ese preludio,

la voz de la soledad haciendo espumas

sobre las rocas de la orilla.

Los paseantes ven mi silencio desnudo batiéndose.

Son estos momentos

los que hablan de amor aunque no lo desee,

se salvan las cuatro letras,

se inscriben en el secreto de mirarte contra el tragaluz del miedo.


Algunas veces pregunto al ocaso

qué miedo torpe corresponde a esta madurez inerte

y cierro comillas tras los dos apelativos,

camino con esa carga en mi mochila risueña,

sabe que hay un hueco que te nombra.

La tarde solitaria me habla de ti:

cada cierto tiempo temo perderte...


Nunca te tuve

y sin embargo hubo momentos en los que la cercanía me atemorizó.


La playa, los pies descalzos,

salitre en mis arterias

y ese deseso de conversar contigo

al borde de esas puntillas de un mar en calma.

Todo se convierte en posibilidad

y es ese instante de terror

que me hace correr hacia la trinchera de dama solitaria.





 

miércoles, 26 de julio de 2023

SIN TÍTULO - II

 

 

 hola

soy yo

la que destilaba historias imaginarias

con un alambique de regalo

y tú aprovechaste las palabras resultantes

los astros no se niegan a pertenecerte

porque has plantado una firme convicción

en cada letra

collares hermosos rodeando el cuello

de los cisnes más bellos

incluido el del cuento

ahora respiro el ritmo

que le has impreso a esa serie de pensamientos resbaladizos

el abismo desaparece en tu musical manera de contarlos

y ya no veo el vertedero que tanto preocupaba

una cita rodea un manojo de llaves

las puertas se abren

y giran los recintos antiguos para dar paso a los lugaes renovados

ahora tengo fe en mis partos

creo a destiempo lo que entonces olvidé

me aclama y acuna un legado de tentaciones

dentro de ese cofre secreto

el mundo no es el correcto pero se asemeja bastante al soñado

mis deseos son los mejores

he vuelto a retomar versos y estrofas

con la ilusión infantil

de mis manos acariciando el teclado

de un viejo ordenador como entonces

tú cantas por el mundo lo nuevo de aquellos destilados





 

lunes, 26 de junio de 2023

SIN TÍTULO - I

 

 

 

la promesa se había hecho añicos,

la tarde solitaria se poblaba de un caleidoscopio de voces

todas las mañanas tienen el sedimento de los monstruos

y otras fieras que asustan y marginan


he de mirarte despacio

he de acercarme a tus pronósticos de besos


la suela de mis zapatos pisa tus calles favoritas

he salido a dar un paseo por tus fronteras y te oigo

como si hubieras trazado cada ruta sobre un mapa infinito

y fuera ese el sendero correcto a seguir


he de colmarme de versos

he de convertirme en la caricia soñada


la promesa fue reconvertida y me trajo las palabras perdidas

esta vez hubo puntos suspensivos y en el siguiente peldaño

sonó un aplauso que inauguró la escena del abrazo

los amantes lucharon hasta el último acto por la letra que los unía

 

 

 

domingo, 25 de junio de 2023

LA MAÑANA



Sólo quedan las cenizas de los sueños nocturnos

-un viaje al centro del subconsciente-,

bendecidos por una inocencia angelical.


Bajo la almohada reposan

por si la noche necesitara

algún fragmento de subsistencia con que formar los de ésta.


La mañana sucumbe a las últimas y pausadas imágenes.

Hay un temblor entre los omóplatos del tiempo

que aspira matinalmente a descubrir al Astro

a pesar de que los ojos pronostican niebla.


La mañana me sugiere el rugido de un reloj relajado

como si nadie tuviera prisa por llegar al mediodía.


Un rastro leve de párpados pesados

se va diluyendo a medida que late el segundero.


El aromático café establece un pacto con la vigilia y el olfato.


Mi mañana es silente,

oigo sólo mis sonidos,

veo a través de la ventana pasos solitarios.


En un rincón del pensamiento

se forman recuerdos de infancia

y los latidos rememoran la algarabía de la infantil ilusión

intuyendo la playa y su oleaje balsámico.


