miércoles, 30 de diciembre de 2009

30/12/2009 - Miércoles.



"Contra lo obligatorio (y conviene recordar que el placer o la victoria se convierten en parte fundamental de nuestras obligaciones por motivos estrictamente neurológicos), la curiosidad y el interés impreciso nos regalan un suave descanso, una siesta para el espíritu y, en fin, un saludable entretenimiento. De ahí que existan no sólo los peces raros sino libros raros que nos hablan de ellos y de otras muchas rarezas, y de ahí que existan lectores que no pretenden más (ni menos) que ser turistas de la sabiduría, expertos en nada, aprendices despistados, fanáticos de causas aparentemente inútiles, detectives aficionados".(UN CORAZÓN DIFERENTE, Ray Loriga - Babelia)



 * * *

Fiarse de la aptitud que suelen demostrar en ocasiones los dedos, dirigiéndose hacia el lomo entre multitudes de lomos, tacto, vista, el título y el nombre, muchas veces desconocido, del caballero o la dama que cabalgan entre tantos y confían su acento, devoción, emoción y talento a los corazones que se acercan con sus yemas dispuestas a arrebatarles de ese lugar impreciso…

Aquél digo bailando bajo una luna crecida, soy, aunque no sea nada ya y agote las últimas horas de un año que sólo se ha salvado entre líneas, subrayando apenas algunos días de serena gloria, entrecomillando lo poético de un viernes o un miércoles, señalando con papelitos de colores el mes menos solitario en versos…

Aquél digo tomando asiento entre sombras borrosas de un diálogo y respiro la imagen correspondiente, la semana próxima me prometo verla y leerla o leerla y verla antes de que el sabor a derrota se detenga cada mañana en el café…

Aquél digo sabiendo que abriré el misterio en un rincón solitario y saborearé el paisaje jamás visitado y me aferraré al abrazo y beso que siempre deseé…

Aquél digo el menos raro ante mi espejo…











martes, 29 de diciembre de 2009

29/12/2009 - Martes.




"Se sujetan nuestras cosas entre lo impuesto y lo deseado, y no resulta fácil caminar ligero, pues tanto lo que se nos cae sobre las cabezas, el cielo y la ruina, por ejemplo, como lo que nuestras cabezas buscan por encima de los cielos, el placer, la seguridad o la gloria, va construyendo con el tiempo, con el diminuto martillo de los días, una vallita alrededor del jardín. De lo que tenemos en casa ya lo sabemos todo, o al menos sabemos cuánto aprieta y qué poco lugar va quedando para una suposición de inocencia entre las necesidades inmediatas y las agotadoras responsabilidades. Encontrar, además, el jardín cercado, nos va robando el mundo y la felicidad de sus paseos. Para escapar a lo nuestro, nos queda entonces lo otro. En el límite de lo otro no hay más remedio que aceptar la feroz cara de la infidelidad, una idea tentadora que no empieza ni termina en el asunto amoroso, sino que levanta con enorme arrogancia una condena para cada una de nuestras íntimas exigencias, en la zona más dulce encontramos el disfraz, que siempre arrastra un engaño, y a la sombra de lo sensato, nos hemos de conformar con el interés desmedido que despiertan los peces raros entre las almas sensibles". (UN CORAZÓN DIFERENTE, Ray Loriga - 13/12/08 - Babelia)

* * *

Mal interpretar la razón de la lluvia es no saber hasta donde llega su propósito, la metáfora de tantos días arrugados entre metales. Hay quien diría, sin duda alguna, que la pretensión es doblegarnos en la maldición de una cama demasiado ancha, o todo lo contrario, o situarnos estáticamente en el centro justo de un sofá, como si ese eje disimulara los márgenes vacíos. Si le preguntásemos a la hierba, puedo imaginar algo como un suspiro amoroso, el final de la fatiga, el llanto contenido... Presuponer que estos días, en los que la venta de sombreros, impermeables y paraguas aumenta, ocultan la secreta intención de dirigir nuestra mirada hacia libros a medias en nuestras estanterías, libros a la espera..., sería arriesgarnos a introducirnos en el incierto mundo de las fantasías.

Sin embargo, esta falta de celestes en las alturas, añiles de atardecer y destellos nocturnos, me inclina a pensar en páginas ya leídas y siento la necesidad de revolverle el significado a las líneas del pasado, como si me hubiese crecido el alma de pronto y necesitase recuperar viejos amigos, tal vez en la equívoca creencia de que con ellos quepa alguna posibilidad de recuperar lo perdido o lo olvidado en la distracción provocada por el trajín vital y la velocidad de las decisiones inmaduras, esa atractiva improvisación que suele calzar la vida en los primeros años de la juventud. (Juro que mi primera intención era menos extensa, pero llegué hasta aquí sin hallar momento para los puntos seguidos o los puntos y aparte).

Además de la nostalgia, se vende en estos días tan raros la recién salida palabra (que no la palabra SALIDA/ EXIT) de conocidos y desconocidos en la pecera de "almazenes" y locales dispuestos a tal fin.

Prefiero que la próxima palabra LLUVIA se diga circunscrita al lazo y dentro la voz amada.



lunes, 28 de diciembre de 2009

28/12/2009 - Lunes.





“La mosca pega un buen trago de ginebra enmascarada. Caramba, Jerusalem, se dice, ¿no es la bebida mejor cuánto más se bebe? Lo que antes parecía áspero se ha vuelto de pronto suave como besar un guante de seda. Caramba, se dice después de otro sorbo, ¿no es el doctor Trífero más alto que hace apenas un segundo? ¿No se está estirando algo mientras algo se encoge? ¿No están todas las cosas tomando mi medida?” (Trífero, Ray Loriga)


* * *

Era especial, holandesa. Tiré de la anilla y pensé que tal vez así sería cómo se activan esos artilugios en las guerras. Después miré en el interior de la lata, comprobé que a pesar de su supuesto origen no había un tulipán dentro. Y estuvo bien de sabor, al compás de viejos y eternos rockeros. La sala en la fiesta, el baile y los motoristas vestidos con sus trajes de cuero aparcados en el sofá.

Si hay un cuento de noche de invierno interior o noche interior de invierno, el duende lo narró a partes proporcionales de los claros de luna y las nubes cargadas, en distintos libros y con distintas manos y caligrafías.

