sábado, 17 de febrero de 2024

XIX

 

    Cuando se incrustan las horas en el frío, y todo es invierno, sumo temblores de monedas en el bolsillo. Dejo entonces de amar el norte helado y rememoro el cielo de mis noches infantiles: veranos sin capillas, en el sur del hemisferio sur.

    Silbaba como los chicos y mis rodillas arañadas trepaban árboles con respeto.

    Ya pasaron muchos relojes de arena, dunas de años mayores desde aquella playa y sus aromas silvestres.

    Ahora mi estirpe vira y trae azogues desvaídos. Los ciempiés del latido emocionado al borde de un abismal concierto de días, sobre la meseta de las almas tardías.

    Cuando amaina el rostro del frío, navego contracorriente y giro a una primavera ancestral en la soledad de los cuartos.

    Una canción desciende cayendo en las sospechas de los siglos. Cuánto tiempo enfrascados en la bella mentira que sujeta el pasado. El presente da vueltas y engaña al ojo con un centrifugado que marea: baja y con rocas colmadas de vida, donde aparecían las estrellas de mar.

    El sol pone sus patitas de escarabajo sobre las lomas del horizonte y yo me rindo entre las páginas de los libros que me cercan: templos templados, plegarias y otras historias.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

ME GUSTA

Seguidores

"Te podría contar..."




Archivo del blog