miércoles, 7 de abril de 2010

Ausencia del pez de los sueños.



“El destino de Cordelia es pues, y ya está claro, vivir y morir entre fantasmas. Que su espíritu pierda todo interés por esta causa depende de distracciones mayores. Las mujeres ya se sabe se distraen con casi nada y en eso, al menos, no es Cordelia una excepción, Si algo sé de Cordelia es lo que ya he aprendido entre otras hermosas jovencitas y por eso soy capaz de seguir vivo cuando aparenta distraerse”. (EL DESTINO DE CORDELIA, Ray Loriga)





* * *


Tictactictactictac... Junto a los relojes de arena el latido es distinto, como el eco de la noche vaciándose en la sombra estéril que sabe de la próxima aurora y su desmemoria. Porque tal vez sea cierto que el verdadero invento del demonio es el recuerdo. No obstante, antes de las primeras luces, ese túnel profundo sin imágenes se obstina en preparar el día hacia la tristeza.

La mano se detiene frente al acto, duda constantemente y finalmente opta por peinarle la cabellera a la rutina con la débil esperanza de que alguna de las sombras intuídas, tome la forma de un día diferente.

La taza de café no amenaza a nadie y aún así es sospechosa por su inapelable presencia en todo tiempo, quizá la única apariencia vital y tangible de continuidad. Y es, en esa hora en que se obvian noticieros, como si sujetar el café humeante fuese un augurio de otras mañanas tras otras noches menos desconsoladas y más aptas para la acción.

Y de esta forma, distraída en el despunte de la luz que surge inexorablemente, descorre la cortina del silencio y apila todas las túnicas de los fantasmas que la visitaron.

La mañana olvida a la noche y contempla la ausencia del pez de los sueños.









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