domingo, 15 de agosto de 2010

SIN DIARIO XXIII


Celofanes, en el soliloquio de la luna.

Amanda repara en la tardanza de Jorge y lo llama al móvil. Él responde y la tranquiliza, ya le explicará cuando llegue.

La voz, alzándose hacia los celofanes, pide un permiso renovado, un pacto con el tiempo agotado, un sendero nuevo. Y la mujer discute consigo misma, la amalgama de brillos desfilando en el horizonte, la sombra cálida en la oscuridad de la azotea.

Presagios. Un ave cruza a deshora de la costumbre que debe a sus alas, como si anunciara una rebelión en su vuelo.

La palabra suena ahora más dulce, trae en el eco la caricia olvidada. Tal vez refugio, atalaya, trinchera...

Enigma deslizándose hacia la luz interna. Epidermis del recuerdo iluminando.

Amanda enciende otro cigarrillo y descubre asombro en sus labios.
 



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