La memoria de la mañana trepa a los árboles y se desliza entre las ramas.

 

sábado, 15 de abril de 2023

UN JEFE NORMAL

    Esa mañana el despertador sonó a las siete, pero Luis se había despertado a las seis y media con el vientre algo revuelto. Había ido al baño, se había sentado en el váter e inmediatamente había comprendido la falsa alarma del dolor que había sentido.

    Apagó el desertador del móvil y se levantó con la intención de ingerir una taza de café y una tostada con mantequilla y mermelada, tenía hambre y la necesidad de una dosis de cafeína que terminara de despejarlo. Mientras se hacía el café fue hasta el baño y reparó en sus ojeras reflejadas en el espejo. Pensó que si se presentara con ese aspecto en la oficina nadie le respetaría. En el espejo de la pared se vio de pies a cabeza y se dijo a sí mismo que todavía conservaba cierto aspecto juvenil a pesar de haber cumplido ya los cuarenta y cinco.

    Desayunó pensando en los trabajos pendientes para esa jornada.

    Entró en la ducha a las siete y cuarto. Quería estar en la oficina a las ocho, la mañana se presentaba entretenida, tenía que hacer un informe y una reunión a las once. Su barriga volvió a dar señales, sintió una procesión de gases sospechosos que no salían de su escondrijo.

    Con la toalla anudada a su cintura volvió a mirarse en el espejo de la pared y reconoció sus largas piernas, algo musculadas aunque no iba al gimnasio, simplemente caminaba lo suficiente para sentirse en forma. Su elevada estatura hacía que la toalla pareciese más pequeña de lo que en realidad era.

    Se afeitó y usó una crema hidratante masculina. Alguno de sus amigos usaba cremas hechas para el cutis femenino, pero él era de los que pensaban que el cutis femenino y el masculino son diferentes, por lo tanto la composición debería ser distinta.

    Salió a la calle vestido con traje y corbata, porque esa mañana la reunión era de jefes y por alguna razón algo arcaica todos asistían de traje, nadie se atrevía a romper la norma. Faltaban justo veinte minutos para las ocho, los que tardaba en recorrer el camino hasta la empresa. Sintió nuevamente un leve cólico intestinal, la cercanía de la oficina calmó su angustia.

    A las ocho en punto estaba en su despacho. Tomó de la estantería el informe del anterior trimestre y las notas del trimestre corriente. De pronto, una amenazante ventosidad hizo acto de presencia, pero la expulsó con sumo cuidado, además estaba en su despacho, estaba protegido, y en la oficina aún había pocos empleados, la mayoría llegaban a las nueve.

    Aquel gas salió despacio e insonoro, sin embargo algo húmedo se había instalado entre sus nalgas. Se levantó intuyendo lo peor. El ambiente del despacho cambió el olor a ambientador por algo putrefacto. Sin prisa pero sin pausa se encaminó hacia el servicio, tenía la sensación de que ese olor lo perseguía por toda la oficina. Entró en el baño, donde no había nadie, y se introdujo en una de las cabinas.

    Una vez dentro, desabrochó su cinturón y se bajó los pantalones. ¡Mierda!, pensó. Una mancha marrón, casi líquida, adornaba su calzoncillo. Se sacó los zapatos, unos mocasines castellanos negros, se quitó el calzoncillo y se limpió lo mejor que pudo. Salió de la cabina con una bola de papel higiénico que humedeció con agua en el lavabo y volvió a entrar. Se sentó en el váter y una tormenta infecta y líquida se precipitó en el inodoro mientras el aroma se extendía en el interior del cubículo. Cuando ya no quedaba nada en su vientre, se limpió, primero con papel seco y después con la bola mojada, tras lo cual se secó, envolvió el calzoncillo en papel y lo depositó en la papelera. Se puso el pantalón y salió. Se lavó las manos con jabón y se abrochó la chaqueta que disimulaba su falta de ropa interior.

    Saludó a su secretaria que acababa de llegar y le anunció que saldría de la oficina porque tenía que hacer un par de recados. En la puerta de la empresa, pidió un taxi y se acercó hasta su casa.