De pronto, a mis pies la madre abnegada de Samsa intenta poner a mi insecto boca abajo. ¡Qué alivio! La forma de agitar sus patitas empezaba a ponerme nerviosa y bailar alrededor de un hijo metamorfoseado me pareció irreverente. Tengo un ligero recuerdo de sardinas corriendo por un monte, pensé en aquel monte del olvido donde estarían clavadas las cruces y un cruce de caminos que dio en una explanada.

A pesar de todo los árboles volvieron a encenderse y a derramar sus hojas sobre veredas y carrocerías de coches parados junto al borde del poema que ya no se escribe solo. Soltaban sus tintes en la falda de la tarde y robaban la sombra de la voz en un anuncio extravagante de paquetes con lazos brillantes, como si fuera tan sencillo imitar el destello extinguido que recorre el firmamento.

Al subir hasta la cima, detengo el aliento en los satélites y envío la coordenada precisa del beso que había extraviado. Y si mañana, al final del túnel, no hallo fragmentado el vidrio y veo el abrazo de todas las expectativas, caminaré otra vez como si jamás hubiese caído.


 
 
 
 
 
 
 

domingo, 27 de diciembre de 2009

27/12/2009 - Domingo.




El mismo sitio puede ser un sitio distinto.
El mismo vestido un vestido diferente.
El mismo día, otro día.
El mismo recuerdo otro recuerdo.

Una ventana abierta,
cerrada un rato después
dice que casi no respira.
Aire envejeciendo al elevar la copa del brindis
y una noche sonriente pegada al cristal oscuro.
Ventana discutiendo y alguna vez mintiendo sol.

No sé qué digo si no sueño bien. Ven.
Muéstrame el limpio sueño
que había en la alcancía de aquel tiempo,
llave libre.

Siempre te ha querido
la que va
vida a vida
nombrándote
desde entonces.










sábado, 26 de diciembre de 2009

26/12/2009 - Sábado.



“... Nadie podía quitarle el derecho a pensar que a veces Dios se equivoca al repartir sus favores y si no sería mejor que Dios se dedicara a amontonar las virtudes en lugar de diseminarlas. La excelencia y no el equilibrio debería ser la meta. ¿No vale más un héroe que dos o tres o un millón de hombres vulgares? Pero en fin, el asunto tenía ya mal arreglo. A Ullrich le había tocado el pene más grande, y a Andreas, todo lo demás. No era mal reparto”. (El hombre que inventó Manhattan, Ray Loriga)


* * *

La crisis a veces me pone la piel de plástico, sobre todo en los pies. Por otra parte, llueve bastante y no viene mal ser, hasta cierto punto, impermeable. Lo peor de todo es que surgen goteras, con tanta lluvia es algo previsible. Juntar tres paraguas no ha servido de mucho, son mudos e incapaces de invocar a los dioses encargados de reparar vías de agua. ¿Se me estarán inundando los pies?

En caso de sol abrasador tener piel de plástico no es conveniente. Así decido, por si se diera la ocasión, en una de esas medianoches raras, mezclar en la vasija de los pactos angelicales diversas sustancias que, aplicadas en las dosis adecuadas y a las horas de los feitizos, vayan transformando el derivado del petróleo en una epidermis de poros abiertos. Quizá la próxima primavera me encuentre bajo una sombrilla, intentando entender los desequilibrios virtuales de eso que se llama Bolsa, con sus índices y sus puntos, que no suelen ser suspensivos sino puntos de suspense. Y suspendidos mis sentimientos entre variables incomprensibles, como si fuesen jeroglíficos dibujados en la gruta de una isla desconocida, tal vez descubra que regreso a la piel de la vida.

Vale. Mientras todo esto sucede moldeo nubes de menta, las volutas de entonces, y esos anillos de compromisos fantásticos, emulando a los peces de colores del acuario. También, a la hora en que solemos citar a los huracanes, hago acopio de brazaletes suficientes y con su sonido amenizo el ensayo puntual de los abrazos que ésos vientos deben a la suave brisa, como si dirigiera un tráfico aéreo excesivo. Hay instantes en estas ceremonias en que se cruzan extravagantes aves de un edénico paisaje.

O no digo nada. Escucho la cara B de discos guardados en los desvanes de la memoria. O disparo con silenciador en el aire turbio de una noche de resortes imprudentes e insolentes. Aunque si callo a la sombra que acostumbra a arañar las paredes del sueño, escribiendo consignas altivas, puedo, suavemente, deslizar algo parecido a una sucesión de frases besando la huella serena del anhelo.

Si recorro la línea del corazón y veo a esos bichitos apenas perceptibles, danzando palma extendida y comprendo cierta indecisión en el movimiento que no equilibra la intención de bofetón o caricia, pienso en los castillos de arena que arrastraron las olas en la orilla de la decepción. Y todos los bichitos casi invisibles desfilan por la paralela de la vida con su corazón de lupa y un verso cada uno.

Y ahora, a esta arriesgada hora de la noche interior, voy a colocar a la entrada esa pequeña alfombra que casi siempre decía WELCOME.

 
 

lunes, 21 de diciembre de 2009

21/12/2009 - Lunes.





“También tú en el jardín te disfrazas y en tus manos guardas flores imprecisas y en el horóscopo del diario encuentras razones más que suficientes para acabar conmigo.


¡Yo a veces me siento junto a la verja a fumar un cigarrillo imaginando que te ignoro, y soy tan feliz!”. (El destino de Cordelia, Ray Loriga)


* * *

A falta de canciones de cuna con que dormir “al niño o la niña”, ovejas que contar, cuando el tiempo se acerca a esa línea de la noche interior, emergen cuestiones tanto banales como trascendentales y se elige, como en el juego de los chinos cuando puño cerrado has de decidir entre pares y nones. Es absurdo, lo sé.

Qué hubiese pasado si aquella mañana Proust en lugar de mojar la típica magdalena en su café, hubiese mojado un bollo suizo o una porra sin ir más lejos. ¿Hubiese contado tal vez la historia de una saga de banqueros o relojeros? No quiero plantearme qué nos habría dejado escrito si hubiese mojado en el café una porra, como no quiero indagar en el fastidio que me producen las galletas María en el desayuno, por qué me gustaban y gustan más las Chiquilín.

