viernes, 16 de julio de 2010

SIN DIARIO VII


We could live together, walking on, walking on the moon... Amanda esperaba a Teresa y la canción volvía a sonar, como si se hubiera impreso en el aire. La soltaba de sus amarras un bar cercano. Teresa apareció doblando la esquina y le hacía señas con la mano en alto. Amanda caminó hacia ella.


-Vamos, suéltalo ya Doña Misterios. ¿Qué es eso tan importante?


-Entremos en algún sitio. ¿Conoces algún lugar por aquí que no huela a calamares fritos?


-¡Caray! Qué delicada. ¿Es que tu secreto no se lleva bien con la gastronomía típica?


La terraza de Amanda gira alrededor de la luna, gira incluso alrededor de su cara oculta, iluminando los recodos de la espera. Una luna adulta con el aspecto juvenil de otro verano.


El rostro de Teresa va adquiriendo seriedad sobre el espejo. Amanda la ve sorprendida. Toda la cafetería tiene las paredes empapeladas en rojo y varios espejos simulam una amplitud inexistente. La pretensión de crear un ambiente acogedor, supone Amanda, ha logrado un collage extraño. La luz ámbar de los apliques de la pared, deja fuera de lugar a los dos señores mayores que juegan a las cartas en la mesa del fondo.


Se lo ha contado todo. Casi todo.




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