Morirse de miedo en la pesadilla:
él me dispara entre los ojos y sonríe
porque al fin ha terminado conmigo,
pero yo me levanto muerta
y conservando mi ropa de durmiente
salgo a dar un paseo
para que todos sepan de su maldad infinita.
La sangre resbala por mi nariz y me pinta la boca,
permanezco callada fuera ya de su influencia.
Y desde las nubes llegan sus imperativas amenazas,
inútiles, pues ya me ha dado muerte
y recorro las calles donde habita el verdugo.
Todos han visto y saben,
pero nada dicen, nada hacen
en favor de mi sangre derramada,
siguen acogiendo los pasos del asesino.
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