“Si usted quiere me tumbo en el diván ahora mismo, a estas alturas desnudar un poco más mi subconsciente no me produce inquietudes importantes, pero le advierto que el asunto de las galletas tiene tan poco glamour y es tan sencillo, que no merece indagaciones psicoanalíticas”.

Y ya que estoy masticando desayunos al filo de la madrugada, me alegro de que Aminetu Haidar coma en casa otra vez.

Claro que si una tira de la galleta... ocurre que ese trozo desaparecido, que se ha intentado rescatar sin éxito con la cucharilla, está, al vaciar la taza, al fondo. Magia Borrás, que no La Borra del café. ¿Qué ocurre? Pues, pasa lo que pasa, el condenado pedazo de galleta no deja leer el poso del café. Por consiguiente, y para saber qué nos depara el futuro, no queda más remedio que recurrir a la astrología, porque el oráculo de Delfos y los dioses del Olimpo se han jubilado. Entonces buscas tu horóscopo entre las páginas del periódico y te enteras de que Obama se apuntó un poroto en la cumbre de Copenhague, que el Poeta en Nueva York, ya no está allí, aunque tampoco anduvo muy acertada la brújula al buscarlo... y llegas a la última página sin encontrar pronóstico alguno, salvo el del frío siberiano que nos obliga a pertrecharnos en los brazos imaginarios del amante imaginario, tapándote hasta las orejas con la mantita de viaje, imaginario también.

Apagadas todas las luces, la nariz apuntando a las hipotéticas iniciales bordadas en la sábana -supuesta también-, esa inocente impresión de aguja e hilo, reafirmación de enlace, cuelgas un dedo en el agudo extremo de la creciente, sensación etérea, puedes sostenerte sólo con un dedo. Que si algo entra por la ventana de los deseos dormidos sea con ese broche brillante que animó otras historias y mil y una noche de cielos despejados.


jueves, 17 de diciembre de 2009

17/12/2009 - Jueves.




“Y si durante algún tiempo consiguió vivir con asombrosa eficacia en el disfraz, después de las últimas lluvias, era plenamente consciente de que su disfraz, mal cosido para empezar, se caía hecho jirones, y temía, o sabía, que dentro de poco, en realidad ya mismo, estaría del todo desnudo”. (Ya sólo habla de amor, Ray Loriga)


* * *
Me resulta imposible ordenar el día como si acabara de descolgar la ropa del tendedero, calcetines, camisetas, toallas, bragas, etc. Pasa algo, ocurre en silencio y en la más absoluta clandestinidad del alma, tal como un principio que acude desde el caos presente o una catástrofe definitiva pactando con ese montón de piezas tiradas por el suelo de un tiempo confuso.

Por qué, me pregunto, decidí sacarme la máscara, depositarla en el baúl junto a las marionetas inventadas, abandonar el arte del ventrílocuo, ponerme el nombre de los documentos y desnudarme de letra para abajo, como si tuviera algo que decir, no ya importante sino algo. No me cuestiono en absoluto la utilidad de este espacio o su entretenimiento, no, no es eso, aunque no sepa exactamente qué es. Así, a cara descubierta, los márgenes se acotan, la reflexión se impone, siento que he de medir en cierto modo el alcance de lo que digo o cómo lo digo. La distracción se convierte de esta manera en una tarea, no controlada, pero sí medida hasta cierto punto. Y así pienso que debería volver a lo imaginado, a las ficciones que recorren a tientas los rincones en penumbra y ni siquiera saben cómo me llamo, si es que sigo volcando frases en este sitio.

También creo que mostrarse, de tarde en tarde, fuera del alcance de los reflejos, es un buen ejercicio, como una reconciliación o repaso de las exigencias diarias de la realidad y lo cotidiano.

Y en este instante, madrugada ingresando en los silencios debidos al descanso vecinal, echo de menos la música. Dylan no está, la mudanza, viene Joe Cocker, Sorry seems to be the hardest word.

Never tear us apart. Solucionado el bullicio con auriculares.

Quiero dejarme resbalar como una lágrima por la pendiente cálida de esas canciones, cambiarle el sentido a esto que comenzó, tecleado con tanta duda, en la firme decisión de no repartirle sucesos o anécdotas a las horas del día. Que mis dedos cuenten por mí, hablen, aunque no digan nada.

El fin de semana pasado me hablaron de un personaje de cuento que no conocía, Narrudín creo que se llamaba. The simple things. A Narrudín alguien le exige que le demuestre la existencia de Dios y él ante la insistencia de quien le pide esa demostración, le da un golpe en la cabeza. El otro se queja a una tercera persona, y ésta pregunta a Narrudín por qué le ha golpeado. “Él me pidió que le demostrara la existencia de Dios, pues que me demuestre él el dolor que siente”, contesta Narrudín.

Have a little faith in me. En todas las ventanas ha enredado el frío y la noche un misterio de ojos cerrados a las estrellas. Debajo de los tejados como debajo de los sombreros moran los pensamientos dormidos sobre la esfera y sus números. En algún lugar, sin embargo, reside un eterno latido y ése es el latido que buscan las bocas sedientas. Quizás besos perdidos en tránsitos anteriores. Deudas de abrazos.

Atando palabras en el tapete verde de los juegos de azar. Don’t let the sun go down on me. Y qué fabricar con las letras ordenadas del abecedario, como si fueran fichas esparcidas sobre el lecho de una noche que nunca ha sido y no será hoy que ya se propone amanecer, contra toda desnudez dispuesta a oraciones afirmativas. La luz vendrá a pronosticar interrogantes que llevarás otra vez hasta la franja horaria de los hechizos entre el pecho y la tela y dirás de nuevo, una vez más, que querías y quisiste aunque no quisieras entrar en ese laberinto emotivo en el que todavía viven murmullos codificados sobre tu piel.

... se pierde el tacto sobre el teclado, responde algo que agita desde el sonido y eleva y cae, rayo luminoso o entusiasmo, una guitarra descifrando poro a poro lo que el roce de la brisa dijo sobre tu hombro antes de la lluvia y los telones de acero de la desilusión...

My father’s son.

