domingo, 8 de agosto de 2010

SIN DIARIO XIX


En la altura de la azotea, el silencio, ahogando los rumores de la ciudad despierta, es una melodía en la que danzan los pensamientos de Amanda.

Todavía es capaz de volver a aquellos lugares y a todas las emociones de aquellos años.

Descubrimiento. Una llave abriendo puertas. La magia era eso, se dice. Después, qué ocurre después.

Reacomoda la inquietud de su cuerpo en la silla y se repite la pregunta, qué ocurre después.

Por qué en todos esos años no había dejado de escribir en sus cuadernos, descubrió algo distinto a lo que fueron sus primeras líneas en, aquél, su primer diario.

Supone que ama escribir esos diarios.

Y amar...

Se levanta, se asoma a la barandilla y toma conciencia de la distancia que hay hasta el suelo, respira profundamente, enciende un cigarrillo y pasea por la terraza.




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