domingo, 2 de mayo de 2010

Domingo.



Una vez más estoy solo un viernes por la noche, mientras afuera 
la alegría y el amor crecen al mejor postor en lugares absurdos nacidos 
al amparo de la necesidad.

Entonces como sin darme cuenta, miro las paredes donde su rostro 
navega en ausencias y me dejo estar fumando la madrugada.

(BLUES IN THE NIGHT, Jorge Carrol)



* * *

El domingo achata su nariz contra el espejo y ve la noche en su pupila triste, donde todavía hay jirones de nubes que quieren responder a la desdicha. Alguien pintó una línea blanca divisoria entre la confianza y el desaliento: la silla que duele todo el imperdonable discurso y las tenazas desabrochando cada vértebra, mientras la flecha que jamás esgrimiría Cupido, encuentra el cráneo del horizonte baldío.

El domingo pierde aliento sin el suyo, el aire dispara clavos sucios que luego van a dar a la alfombra arenosa y aminora el paso. No hay espuma en las estrellas perdidas, están quietas, buscando aquel pálpito de luz inquieta. Las cosas decrecen y toman un tamaño de secuela, como si trataran de convencer de que nada más cabría. El estigma de la pared del fondo, alimenta la sensación extraña de alambrada en la saliva.

Voy y vengo como una elipsis y me detengo de nuevo en ti, quiero olvidarme de casi todo el domingo.
 

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