… que sí, el metal, la voz de la percusión y tu baile en la cercanía del deseo desprendido de la canción, sin excusas posibles porque aun tejido por medio esa trama te traiciona y la música abre compuertas y resquicios al descuido y ya estás casi en la cima de la impertinencia cuerpo toda la letra y caricia en la emoción... Could you be loved...

Mañana no vengo a ser frase desorientada a propósito de este artificio en el que me inscribo y ya voy despidiendo mano alzada y dactilares huellas...

Besos.

That’s all I need to know… And you?

(All I know) Feels like forever.

 











miércoles, 16 de diciembre de 2009

16/12/2009 - Miércoles.


“Me contó una historia de un elefante al que todos los cazadores disparaban. Era un elefante grande como una montaña y todos los cazadores pequeños como una bala de fogueo creían que podrían con él. Disparaban sus rifles y el elefante no caía. Estaba bien jodido, pero no caía. Según me contó, el elefante aguantó durante años aquella historia. Tíos incapaces de tumbarle disparándole a todas horas. Una vida demasiado dura incluso para un elefante. El viejo se quedó allí a mi lado, durante un par de horas más, sin decir nada, supongo que trataba de averiguar si yo era una de esas personas capaces de estar calladas. Luego me dijo: Chico, cualquier imbécil puede herir a una mujer pero sólo un hombre grande puede llevársela para siempre”. (Héroes, Ray Loriga)

* * *

Tobi, ese can bautizado en la pila de las mañanas, cuyo nombre verdadero nunca sabré, ladró el día que amaneció nevando. Hice la foto a pesar de sus ladridos y Don Quijote le dijo a Sancho aquello de “ladran, Sancho, luego cabalgamos”.

Las mañanas casi siempre tienen sabor a resurrección y a café, aunque la tarea de reencarnarse en el personaje sea ardua. De una noche vacía, como una ría sin agua, aparece frente al espejo del baño el fantasma desaliñado que saldrá a inventarse los sueños que no fueron. O tal vez recuerde el recurrente, ése en el que apenas logra sujetarse al borde de una cornisa con el vacío debajo y sin un Buster Keaton que le ponga gracia al asunto.

Real. Al volver del trabajo cocino y paso la mopa con la radio dando vueltas entre canciones dispares. No me dispares, Eric Clapton. Estoy encantada con mi entrada para el teatro. La plaza me pareció preciosa cuando dejé la taquilla, al frente la Victoria simbólica, rodeada de farolas encendidas y una fachada estratégicamente iluminada, "la vida es sueño", se oye. Un encuentro casual y familiar, esas cosas que sólo pueden suceder en el centro de la ciudad, que es como una ciudad más pequeña, menos dispersa y donde la vida se concentra con la riqueza de la paleta de un Marc Chagall o un Matisse o un Miró o un Picasso.

Sé que algunas alegrías padecen de fragilidad frente a grandes obstáculos que, por invisibles, tienden a convertirse en infranqueables y procuro no pisar en falso. Quedan excluidas de lo anterior las cacas de los perritos, aunque no estaría demás que los dueños aprovechasen las bolsitas de los dispensadores que ha instalado el ayuntamiento con el noble fin de evitarnos pisar mierda. Alguien me dijo una vez que la mierda hay que dejar que se seque, después no mancha y se puede pisar con toda tranquilidad. Es más cívico recogerla, creo.

Y ahora la madrugada, sin peligro a la vista, pues vine a casa antes de las doce campanadas y no tuve que sufrir el bochornoso desencanto y quedarme sentada sobre una calabaza. Como contrapartida sigue sin servirme el zapatito de cristal y no sé qué habrá sido del príncipe, pero seguro que a él también le crecieron los pies o como poco le salieron pelos en las orejas. Además de un príncipe azul, hubo un barba azul y si mal no recuerdo un barba roja, también la caperucita idem y el flautista, sin olvidar a los famosos tres cerditos y el lobo erre que erre de cuento en cuento y de bosque en bosque. Ahora están de moda los vampiros pijos y ya nadie quiere dar la vuelta al mundo en ochenta días ni hacerse 20.000 leguas de viaje submarino. Pese a todo esto a quién no le gustaría vivir del cuento...

Ay, amor que derribas fronteras... sin ti mi cama es ancha...

No obstante, mareado ya el segundero, y secretamente, rememoro la ilícita presencia, la caricia que atraca en el muelle de la epidermis nocturna, como una tarea pendiente del próximo poema, la siguiente letra de un alfabeto reinventado o la esperanza de los labios que me digan.


 
 
 
 
 

martes, 15 de diciembre de 2009

15/12/2009 - Martes.





“… Mickey Mouse se pasea por tu calle con una recortada y sabes que no vas a recordar nada que no hayas tratado de recordar cien veces. Si eres capaz de fabricar algo fabrica espadas porque todo lo que vas a echar de menos son espadas. Confía en los caballos y confía en las quinielas pero no confíes en un país que desayuna niños como tú, y ten siempre en cuenta que todos los países, grandes o pequeños, desayunan niños como tú. Tampoco te conviertas en un completo imbécil porque las naciones saltan los escalones de diez en diez cuando caminan sobre imbéciles”. (Héroes, Ray Loriga)



* * *


Tengo un día papel de lija. Por dentro, por fuera intento no raspar a nadie. El sol a pesar de mí brilla, juega a un invierno de ley, mientras yo añoro estíos más condescendientes con mis huesos.

Heroínas. Aminetu Haidar no come. Tinduf está muy lejos. Los pecados de la Historia siempre son veniales, a toro pasado se transforman en eso, fueron mortales en su momento. Siempre es así, sólo hay que repasar los gloriosos capítulos que nos cuentan lo que fuimos. Sin ir más lejos y como ejemplo disponemos de unos trescientos años de Inquisición con sus correspondientes hogueras. Las de las vanidades no, las de quemar demonios.




Mi Heroe, sin acento, gesticula en medio de mi salita de espera. Creo que tiene frío, yo también, le digo, qué tal si nos vamos a dormir, debajo de las mantas se soporta mejor y así soñamos. O hacemos que soñamos. Porque las paredes se han encogido y disponemos de un surtido de rejas y barrotes en las tiendas de bricolaje, decorar la celda. Antes fue una jaula, sólo para relacionarla con una figura alada, pero era mentira, la figura tenía amputadas sus alas y el espacio adquirió la categoría verdadera de celda.

