Su mundo está a salvo en la veta onírica
en tanto se alimenta el temor de mis días.
Mi preciosa puso su hombro en la noche
bajo mi cabeza cubierta de gritos ahogados.
La hermosa luna agotada
tras las nubes constantes de estos dos días.
El tiempo está detenido en la ambición de lluvia.
La tristeza tiene calidad de vida menesterosa en el nombre madre.
El rayo se incrustó de nuevo en la debilidad.
Las plegarias fueron escasas tal vez.
Continúa la lucha por la existencia,
mira desde una distancia inverosímil,
viste la armadura de las batallas más feroces.
Mis latidos acompasados
por las visiones fantásticas de la vida,
nada puede predecirse,
los chamanes se esconden entre nuestros ramajes.
Su misión se cumple.
¿En qué jaula anidaron mis costumbres erróneas?
¿Dónde el amor y sus desaciertos?
La luz eterna de la mañana despierta sobre la piel
secándose en la cumbre de los años.
La noche favorece el pensamiento benigno,
cuando ya se relaja la tarde exenta de astros.