    Volvió a ducharse, había sudado y tenía la sensación de que el olor de su incidente se le había pegado al traje.

    Regresó a la oficina en taxi y no había tardado ni una hora en hacerlo todo.

    Le parecía que todos lo miraban, tal vez aquel corrompido olor había invadido la planta, vio a uno de los empleados entrar en el servicio y salir de inmediato, tosiendo. La curiosidad le llevó a investigar esa actitud del empleado y entró para lavarse las manos, efectivamente el olor no había desaparecido aún.

    Había sido sólo una descomposición. De todas formas, por si acaso, no volvió a tomar café en todo el día.

 

 

https://youtu.be/tf_k7eeHILE

 


domingo, 26 de marzo de 2023

IVÁN

 

    Se miró en el espejo mientras se lavaba las manos y dijo: "Tengo el alma acatarrada". Salió del baño y vio, colgado en el perchero del recibidor, el abrigo gris de Iván, podía olerlo sin acercarse a él. A humo, olía a humo. Ella detestaba el olor a tabaco, no había fumado nunca, no obstante la ropa de Iván no olía a tabaco sino a humo de madera recién cortada. Se preguntaba a qué era debido y elaboró una teoría según la cual ese aroma procedía de la mezcla del humo con la fragancia de la colonia que usaba Iván, entre cuyos componentes se encontraba el sándalo.

    El propio Iván, como sus efluvios, era una amalgama de tipos de hombre que la mantenía en continuo asombro. Su amiga Estela le había dicho que ella tenía una apreciación muy subjetiva de cómo es Iván, que está enamorada y ese enamoramiento le induce a verlo como a un héroe. Ella decía en su defensa que todos somos muchos tipos de individuos, pero lo que realmente importaba era la calidad humana de esos muchos o muchas, en nuestro caso, que fuéramos. Estela le decía que por más que ella no lo viera Iván tenía defectos como cualquier persona. Ella insistía en que no. Y ese "no" lo pronunciaba de forma radical.

     Su alma estaba acatarrada por un bajón de defensas causado por el miedo. Vivía amenazada, sin confesarlo, por la pérdida de Iván. Se decía a sí misma que lo bueno dura poco y eso no le permitía disfrutar apaciblemente del presente. Estela no sabía que su preocupación por las cualidades dignas de alabanza de su pareja era lo que le producía una enfermedad en el alma. Sobre todo lo que más la inquietaba era que un día decidiera abandonarla y no verle más.

     Iván, ajeno a las tribulaciones de su novia, sentía que en ocasiones ella se alejaba mentalmente de su lado y un velo cubría el brillo de sus bonitos ojos. Con dulzura se acercaba a ella y le preguntaba por su estado. Ella, sorprendida, le decía que pensaba en cosas del trabajo, que tenía una época algo estresante y de alguna manera le preocupaba. Iván, a modo de broma, le decía que en casa sólo él era su preocupación y ella le sonreía pensando en tanto lo acertado del juicio irónico de Iván.

     Tres meses más tarde, al llegar a casa del trabajo, Iván se encontró una nota de ella en la que le anunciaba su marcha. Sin explicaciones, sólo decía a modo de despedida: "Te amaré siempre".

 

 

 

domingo, 12 de marzo de 2023

LA CARTA

 

    La casa permaneció en silencio toda la mañana. Al filo de las doce, con la primera infusión del día, saltó un mensaje en el móvil. Era de Adrián. Decía que me estaba escribiendo una carta, que su voz estaba marchita, que la tristeza se le había agarrado a la garganta y no tenía más remedio que hablarme por escrito... He tenido suerte, decía, mis dedos no se hacen eco de mi melancolía todavía tan viva. Establecimos por mutuo acuerdo que todo correo electrónico, en nuestro caso, sería una carta. Puesto que esa costumbre de cartearse con gente había sido desterrada.