Creo que la única riqueza a la que puede aspirar mi Héroe –le pongo el acento que sé en su interior- es a la libertad.

Manuel Rivas entra en la Academia Gallega de la Lengua. No puedo sino alegrarme, de que un escritor al que admiro profundamente ocupe un lugar donde su esencia humana y su talento sean de provecho colectivo.

Le conté, anoche, a mi Héroe de cartón piedra, cómo se me había roto aquel jarrón chino de la dinastía Ting… Tong, me dijo. Suele empeñarse en conversar conmigo en lenguas que no entiendo, así que le bajo el volumen y me entretengo en seguir el movimiento de sus manos, cómo coloca los pies, las respiraciones entre palabras, los paréntesis sinuosos de sus labios, el parpadeo y asombro de sus ojos… Algunas noches están hechas para envolverse en una cálida manta y enamorarse, como antes, de tus Héroes, después sueles dormirte con la piel tan tersa como si te hubieras puesto una buena dosis de crema de babas de caracol.














lunes, 14 de diciembre de 2009

12-13/12/2009 - Sábado y Domingo.





"Mientras se mojaba la cara y se peinaba con los dedos hacia atrás sintió que recuperaba poco a poco al hombre que en realidad era. Al regresar a la mesa con paso firme, todas sus fantasías se habían esfumado. Mirando a la niña y a la mujer sentadas junto a la cristalera, se propuso empezar a hacer las cosas bien a partir de ahora".(Nada malo, Ray Loriga)

* * *


Cuando la piedra transparente de la madrugada se fragmenta, arde y alza un grito violento, sabes que alguna voz extraña gesta su letanía en el velo oscuro. Alma y suplicio desgranan versos irredentos o devociones absolutas.

Y en la mañana ya resuelta, con su sol pleno, el café en la mano y el convencimiento de que todo empieza de nuevo, ningún remordimiento ni recuerdo de la caverna, desde donde el dios malvado puso su icono en la frente del sueño.

Relativo, ese tiempo elástico pone señales equívocas, enloquece a los segunderos y a los tañidos que seguramente anuncian oficios. Sin embargo la plegaria que describen mis gestos tiene un fin multitudinario y me visto sin cálculos ni adornos extraordinarios. En la calle esperan los eslóganes y las insignias que evocan derechos y advertencias de conocimiento.

Somos muchos, aunque hay muchos más que no llegaron. El trabajo que dignifica y mantiene a la persona. Es un sábado peregrino y la calle da una voz de alarma, el peligro de que la enfermedad se convierta en epidemia.

El sábado sigue su curso, después de lo manifiesto en las calles, con charlas serias, triviales, bromas... Una vuelta por una librería. Él libro que compro y que hoy, domingo, he comenzado.

Domingo de aliento helado, después del disparo certero en el corazón de la noche del sábado, que la quebró como esos vidrios que estallan y sin desprenderse muestran su cicatriz amenazante. En la madrugada debieron desatarse pequeños ciclones, que dejaron ramas partidas y muchas hojas sobre las aceras. A veces el viento va provisto de navajas y mal carácter.




Camino por calles soñolientas. Algunos paseantes con sus perros, madrugadores lectores de prensa y los que entran en los bares a tomar el primer café del día. Compro tabaco, el periódico y entro en uno de esos locales donde venden café en vasos de papel y donuts con fideos de azúcar coloreada. Tomo por primera vez café con pajita. En la mesa de al lado se sientan cuatro chicos muy jóvenes, me sorprende su forma de hablar relajada y sin elevar demasiado el tono. Uno de ellos comenta incluso que la música está un poco alta. Tiene razón. Les escucho, entre párrafo y párrafo de un artículo, conversar sobre sus estudios. Hoy regresan a Santiago.

Compro pan de camino a casa y me dispongo refugiarme en casa, con mi catarro, el periódico y el libro y la música y una película. Voy a pasar una tarde de domingo en pantuflas, zapatillas... Si alguien me hubiese sugerido una tarde de tacones, le hubiese dicho que no combinan bien con esta tos que me sacude como oleaje de temporal.

Y así llegó la noche transgresora, vestidita con su disfraz de novia de toda la vida, callándose el nombre de la verdad que luego duerme.












viernes, 11 de diciembre de 2009

11/12/2009 - Viernes.




"No cuesta nada imaginar el fastidio de Cordelia y su destino. Tratada como una desconocida, vigilada en cambio a distancia, perseguida en el jardín. Aquellas interminables charlas nocturnas, toda nuestra presunción y nuestra falsa amistad. A veces se hacían promesas.

... los ruidos en la buahrdilla, los pasos de dos hombres que ni toman ni dejan, ni consuelan, ni inquietan. No conviene mezclar lo despreciable de la conducta de estos hombres con mi privilegiada situación y sin embargo en la cabeza de Cordelia cabe pensar que todo se confundía". (Los oficiales y el destino de Cordelia, Ray Loriga)

* * *

Gatos de bombillas al contraluz de una luna, la navidad maúlla en mi calle cuando anochece.

Ayer noche saluda. Sonríe. La conveniencia de un estado anímico en la convivencia de las veredas.

La plaza tomada. Hace frío y los niños no juegan. En la esquina un surtido de motos sin conductores.

Evito entrar en el supermercado, repaso mentalmente las necesidades de la despensa y subo sin el peso de los nutrientes. La faena doméstica espera como un puzzle desarmado -casi exacto, los fragmentos de papel y su ira contenida-, el aseo del aseo, la recolocación de almohadones cuyo apoyo es dudoso... , y mientras tanto las canciones que insertan sus órdenes o desórdenes en el pensamiento. Mejor así que la permisiva mudez modelando y reestructurando los esquemas del olvido, del recuerdo, el arrepentimiento, la certeza, duda, presentimiento, expectativa o desesperanza...

Y de pronto llega el momento de cerrar el libro -me faltaba leer el último párrafo del cuento- y echarse en brazos de ese abismo que, como ellos, oculta sus inquietudes, dejándome cada vez más desamparada.

