miércoles, 11 de noviembre de 2009

APUNTE XIII





Ensortijar los recuerdos en el ritmo de los paseos marítimos conocidos.

Luego, con paciencia, desgranar almanaque por almanaque y dorar los días de silencio y ausencia, para añadirlos a la mezcla feliz de todo buen momento.

Tamizar los días nublados y añadirle las gotas de sol necesarias, hasta lograr una emulsión calmante y nada tópica.

De los ramilletes de ideas prohibidas, extraer la semilla que da valor a la osadía, convirtiendo aquel acto en un privado premio y redención de traicioneros reproches lanzados por las soledades.

Y cuando el surtido de ingredientes forme un escudo de consuelo, en ese amargo instante que nos envuelve, ponerlo suavemente, con mucho cuidado, al calor del pulso, dispuestos a escucharlo.









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