    Adrián tiene diez años menos que yo, acabo de cumplir cincuenta y cuatro. Yo soy de escasa estatura y algo rellenita, mientras que él es alto y delgado.Nuestros físicos dispares llamaban la atención de la gente que nos miraba con cierta curiosidad. Nos conocimos en Madrid haciendo cola para entrar al cine, en una época en que el día del espectador las sesiones no estaban numeradas. Han pasado diez años desde entonces, apenas los hemos sentido y nuestra amistad creció como las sombras de los árboles que vimos plantar. Yo dejé Madrid para instalarme en Galicia, la tierra de mis padres, mi familia y el lugar en el que vi por primera vez el mundo. Adrián es madrileño y le encanta visitarme. No lo ha hecho en los últimos seis meses.

       Es domingo, él también dedica el día a leer y si acaso una salida al cine si la cartelera lo merece y el ánimo acompaña. Hoy no parece que tenga un buen día.

    A las cuatro de la tarde se anunció el correo a través del móvil. Lo comprobé y me fui hasta el escritorio con el fin de leerlo en el portátil.

    "Querida amiga:

    El silencio traicionero se mueve por mi casa hacia las esquinas de las paredes y trepa hasta el techo desde donde me observa con la intención insana de caer sobre mí y apagar mi pequeño sonido salvador, mi voz tan sola. Es por esa desdichada razón que le ordeno a mis dedos la labor de escribirte. Mi garganta es un nudo que no se deshace, no hay llanto en ninguna de mis alacenas, no puedo prepararme un desahogo bienhechor.

    Amiga, te quiero en mayúsculas y te echo de menos. Echo de menos nuestras largas charlas en el Barbieri, al lado de tu casa. Echo de menos nuestros paseos mudos por un Retiro invadido o solitario en las deshoras. Echo de menos mi mundo completo con todas sus buenas y peores cosas. Soy un náufrago pidiéndote auxilio. Tú la conocías y la querías. Era tan especial que se lo reprocho porque nadie en esta vida podrá ocupar su sitio. Me desespera pensarlo y necesito una cascada de lágrimas piadosas conmigo.

    Amiga, te necesito. Pide unos días de asuntos impropios, como es este caso, y ven a verme porque me doy miedo. Temo recurrir a alguna anestesia que me alivie de tanto dolor y tanta ausencia. Ven a verme porque yo estoy sin fuerzas para ir a tu encuentro. Necesito tus lentejas y tus ensaladas. Te juro que no me avergüenza exponerme a tus mimos con toda docilidad. A cambio te daré todo mi amor de amigo, casi hermano menor.

    Amiga, desde que murió Ofelia sólo soy la mitad de mí mismo y necesito recuperar la parte que me falta. Ayúdame.

    Te quiero,

    Adrián."



viernes, 3 de marzo de 2023

¡BAILA, BAILA!


    A veces, sólo a veces, el vacío y su precipicio me asustan en las horas vespertinas, cuando ya he olvidado las noticias de la mañana. A veces escribo sólo por armonizar el movimiento de mis dedos cansados. Pulso las teclas como teselas de un mosaico vital y recuerdo acontecimientos cuyos vestigios creía olvidados. Pero todavía existe esa carretera.

    Era el tiempo de la adolescencia cuando bailar en torno a la hoguera de los sentimientos poseía un significado. Los pasos pertenecían a la tierra y al asfalto del pequeño pueblo de los ancestros.

    Iríamos hasta el pueblo vecino en el coche de los chicos mayores, no era la primera vez que lo hacíamos, en cuanto nos bajábamos ellos se desentendían de nosotras. En el pueblo hasta los árboles tenían cotilleos frescos, recién llegados, antes de que pudiéramos despertar.        

    Hacía un día pacífico de sol, parecía que jamás dejaría esa altura y ese tapiz de claro azul, posando sus rayos sobre el mar. Nos encandilaba y guiñábamos los ojos porque todavía no usábamos gafas de sol pero lo estábamos deseando. Esa época oscura en que todo era del reino de los adultos, hasta unas inofensivas gafas de sol. La España rocosa y dura de los pueblos marineros, donde el luto permanecía latente durante años una vez que la muerte golpeaba en la puerta.