Alarma de claro y agudo sonido, los alfileres todos en el cuero cabelludo. Persiste la noche, contra la audacia del reloj y mi sonambulismo, en busca de la insustituible cafetera. Hoy sí, no hay cuentos que me valgan, la radio, las noticias...

Pienso que extraño el cuerpo del extraño. Casi siempre antes de la frontera cosida a la sábana, intuyo una cálida forma situada a mi espalda.

El café está listo. Nobel. Paz. Guerra. Tropas. Huelga de hambre. Manifestación.

En Myanmar una mujer, Aung San Suu Kyi, sufre prisión premiada y nunca propuso una guerra sino una democracia. Las paradojas políticas.

La temperatura de la calle me congela la nariz. No, el olfato no.

Comienza el fin de semana y siempre surge una lista hipotética de actos libres, relaciones y deseos. El cine, las exposiciones, el sol... Por qué después los barrotes tensan los rayos solares y los depositan sobre el suelo de linóleo como una sentencia inmerecida...

Aviones. Un desplazamiento, un paisaje diferente y tal vez un encuentro. Sus estelas trazan renglones a expensas de palabras invisibles. Los veo desde la atalaya que observa los tejados.











jueves, 10 de diciembre de 2009

10/12/2009 - Jueves.




"Sin dudarlo, camina hacia la carretera, lo cual le dice algo de su condición. Un hombre que camina hacia el interior del bosque, está huyendo, y sin embargo, un hombre que camina hacia la carretera, seguramente sólo piensa en volver. A su pesar, ya ha empezado a reconstruir su historia". (El final, por ahora, Ray Loriga)

* * *

La noche de ayer consumió un silencio prolongado, internándose en la inútil pendiente que baja hasta el sueño, sin alcanzar la cristalina imagen que devuelve la respiración propia, ese pulso vital. Así, una especie de copia extraña, como una foto en sepia, harta de grietas y demoliciones del tiempo, sustituyó el derecho fundamental de una hora nueva y libre de fantasmas.

De nuevo amanece con un golpe traidor de frío. Antes de dormirme había pensado en la nieve cubriendo los tejados. Cumbre, Copenhague, la sirenita. El color blanco ya cubre las cimas. El café es imprescindible, a veces no sé si por su sabor o por su aroma. La sirenita mira al mar ajena a todo, incluso a su pasado manco, cuando aquellos gamberros robaron su brazo.

Desde la cumbre de Kioto, me parece que cada una debería llamarse la cumbre Poroto. "Se apuntó un poroto", se decía por allá cuando alguien acertaba, tenía un golpe de efecto ingenioso o cuando su actuación dejaba mucho que desear. Por lo tanto, apuntarse un Poroto es flexible en su significado. Yo también me apunté un poroto, pero no voy a decir por qué.

Cuando a la Sirena de Copenhague le cortaron el brazo, siguió barajando la posibilidad de quedarse sentada para siempre mirando el horizonte, siendo el símbolo mutilado de quienes pasan por encima de todo. A la  Cibeles también le cortaron la mano en una ocasión, nadie la oyó decir esa mano es mía, siguió en su sitio tal como el prócer en su pedestal y al que jamás le cortaron nada.

Las típicas luces navideñas están colgadas en las calles. Todo comienza a tener ese sabor de retorno inevitable. Algunos usan esa excusa y regresan a su pesebre con una nostalgia que les delata. Otros aprovechan la ocasión y regresan a las comidas copiosas y prohibidas. Lo prohibido atrae más y mejor. Estoy segura de que habrá alguien escribiendo una tarjeta navideña, aunque jamás lo haya hecho, sólo por nombrarse en el buzón que no se olvida.

No me molestan los villancicos, me molesta que en todas las tiendas y supermercados y a todas horas suenen sólo villancicos.

Terminé el libro. Lo echo de menos, me gustó ese libro. Me resulta difícil adaptarme al siguiente cuando esto ocurre, como cuando tienes que cambiar de persona por alguna razón. Por ejemplo, cuando un día vas al bar donde siempre tomas café y ya no encuentras al camarero o camarera que te daba los buenos días.

Tengo que llamar sí, tengo que llamar. Aunque no estoy muy segura de que quiera seguir haciendo llamadas, seguir haciendo esto o seguir calculando cuánto tiempo queda para el final.

Esta mañana subí al tren pensando en ese beso de despedida que se repite por las aceras, como una baraja de naipes que sólo tiene una carta repetida para que el truco no falle. Luego me puse a leer el libro de cuentos.

Está soleado, debería de sonreír a pesar de todo.












miércoles, 9 de diciembre de 2009

09/12/09 - Miércoles.




"Ella trató de imaginarse qué cara tenía Dios y por un momento le pareció que debería ser una mujer mayor con los ojos rasgados muy muy dulces en lugar de un cabrón de raza aria con barbas hasta el suelo". (Caidos del Cielo, Ray Loriga)

* * *




Remontar al son de las campanadas y desde ese fondo, que estaría poblado unos instantes antes de quebrarse, como la superficie de un lago helado con los primeros calores, cuesta. Se usan trucos, que jamás son mágicos, como imaginarlo cabalgando a bombo y platillo, como un Don Nicanor ecuestre o un soldadito de plomo. No, ya sé que no son las mañas habituales. Cualquiera puede montar en esa imagen, es como un collage, un cortar y pegar aquí o allá, un retoque de color, una ampliación...

De pronto, los oigo pelearse.

-Tu caballo es una 'ful' y está lleno de pulgas.

Luego sale corriendo, escapa de la piedra que le ha lanzado.

Es mentira, su caballo es precioso, no tiene pulgas, se lo regaló su padre. En realidad no tienen ningún motivo para pelearse, en el fondo son buenos amigos y se quieren, es sólo que en ciertos momentos los celos o ese mal, innato en los chicos, de competir siempre...

Vale, que sí, me lo he inventado todo. Es que hoy quería tomar el café sin asomar la nariz a los problemas del mundo. No me apetecía saber si en el futuro tendremos irremediablemente más hielo de la cuenta o un calor de mil demonios preparando una barbacoa con nuestros traseros.

Bajó la temperatura, bastante. La cumbre de Copenhage, cumbres borrascosas. Emily, murió tan joven. Y la otra Emily, en retiro, como si quisiera abandonar el mundo, aunque sus poemas fuesen tan intensos y profundos. Una vez, en un programa de radio, escuché la entrevista que hacían a un hombre. Escribía libros de viajes y nunca había salido de su ciudad.

