domingo, 4 de febrero de 2024

SIN TÍTULO - XVII

 


    Las primeras horas del día eran primordiales para mantener la calma de ese mar proceloso, que tendía a levantarse contra la playa, agitando los sentimientos. El graznido de las gaviotas, reiterativo, pronunciaba ecos en la lejanía de las barcas que regresaban con sus tesoros, mientras ella paseaba, plegando sus brazos en un gesto que abarcaba sus propias tormentas.

    El sueño vendría intacto de la mano de los sonidos de la luz adormecida, extendiendo imágenes poéticas en la noche prodigiosa que había atendido a los ruegos enviados. Fiebre de los últimos años añorando veladas plenas de significado.

    Nocturnidad fantasma y miedo transparente, otorgando la escasez a sus noches esquivas y presas del maltrato del ladrón que habitaba los recodos sin luz, cultivando la guerra, muerte de la paz.

    Qué objetivo triste y vano perseguía el acosador no invitado al banquete de los sueños eternos y simbólicamente bellos.

    Ella, así, dormida en el rompeolas, olvidaba la locura de su enemigo e intentaba continuar viva para sanar su alma y romper sus grilletes. Eso estaba claro, el enemigo sólo aspiraba a la muerte, pues todo fallecía bajo sus torpes manos.




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