    A expensas de esa mañana espléndida, se adivinaba una noche tibia y propicia para la danza.

    Lo más difícil era conseguir el permiso que nos permitiría cumplimentar nuestro plan. Mis padres se negaban por costumbre. Mi tía era una aliada. Las chicas del pueblo frecuentaban los bailes del pueblo y de los otros colindantes, un argumento crucial. La respuesta final fue que sí, que podíamos ir. Pero deberíamos regresar a una hora prudente, eso significaba sobre la una de la noche. No digo madrugada porque se alteran los espíritus que juegan con los niños y niñas que se pierden en la noche. Esto sólo ocurría en el pueblo, en la ciudad el toque de queda era a las diez.

    Aunque durante el día nos pareció que nunca alcanzaríamos la noche mágica, ésta llegó y nos preparamos concienzudamente para ir al baile.

    En la danza compartíamos espacio con el otro, era la cercanía del otro el misterio que nos atraía. Entonces, yo bailaba poco, estar en brazos de un chico desconocido me azoraba y al mismo tiempo despertaba mi curiosidad. Las chicas del pueblo me animaban, querían que bailara más a menudo. Mis pasos todavía eran torpes, me costaba sentirme segura en la danza y poner al mismo tiempo todos mis sentidos en la canción que sonaba y a la que atribuía cualidades de encantamiento sólo efectivas al bailar con el chico elegido, por tanto esto no era posible con los desconocidos.

    En nuestros relojes la medianoche, estábamos cruzando la linde de los tiempos permitidos, era hora de regresar. Una de las chicas conversaba con dos chicos a los que conocía, eran del pueblo siguiente al nuestro y eran mayores que nosotras, ellos también se iban ya y no tenían coche. Hasta nuestro pueblo había cuatro kilómetros, podíamos ir andando por la carretera. Los chicos del pueblo vecino se sumaron a la idea y nos pusimos en marcha. Estaba oscuro, pero pronto nuestros ojos se aclimataron a la luz lunar y recorrimos los dos primeros kilómetros viendo el mar y escuchando su sonido. El camino me estaba resultando más ameno que el baile. Llegamos al pinar que oscurecía la carretera y prometía sonidos y sombras atemorizantes. Yo sugerí caminar por el centro de la carretera. Todos estuvieron de acuerdo, deduje que los chicos también estaban algo asustados.

    Antes de la una estábamos en casa.

    Al día siguiente, a las diez de la mañana, mi tía ya sabía que habíamos regresado a pie. Yo aún no me había despertado totalmente cuando me lo dijo.

 

 

 

 

 

lunes, 20 de febrero de 2023

POR PURA CASUALIDAD

    Dejó en la butaca al culpable de su estado hipnótico y se acercó a la caja de madera en uno de los estantes de la librería. Allí depositaba, como si fuera una devota ofrenda, los pequeños ahorros destinados a libros. Practicaba magia blanca con su escueto salario extrayéndole cada día algunas monedas y algunas veces un billete como una reliquia que guardaba en la caja.

    Llovía y el frío cortante pintaba de rojo la naríz de los viandantes, era la segunda vez que retiraba la cortina para comprobar si continuaba lloviendo. En su bolso había guardado el dinero destinado a un libro que sustituyese al que había terminado, aunque el rastro todavía permanecía en torno a su garganta. No era tarde, además era viernes el día de Venus madre de Cupido. El sábado no tenía que madrugar, se acercaría a Callao a buscar un libro imán. Nombraba así a los libros que no la soltaban desde la primera página. Algunas veces iba así, desposeída de recomendaciones tramando un descubrimiento. Se armó de paraguas, impermeable y salió.