Sigo leyendo el libro que comencé ayer, ya lo estoy terminando, me alargo en las últimas páginas porque no quiero dejarlo.

Esta mañana no estaba muy segura de que fuera miércoles o lunes.

Sigue doliéndome la espalda y la cabeza, menos, pero aún duele, desde el lunes.








lunes, 7 de diciembre de 2009

07/12/2009 - Lunes





Entonces vino el mal y alimentó el desierto.
Los sentimientos y emociones desaparecieron en la oscuridad y todo murió.
No lloraré, de todas formas, porque las tumbas nunca albergarán lágrimas sino gusanos.














domingo, 6 de diciembre de 2009

06/12/2009 - Domingo.





Buenos días. Sabes que la nube, ampliando sus márgenes, depositó barnices. Ya. Ni cuenta te habías dado.

El parque está casi vacío. Canes y sus dueños y el otoño desmadejándose sobre el césped. No hay moreras en la ciudad, ni la seda de aquellos gusanos de la caja de zapatos. Los finos hilos y el cuento, la ruta... Y si la caricia imita, al tacto del tejido... Los hocicos se acercan, giran en saludo perruno, un salto, un ladrido, otro de respuesta... Olfatean, siguen el rastro, cada día el mismo rincón, la misma esquina... Ha llovido en el sueño de las calles. En el centro y en la cima, la textura y la saliva. El gusano repta sobre la hoja y deja un sonido brillante.

Pero ahora es la hora de los aperitivos tardíos: olivas -otra textura- y la malta de la cerveza, en las papilas.











sábado, 5 de diciembre de 2009

05/12/2009 - Sábado.



Claramente, el día había extendido un permiso mágico. Y adjuntó imágenes generosas que hicieron desaparecer, casi en su totalidad, las amenazas de las primeras sombras de medianoche. No es habitual que el reloj se aleje tanto de la línea oscura en el instante del café.

No soñé, inventé un horizonte de nubes azuladas y agradecidas, las fotografié con una cámara enamorada y después adquirí la costumbre de ensamblar segmentos diseminados sobre la alfombra del dormitorio, fabricándome el manual onírico que deseó la piel.

Nadie puede imponer a un pasajero que nunca adquirió su billete en la forma autorizada. La araña trepaba por la porcelana de la bañera y su mundo parecía ése, sin embargo ayer tejía fuera de la ventana con intención de crear una frontera entre la brisa y las alas.

Te abracé, no lo dudes, entre bastidores de la madrugada, mientras los silencios acarician voces de tragaluz que juegan a tomar ciudades dormidas y ríen de los cansados huesos que moran colgados en la pasada fiesta de Halloween. A esas horas nadie entiende nada y menos abrazos furtivos, esquivando disparos de alguaciles y otras formas de control sobre labios y deseos.

Tomé nota del diálogo en penumbra, porque en ocasiones la luz vela palabras clave y contraseñas del amor, cuya terminología puede caer en desuso al menor descuido. Así, practicando memoria, repetí hasta el fondo de la taza, poso premonitorio, cada gesto y cada signo rescatado del estanque, donde peces resbaladizos colorean tus ojos.

No sé, estoy haciendo acopio de los antiguos apuntes y notas, estudiando los indicios del sentimiento, modelando esa apuesta que hice y que no quiero perder.










viernes, 4 de diciembre de 2009

04/12/2009 - Viernes.





"Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música". Aldous Huxley
* * *
Robert Alexander Schumann

(8 de Junio de 1810- 29 de Julio de 1856)



Su obra Papillons, publicada como Opus 2 ("Mariposas"), escrita entre 1829 y 1831, cuando tenía entre 19 y 21 años de edad, es un ejemplo de la fusión entre literatura y composición musical de Schumann. Se trata de una composición para piano, que consta de varias escenas de danza inspiradas en una fiesta de disfraces. Según escribiría el propio Schumann, está inspirada en la última escena de la obra "Flegeljahre" de Johann Paul Friedrich Richter, y mezcla el carácter festivo con un extraordinario sentimiento melancólico.

* * *

No, todavía no tengo mariposas en el estómago.

No olvidar: escuchar música este puente que nos lleva hasta la libertad conseguida, de tu mano, de la tuya también y de la tuya, de todas las manos todas...

Recordar: el vuelo, lo etéreo, la levedad... Intuyo que la "pachuchez" remite. Gracias, Amoxicilina, diosa que batalla contra lo invisible.

La red. Está puesta, los trapecistas dan sus saltos y las figuras que describen en el aire, ondas, círculos... atrapan la mirada asombrada. No perder la capacidad de asombro, intentarlo, al menos.

A primera hora los usuarios de la red y su manifiesto en las noticias radiofónicas.

Me siento un poco torpe, el bucle del sueño engarza automáticamente en la cafetera y la puerta del baño bosteza el templado aliento del vapor... No sufro mi expresión ante el espejo, amablemente se ha empañado y suaviza el gesto apenas sugerido.

El cielo está despejado. Las farolas, aún encendidas, mezclan su nostalgia nocturna con los primeros claros. Los camiones de reparto, los barrenderos, el kiosco, el periódico... Leo en el tren, parece que va a más velocidad.

Este otoño va alfombrando parte de las aceras, los parques lucen sus ocres y verdes. Pasear por el parque, también. Ver alguna película.

Dos adolescentes se besan en la esquina, llevan uniforme y libros, luego se separan y siguen caminos opuestos. Suena una sirena en el patio del colegio.

Aunque la mañana sólo ha empezado, ya estoy pensando en el café de la sobremesa.




jueves, 3 de diciembre de 2009

03/12/2009 - Jueves.





Anoche hubo un apagón. La salida del metro se abrió como una boca exhalándome hacia la oscuridad, todas las farolas tristes. La calle sin luz y mi "pachuchez" al unísono. No vi a nadie. No hablé con nadie. Siluetas desdibujadas. Más tarde la caja del supermercado, el precio, las escaleras, el peso más pesado cada vez... El precio pagado es desmesurado y no sé por qué, lo juro.

