“La cabeza de Saúl tenía perros. Normalmente los perros dormían, pero a veces por culpa del silencio los perros no podían dormir y entonces ladraban. No hay uno solo de nosotros que no tenga perros en la cabeza, se disculpaba, perros cobardes, perros valientes como dragones, perros alegres que mueven el rabo ante los desconocidos con la inocencia de los idiotas. Están ahí, por eso vuelan los sombreros y caen rodando por el suelo. Son los perros”. (Trífero, Ray Loriga)
* * *
PLAY. Anoche bailaron los bordes de la luna con nubes y brillos, después de morder los charcos abandonados por la lluvia. En la mesa hubo cubiertos sin usar y en la bandeja de entrada mensajes sin enviar entre dudas y certezas que no hallaron equilibrio y desistieron del SEND.
PAUSE. Si la zona que corresponda en la selva neuronal nos hubiese evitado la ardua labor de tomar una decisión y la telepatía funcionara, ahora él y ella, o ellos lo sabrían y quizás hasta nosotros mismos/as...
STOP. Era lluvia, "una sola gota de rocío no oxida un columpio", en ese diluvio, como pecio en el fondo del mar, se despidió diciembre y los náufragos, arribando a la isla de enero, confían en el sueño que le han pedido en su carta a sus Majestades los Reyes Magos. Y a pesar de que cada año la petición es sustituida por un caballito de madera o un puzzle de 1000 piezas, confían en que esta vez no haya solamente los carbones, que los perros de Lucifer entregan tras los incendios, junto a las botas de invierno.
PLAY. Un gran acierto del calendario darle entrada al 2010 en viernes, porque son los días en los que se miente con más ternura, a la noche se le pone por sombrero una pamela de verano, se clava la sombrilla en la arena y se contemplan las pacíficas ondulaciones sobre las que se sostienen nuestros barquitos de papel.