    El recorrido duró algo más de lo que había previsto, las calles mojadas eran una trampa resbaladiza. Entró a la librería y subió en las escaleras mecánicas. El local estaba muy concurrido, la lluvia impulsaba a la gente a buscar refugio en los comercios de la zona. En la sección libros fue hasta los de bolsillo. Revisó paciente, con calma, los expositores leyendo contraportadas y primeras páginas y no hallaba el libro que se ajustara a su ánimo o circunstancias. Aguardaré a que esos inquietos y benévolos espíritus que juegan con el azar, den sus señales como hasta ahora y quizá desvelen un sentido en esta ceremonia, se dijo. Dirigió sus pasos, decidida a encontrar el tesoro, hacia los anaqueles repletos de desconocidos y los ya conocidos y queridos amigos. Comenzó por la zeta. Avanzó muy despacio.

    Sobre su nuca pasó una ligera brisa, sonaron unas palabras como un susurro: es la hora. Miró hacia atrás pero no había nadie. Algo tenso en su centro se suelta. De pronto un título, que rozan sus dedos exploradores, bajo un nombre absolutamente desconocido. Lo toma entre sus manos y lee... ¡éste!, dijo en voz alta y sonrió.

    El hallazgo la había puesto de muy buen humor, además le habían sobrado algunas monedas que emplearía en un café calentito. Caminó hasta Tirso de Molina y allí entró en el Lautrec. En el hilo musical sonaba I put a spell on you cantada por Nina Simone. Se dijo que aquello era un augurio de lo que le iba a dar el libro comprado. Vio una mesa vacía al fondo del local y se dirigió hacia allí. Ya sentada, sacó el libro del bolso y leyó lo que había encontrado por pura casualidad.

 

 

 

domingo, 12 de febrero de 2023

CIEN METROS CUADRADOS


    Eran jóvenes, el amor les cabía en cualquier parte, se expandía en su interior colmándolos de emociones y sensaciones. Apenas necesitaban cosas, se tenían el uno al otro y de esa forma lo tenían casi todo.

    Su amor era un torbellino nocturno recalando en las fases lunares. Una posada donde pasaban los días esperando sus besos huéspedes. Su amor era verdadero y constante como la nieve en los picos más altos. Una colina verde sobre la cual sus sentimientos enormes se deslizaban suavemente.

    Habían comprado un apartamento donde se acomodaban mal los amigos que los visitaban. Sin embargo, eran felices en esos cuarenta metros cuadrados de intimidad conjunta. Lo cierto es, algunas veces lo hablaban, que no les quedaba espacio para la necesaria y sana intimidad individual.

    El tiempo transcurrió deprisa.

    Rondaban los cuarenta cuando la necesidad de una casa más amplia se les planteó como imprescindible. Ella había corregido textos en el escritorio que habían habilitado en el único dormitorio, mientras él escuchaba música con sus auriculares y hojeaba el periódico. Él había terminado trabajos en el mismo lugar mientras ella leía. Habían planificado sus intimidades individuales sin que les ocasionara problemas. Y la hora de la cena seguía siendo un remanso de complicidad. No obstante, la adquisición de una vivienda más grande iba siendo perentoria, ya no sabían dónde guardar los libros que iban comprando cada uno y el trastero rebosaba.

    Rondaban los cincuenta y pico cuando los cien metros cuadrados, que habían comprado tan felices, se convirtieron en una trampa. Los metros que tenían bajo sus pies les estaban enterrando poco a poco entre habitaciones con ecos de explicaciones y reproches que jamás se habían hecho. Él llegaba tarde, cada día tenía más trabajo y no utilizaba el despacho de su casa salvo en contadas ocasiones. Ella echaba de menos las rutas de senderismo y detestaba el sedentarismo al que ahora se dedicaban. Él fumaba con fruición en la ventana de la cocina porque ella había dejado de fumar. Cuando los visitaban los amigos comían en un espacioso comedor, aunque los reproches condimentaban sus alimentos.

    Cien metros cuadrados no son suficientes para convivir con alguien que ya no te quiere. Dicen que cuando el desamor entra por la puerta, el respeto sale por la ventana. O no lo dicen, pero se sabe.

    Ellos vendieron la casa y se repartieron el dinero.


viernes, 3 de febrero de 2023

¡TIC! ¡TAC! SILENCIO

 

El tic tac del reloj invade el silencio del apartamento. Prefiere la voz muda de los relojes de arena, no se inmiscuyen en la selva del insomnio repleto de palabras sueltas esa noche. ¿Cómo hilarlas? Son como pìedras preciosas que divergen. Acude a su mente el sueño de la noche anterior, hacía mucho tiempo que su subconsciente no la traía a su nocturnidad.

