lunes, 14 de diciembre de 2009

12-13/12/2009 - Sábado y Domingo.





"Mientras se mojaba la cara y se peinaba con los dedos hacia atrás sintió que recuperaba poco a poco al hombre que en realidad era. Al regresar a la mesa con paso firme, todas sus fantasías se habían esfumado. Mirando a la niña y a la mujer sentadas junto a la cristalera, se propuso empezar a hacer las cosas bien a partir de ahora".(Nada malo, Ray Loriga)

* * *


Cuando la piedra transparente de la madrugada se fragmenta, arde y alza un grito violento, sabes que alguna voz extraña gesta su letanía en el velo oscuro. Alma y suplicio desgranan versos irredentos o devociones absolutas.

Y en la mañana ya resuelta, con su sol pleno, el café en la mano y el convencimiento de que todo empieza de nuevo, ningún remordimiento ni recuerdo de la caverna, desde donde el dios malvado puso su icono en la frente del sueño.

Relativo, ese tiempo elástico pone señales equívocas, enloquece a los segunderos y a los tañidos que seguramente anuncian oficios. Sin embargo la plegaria que describen mis gestos tiene un fin multitudinario y me visto sin cálculos ni adornos extraordinarios. En la calle esperan los eslóganes y las insignias que evocan derechos y advertencias de conocimiento.

Somos muchos, aunque hay muchos más que no llegaron. El trabajo que dignifica y mantiene a la persona. Es un sábado peregrino y la calle da una voz de alarma, el peligro de que la enfermedad se convierta en epidemia.

El sábado sigue su curso, después de lo manifiesto en las calles, con charlas serias, triviales, bromas... Una vuelta por una librería. Él libro que compro y que hoy, domingo, he comenzado.

Domingo de aliento helado, después del disparo certero en el corazón de la noche del sábado, que la quebró como esos vidrios que estallan y sin desprenderse muestran su cicatriz amenazante. En la madrugada debieron desatarse pequeños ciclones, que dejaron ramas partidas y muchas hojas sobre las aceras. A veces el viento va provisto de navajas y mal carácter.




Camino por calles soñolientas. Algunos paseantes con sus perros, madrugadores lectores de prensa y los que entran en los bares a tomar el primer café del día. Compro tabaco, el periódico y entro en uno de esos locales donde venden café en vasos de papel y donuts con fideos de azúcar coloreada. Tomo por primera vez café con pajita. En la mesa de al lado se sientan cuatro chicos muy jóvenes, me sorprende su forma de hablar relajada y sin elevar demasiado el tono. Uno de ellos comenta incluso que la música está un poco alta. Tiene razón. Les escucho, entre párrafo y párrafo de un artículo, conversar sobre sus estudios. Hoy regresan a Santiago.

Compro pan de camino a casa y me dispongo refugiarme en casa, con mi catarro, el periódico y el libro y la música y una película. Voy a pasar una tarde de domingo en pantuflas, zapatillas... Si alguien me hubiese sugerido una tarde de tacones, le hubiese dicho que no combinan bien con esta tos que me sacude como oleaje de temporal.

Y así llegó la noche transgresora, vestidita con su disfraz de novia de toda la vida, callándose el nombre de la verdad que luego duerme.












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