Una preocupación secreta persigue el anochecer de la violada iniciativa, es por eso que acudo al sueño con un cansancio de mil noches y tardes esquivas. Ya no estoy siendo.

Sueño interruptus. Todo se borra y, antes de un portazo desquiciado en algún lugar, hay hogueras, temblores, arritmias, un sismo sobre el lecho dolorido.

Hoy me cuesta extender la mano que consiente en el despertar de la alarma, las falanges hormiguean en torno la botón de apagado y resurge la tentación de cerrarle los ojos al día, carpetazo y a archivarlo, como si no hubiese servido de nada, o por si se le ocurre discurrir de la misma forma que el anterior.

Las voces radiófonicas y el café no parecen darse cuenta de nada de lo que sucede en los mundos diminutos, el tono y el aroma apuestan todo o nada por un recomienzo verdaderamente nuevo y sin los lastres que ayer impidieron algunas vidas.

No llueve, pero hace más frío y brotan falsas lágrimas. Esta mañana no tomo nota de lo que falta, a veces acudir al supermercado puede ser considerado delito o error.

Aspirina. Go on.

Consuelo la mirada exhausta en los andares y gestos de los niños que sonríen sobre la ciudad, ajenos a lo cierto y lo incierto, con la inocencia que los años convierten en un tesoro perdido.

Respiro profundamente y me propongo, cueste lo que cueste, libremente, enamorarme de nuevo.









miércoles, 2 de diciembre de 2009

02/12/2009 - Miércoles.




Sigo con la realidad colgada de la chepa.

Fui capaz de levantarme pocos minutos después de la primera alarma del móvil, el sonambulismo matutino no me jugó la mala pasada de buscar a tientas y apagar por inercia, regresando a las hilachas del sueño que gatea sobre el embozo. A cambio, un susto mayúsculo, cuando al pasar delante del espejo veo la calamidad que la "pachuchez" está haciendo con mi expresión: tenía la mal designada "cara de perro".

Recojo las cenizas de la noche, friego los platos pendientes y acumulados, dando sorbitos de café y recordando lo que falta: refrescos, suavizante y papel higiénico. Es curiosa la necesidad de papel higiénico que tenemos todos y lo agradecidos que estamos a las mejoras ganadas por el susodicho con el tiempo.

La radio. Mi primera intención es poner música, sin embargo opto por noticias. Han subido un poco las temperaturas y la presidenta de la Comunidad estuvo en el Congreso, haciendo peticiones. Pienso en la carta a los RR.MM., otra vez la Navidad, si parece que fue ayer, a primeros de setiembre ya habían empezado a exponer turrones y demás dulces propios en los supermercados.

Al salir de la ducha y abrir la puerta noto el intenso olor a café. No sé por qué me da apuro salir del baño sin albornoz, presiento unos ojos escrutadores en alguna parte. Doctor (malo, ya le estoy mencionando), ¿esto no tiene nada que ver con la manía persecutoria, verdad? ¡Tranquilíceme, por favor, por lo que más quiera! ¿Tal vez pudor heredado de la educación cristiana recibida? ¡Dios santo, "el vivo sin vivir en mí" con connotaciones freudianas! Rizar el rizo creo que se llama.

Suena el móvil. Desconocido. Lo siento, no tengo tiempo de que nos conozcamos a estas horas de la mañana, llego tarde.

El bolso siempre pesa como si llevara dentro la culpa de un asesino en serie, procuro turnar hombro derecho y hombro izquierdo en la tarea, me estoy escorando progresivamene, no vaya a ser que acabe como el Queen Mary. Además me siento profundamente enfadada con mi huésped fantasma, esa carcoma o termita, pequeño insecto desvergonzado que vive entre las paredes.

La calle está mojada, al llegar al trabajo todavía no se ha despejado la niebla.

No tengo nada que contar de la tarde/noche de ayer, me acosté bastante pronto... la "pachuchez".

* * *

SINÓNIMO: palabra que tiene el mismo significado que otra.

IPSO FACTO: EN TIEMPO REAL.











martes, 1 de diciembre de 2009

Martes, 01 de diciembre de 2009.



Persiste la realidad, con esa falta de glamour que sí suele tener la ficción. ¿Qué le vamos a hacer?, cuando no sale, no sale. Creo que esto se debe -hoy no le menciono, Doctor, usted a lo suyo, como si no oyera- a los crujidos de esta "pachuchez". Y es que la AMOXICILINA (esa diosa griega de 500) aún no le ha ganado la batalla a la "pupa" y ésta funciona como los pellizcos que uno se da cuando quiere saber si está despierto o está soñando. Nada, que no estoy soñando. La "pupa" se desvela y me desvela, toda la realidad que habita al otro lado de los "muros" ocupa la oscuridad de la habitación y venga a golpear con sus puños fantasmales. Siempre pasa lo mismo, cuando ya va a sonar el despertador es cuando los demonios empiezan a dormirse y, claro, así ando, con "mono" de "sueño". Lo malo del "mono" es que va sumando "pupa" y va sumando falta de "sueño", la cuenta del "debe" supera el "haber" en mucho.

La primera luz trae una noticia de secuestro. Cuatro grados, se me congelan las manos y me cuesta sacar el billete del tren.

Hoy no leo en el trayecto, estoy apática. Nunca lo comenté, la luz en los vagones es escasa y en algunos andenes de las nuevas estaciones de metro. Casi siempre leo, igualmente.

Mientras subo las escaleras mecánicas de la salida, caigo en la cuenta de que se me ha pegado la canción de Bisbal que oí anoche y la tarareo mentalmente como un disco rayado. El otro día fue El canto del loco con Peter Pan, otro Melendi con Piratas..., en fin.

Son cosas nimias sí, son rutinas, lo que más tiempo ocupa del día... Jolín, no quiero ni acordarme de cómo dejé la casa esta mañana, lo que me queda al llegar, dios, con lo que me duele la espalda.

* * *

MONADA: dícese de algo que es bonito//dícese también de alguna acción que recuerda a esos simpáticos animales.

(En desuso, más o menos como TRONCO: DE ESO NADA MONADA)






Hoy me apetece cambiarle el color de fondo al blog, un poco más alegre, a ver si se me pega.





ME GUSTA

Seguidores

"Te podría contar..."




Archivo del blog