En la noche hay momentos en los que se recrimina esa falta de sueño, al día siguiente tiene que madrugar y la mira a ella que duerme como un ángel inmerecido a su lado. Esa noche tiene miedo de que aparezca de nuevo el fantasma casi olvidado. ¡Tic! ¡tac! Ella lo encontró extraño y evasivo, así se lo dijo. Él no tenía nada que ocultar salvo sus pensamientos y su involuntario sueño. Era absolutamente inocente hasta esa noche en que disfrutaba del insomnio dedicándole términos con los que podría escribirle, a la ya olvidada, una epístola muy extensa.

A ratos se detenía en el tic tac que provenía del salón. A quién se le ocurre poner un reloj analógico en un apartamento tan pequeño. Sus emociones son contradictorias, hoy casi festeja el latido metálico de ese dichoso reloj porque le encamina al encuentro inconsciente con ella. En el sueño es libre. Aunque él se creía libre también despierto, sin embargo ella, la que duerme a su lado, lo vio extraño y evasivo.

Ahora quiere atesorar ese cúmulo de palabras que inundan su mente. Podría levantarse y ponerse a leer un rato, una forma de atraer al sueño, lo hace en otras ocasiones. En la mesilla se apilan varios volúmenes que esperan ser abiertos aun en la madrugada. Pero él está atento a sus pulsaciones y al significado que adivina. Se está traicionando paulatinamente.

Hace mucho que no escribe, de ahí tanto vocablo desilachado enredado a su pensamiento. Y si se levantara muy despacio. Y si pusiera música y la escuchara con los auriculares. Y si...

Casi no dejó huellas de su huida del lecho. Fue tan cuidadoso que no se sentía fuera de la cama, cabía la posibilidad de que la cama se hubiese levantado con él. Esas tonterías eran también hallazgos dando fe de su excelente buen humor. No sabía cómo ni por qué, el caso es que estaba contento.

Entró en el pequeño despacho, se puso los auriculares, encendió el equipo de música y el portátil. Leonard Cohen comenzó a sonar en la intimidad de sus oídos. Frente al ordenador buscó su correo automáticamente, en realdidad nunca lo había expulsado de su memoria...

 

 

 

viernes, 27 de enero de 2023

UNA INCÓGNITA

Los pensamientos vienen y van, suben y bajan, los dedos reclaman la atención de los mensajes en el móvil o en búsquedas más amplias en internet... El cielo todavía constituye una amenaza, el tiempo es inestable, debería tumbarse en un diván y resolver sus problemas de cambio climático. Por la mañana, cumpliendo obligaciones voluntarias -cuando es uno mismo quien decide, las obligaciones son voluntarias-, la atmósfera que se respiraba olía a lluvia, el cielo encapotado de nubes gris oscuro lo confirmaban. En estas tierras sólo los campesinos aciertan con el tiempo. Un viento maniático vino a limpiarnos el amago de agua, dándonos un respiro que nos negó el temporal Gerard.

¡Zinc! Piedrita en el metal. ¡Think! Pensamiento al vuelo. Siempre me dio miedo el fuego, aún así me apasionaba mirarlo. Look for... Año 2005/12 de febrero, casi medianoche, un Titán se incendia. Era casi la hora de los aquelarres o el momento en que la carroza se te convierte en calabaza. La ceniza caía como una lluvia sin peso específico, mientras conversábamos tecleando sin descanso. Los demás se habían ido de copas seguramente. Un escalofrío ante la noticia sobre nuestros falsos nombres. No sé quién era yo, no sé quién eras tú. Entretanto se calcinaban a toda velocidad las treinta y pico plantas del Windsor.

A la mañana siguiente el edificio no era más que una muestra de metales retorcidos y hormigón.

