sábado, 26 de junio de 2010

Lo que había en el interior de la ira.




La mala racha había establecido un código de presencia,

ungido por un misterioso reloj y calendario,

que metódicamente ejercía sus catástrofes.


En un simulacro de serenidad, la mano se abría,

señalando una detención que era burlada constantemente

y la sombra del dolor caía pesada. Nada podía detener

ese juego de apariencias siniestras, en donde tijera,

hilo, trapo y muñeca, adquirían un valor impreciso

en el mercadillo de las confusiones.

Hubo una apuesta sobre la piel de la vida.

Hubo un silencio profundo y cavó un abismo inesperado

de desobediencia ingenua. Hubo

una maestría consentida, un control de brisas y emociones.

Hubo una colocación contraproducente de espejos feriales

en el ojo de la mente de los visionarios. Hubo un recreo

de recreaciones pavorosas. Hubo nombres femeninos y masculinos.

Hubo una increpación a los colores y a los días,

como si jugaran a cambiar las estaciones.

Languidecía la paleta, el pincel y la acuarela,

difuminando mar, arena, montaña, sol y ocaso

teñidos de colores falsos que ya nadie sabía.

El corazón de los niños, rojo, rosa o amarillo,

desteñía un verde oliva de aperitivo, de mediodía con caña,

vermouth y panchitos rancios. Las nubes

que dibujaban las madres en las paredes de sus habitaciones,

lanzaban afilados bríos de tormenta en lo que se suponía cielo abierto

y despejado. Todo, del color de los iconos manipulados.

Hubo una verdad desmedida en quien supo que el amor mentía

y vendía sus besos al diablo. De entre tanto pasaporte a ninguna parte,

concluyó en el último viaje, dando puerta a los Ulises y Penélopes,

turistas de la Ïtaca desmoronada en el azogue de las pesadillas.



Si hubiese que viajar a alguna isla, decía el corazón atorado,

iría a una desierta y volvería a inventar a Viernes con mi mentira.

El corazón atrapado en la celda, repetía, me quedaré en la esquina afilada

hasta que su estigma sesgue el pálpito

y el sol seque ese mar de lágrimas sin balsa ni salvavidas.

 
 




S/T


A estas horas todavía no se me ocurre nada que contar... Así que un poco de música...










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