Máquina y escritura automática. Así de simple. Menos a esas horas en las que hablábamos de cualquier cosa, que es lo suyo en un foro literario. ¿Para qué hablar de literatura, si la literatura es todo? Un poema hoy, otro mañana, yo los míos, los demás, en su mayoría, copiados. Eso también era literatura.

Pero yo venía a hablar del "coloso en llamas". Bueno, en realidad era un inciso. Todo está en la red. Salvo aquel foro en el que había gente muy pequeña y muy grande. Yo, al principio, estaba anonadada.

¡Good Bye! Un camino de letras, la última del alfabeto y el sueño o el Sueño dormido. Nunca tan libres tras la máscara. Nunca tan solos. Con un edificio en llamas y a la puerta de una despedida inminente. Todos se fueron alejando, como te alejas de lo banal teniendo más sendas que recorrer. Ser otro cansa, también divierte. En aquel lugar sobraba sentido del humor. Risas. Cualquier excusa era válida.

¡Zinc!Piedrita en el metal. ¡Think! Pensamiento al vuelo. El tiempo se lo lleva el pájaro en el pico y se une a los otros emplumados que trinan al amanecer de las incógnitas: tu nombre era una.


https://youtu.be/251Blni2AE4

miércoles, 18 de enero de 2023

VIAJES "IN SITU"

La hoja de papel me asusta como el fantasmita de guasa(p), hace tanto que no escribo... En estos momentos me gustaría tener un cigarrillo entre los dedos. Es una asociación que hace mi mente porque, cuando comencé mis escrituras en este blog todavía fumaba, pero hace cuatro años le gané la batalla a mi enemigo. Ahora cuando corro como una gallina detrás del autobús no llego ahogada, tosiendo y con mil pulsaciones por minuto. O sea, me gustaría envejecer sin malos humos.

Mi última lectura me sumergió en mares lejanos, nada más ajeno al verdadero tema del libro. La fantasía se dispara, la memoria es caprichosa, como un perro al que le tiras un palo y te trae cualquier cosa. Tal vez la amistad, el amor que hay en ella, sean los vehículos. 

Tenía pocos años y la playa me encantaba. Sabía nadar, mi madrina me había enseñado y los días de oleaje no nadaba para no tragar agua, pero la tragaba peleándome con las olas. Esto sucedía en un paraje cerca de la ciudad, donde los pinares y las abundantes dunas eran los lugares de juego de los niños y niñas que solíamos juntarnos para subirnos a los árboles o tirarnos rodando por alguna de las dunas más grandes.

Él no estaba allí sino en Bahía Blanca. Era mayor, para mí un gigante, tendría unos dieciséis años aproximadamente. Me daba la mano y me acompañaba a casa para protegerme de los juegos peligrosos de los otros chicos. Le vi por última vez el día que fue a casa de mi madrina a enseñarle cómo le quedaba el traje de la academia militar. No tenía mucho significado para mí, era como ver a uno de los soldaditos de plomo que mi primo no me dejaba tocar. Aquella insensatez, justificada por la infancia, fue mi primer enamoramiento o algo parecido. Todos mis muñecos y muñecas que no eran muchos fueron bautizados con el diminutivo de su nombre.

En esa época ya sabía qué era la muerte, uno de los hermanos de mi madrina había muerto y ella me tomó de la mano y, con el permiso de mi madre, me llevó a la habitación donde se velaba. Lo recuerdo como si fuera su última siesta, también sabía que a partir de aquel momento no volvería a tomar mate en el galpón.

En la primera infancia me acerqué a las letras de la mano de mi madrina que me regalaba "teveo(s)" o comics. Eran mi mejor entretenimiento. Después vino "Mujercitas" y similares. Poco a poco la lectura fue convirtiéndose en mi refugio y además en mi libertad. Quiero a las escritoras y escritores que me alejan de los problemas durante unas horas. Siento una cercanía que me emparenta de alguna manera con ellas y ellos. Tengo tanto que agradecerles, tanto que contarles sobre el bien que me hacen.

No quiero nombrar a ninguno, les doy a todas y a todos, un abrazo enorme y mis mejores deseos. Espero que sigan siendo mi refugio.


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